Hebreos 3, Pregunta 7
¿Bajo cuál condición somos nosotros “la casa” (compare también el v.14)?
La condición es sencillamente la perseverancia: es decir, el ser constante en nuestra profesion, el retener firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en esperanza. Los que no perseveran, los que dejan su profesión, los que niegan a Cristo, finalmente no son incluídos en la casa. Debemos notar también que la fe genuina, la fe salvadora, no deja de existir. No es por su propia naturaleza, sino es porque Dios lo sostiene (como se ve en Lucas 22:32). Dios ha establecido una conexión infalible entre la fe y la salvación: los que creen en Cristo son salvos. Y esa fe no falla. Pero a la vez Dios ha puesto medios para preservar la fe. Es decir, la fe no continúa porque en sí es imposible que desvanezca, sino porque Dios bendice a los medios de preservar la fe de tal manera que no falla. Es imposible que la fe genuina falle porque Dios ha determinado preservarlo, no por una cualidad intrínsica. Y eso, por supuesto, nos motiva a esforzarnos para preservar la fe. Dios ha determinado salvar a todos los elegidos, y su salvación no puede fallar: pero eso no los hace flojos, porque Dios ha determinado salvarlos precisamente en el uso de los medios.
La condición es sencillamente la perseverancia: es decir, el ser constante en nuestra profesion, el retener firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en esperanza. Los que no perseveran, los que dejan su profesión, los que niegan a Cristo, finalmente no son incluídos en la casa. Debemos notar también que la fe genuina, la fe salvadora, no deja de existir. No es por su propia naturaleza, sino es porque Dios lo sostiene (como se ve en Lucas 22:32). Dios ha establecido una conexión infalible entre la fe y la salvación: los que creen en Cristo son salvos. Y esa fe no falla. Pero a la vez Dios ha puesto medios para preservar la fe. Es decir, la fe no continúa porque en sí es imposible que desvanezca, sino porque Dios bendice a los medios de preservar la fe de tal manera que no falla. Es imposible que la fe genuina falle porque Dios ha determinado preservarlo, no por una cualidad intrínsica. Y eso, por supuesto, nos motiva a esforzarnos para preservar la fe. Dios ha determinado salvar a todos los elegidos, y su salvación no puede fallar: pero eso no los hace flojos, porque Dios ha determinado salvarlos precisamente en el uso de los medios.