Sunday, November 26, 2006

¿Exaltando Demás A Los Apóstoles?

Después de presentar el material acerca del apostolado y el nuevo testamento me llegó una pregunta. ¿Si los apóstoles son los representates personales de Cristo, si se les tiene que escuchar y obedecer, por qué no invocarlos? ¿Si lo que ellos dijeron lo dijo Dios, porque no invocarlos para que imploren a Dios por nosotros?

Se puede responder de tres maneras.

1. Para llevarnos a eso faltarían algunas cosas todavía. Faltaría, por ejemplo, la seguridad de que ellos nos oyen. Faltaría un mandamiento para invocarlos. No sabemos que los difuntos cristianos saben lo que pasa en la tierra. No sabemos que saben cuando les invocamos. Y no tenemos un mandato de buscarles a ellos.

2. Pero el caso es más fuerte todavía. Los apóstoles rehusan honras divinas (Hechos 10:25,26; 14:10-15). Es preciso distinguir entre su comisión y sus personas. Ellos tenían un trabajo: tenían una comisión, y autorización y capacitación para llevar esa comisión acabo. Pero más de eso no podían. Su comisión era de ser testigos de Cristo, de explicar lo que él hizo y lo que significaba. Cuando enseñan a la iglesia hablan con autoridad divina. Pero podían cometer errores (Gálatas 2:11). Sus personas no fueron divinizadas: pero para el cumplimiento de su trabajo fueron supervisados para que no tuvieran errores es ese aspecto de sus vidas. Quizás un ejemplo pueda aclarar todo esto: yo puedo autorizar a un representante legal que actúe por mí en asuntos de mi negocio. Pero si el contrata matrimonios en mi nombre, o si yo le encuentro besando a mi esposa, pues me voy a molestar: salió de su comisión y no actúa con mi autoridad en eso, porque no le autorizé. Los apóstoles dieron revelación, enseñanaza, infalible y autoritaria: pero su comisión no se extiende a recibir las oraciones o aceptar la adoración que solamente pertenece a Dios.

3. El propósito en invocar a los santos muestra ideas incorrectas acerca de Dios. Según se me planteó la pregunta, nos acercamos a los santos porque sentimos que Dios les va a escuchar más a ellos que a nosotros. Pero eso comete dos errores. Para actuar de esa forma tenemos que pensar que Dios es un Dios que tenemos que impresionar para poder invocar. Pero Daniel dice que no es por nuestras justicias, sino por sus muchas misericordias que le invocamos. Dios oye la oración, no porque seamos tan santos, ni tan elocuentes: pero porque él es así. En Cristo todos tenemos el mismo acceso a Dios (Efesios 2:18).

Y también es una insulta a Cristo. Cuando Cristo murió, el velo del templo se rompió. Cristo abrió el acceso a Dios. Por él tenemos confianza para acercarnos a Dios. No es necesario interponer mediadores entre nosotros y Dios: Cristo es el mediador (1a de Timoteo 2:5). Y sugerir que necesitamos a los santos, o a la Virgen, para obtener el favor de Cristo es decir que Cristo no nos quiere, o que lo que hizo no es suficiente. Pero ¡qué blasfemia! ¿Como vamos a decir del que se encarnó para acercarse a nosotros, de quien tomó nuestra naturaleza y murió en la cruz que no nos quiere o que lo que hizo no basta? Al interponer otros mediadores, deshonramos a Cristo.

El Apostolado y el Cánon del Nuevo Testamento

Quiero expresar mi agradecimiento por la ayuda de Herman Ridderbos y John Stott quienes por sus libros me explicaron y aclararon estos conceptos.

Hay una conexión importante entre los apóstoles y el Nuevo Testamento. El apostolado y el Nuevo Testamento forman parte de la historia de la redención. Los apóstoles fueron testigos de Cristo: por medio de ellos creció grandemente la iglesia y se estableció y fijó el fuente de la doctrina cristiana por todos los tiempos. Y el Nuevo Testamento no es meramente un record de la historia de la redención: es parte de ella. Como dice Ridderbos: La comunicación de la salvación no está aislada de la historia de la salvación. La explicación autoritaria de los grandes eventos de la redención tiene una función redentora. El propósito de este estudio es considerar la conexión entre el apostolado y el Nuevo Testamento, y ver algo de lo que significan para la historia de la redención.

I. ¿Qué era el apostolado?
Era un grupo de representantes personales de Cristo (1a de Corintios 4:9 y 1:1), autorizados y capacitados para interpretar autoritariamente el significado de las obras y palabras de Cristo.

Cristo ordenó a apóstoles: los escogió, los llamó, los entrenó, y les dio mandamiento. ¿Qué es un apóstol? Es un mensajero, es alguien enviado. Así, por ejemplo, leemos en 2a de Corintios 8:23 de los mensajeros o apóstoles de la iglesia. Parece que este oficio está basado en el concepto hebreo del shaliach. El shaliach era el representante de una persona: si hacía algo el shaliach en nombre de la persona que representaba, esa persona no podía deshacerlo. Se decía: “El enviado de una persona es ella misma”. Era un representante legal que tenía un poder muy amplio, aunque dentro de ciertos límites. Ellos específicamente fueron encomendados con la función especial de representar a Cristo. Y aquí hasta hay un paralelo: Cristo es enviado por Dios, representa a Dios; en una manera parecida los discípulos son enviados por Cristo y le representan. Mateo 10:40; Juan 13:20; Juan 20:21.

A. Cristo escoge y comisiona a los apóstoles, Lucas 6:12,13; Hechos 1:2,3; Marcos 3:14-19; 1a de Timoteo 2:7
Los apóstoles eran únicos e irrepetibles. Habían muchos discípulos: pero solamente algunos eran apóstoles. Lucas 6:12,13; Hechos 1:2,3; Marcos 3:14-19; 1a de Timoteo 2:7.

B. Los apóstoles son testigos de Cristo, Juan 15:27; Hechos 1:8,21,22; Hechos 2:32; Hechos 3:15; Hechos 5:30-32; Hechos 10:39-42; 1a de Juan 1:1-3
Ellos tenían el trabajo especial de dar testimonio de Cristo, específicamente de su resurrección. Juan 15:27; Hechos 1:8,21,22; Hechos 2:32; Hechos 3:15; Hechos 5:30-32; Hechos 10:39-42; 1a de Juan 1:1-3. Cristo no ascendió al cielo hasta después de haber dado mandamiento a los apóstoles (Hechos 1:2)
Para ser un apóstol era necesario tener ciertas cualificaciones especiales. Era necesario ser escogido y enviado por Cristo mismo, personalmente, Marcos 3:14, Hechos 26:17, Gálatas 1:1,11-19. Lo normal era que estuvieran con Cristo desde el principio (Juan 15:26,27; Hechos 1:21,22), con excepción de Pablo. Era necesario haber visto al Cristo resucitado, 1a de Corintios 9:1, 1a de Corintios 15:7-9 (allí, por cierto, Pablo dice que apareció por último a él: ahora sabemos que Cristo apareció más adelante a Juan en el libro de Apocalipsis, y que Pablo le vió más veces en su conversión. ¿Entonces que quiere decir Pablo que Cristo por último le apareció a él? Sugiero que está diciendo que esa fue la última apariencia a una persona que no lo había visto anteriormente, o que fue la última apariencia para llamar a un apóstol).

C. Tienen una capacitación especial para este trabajo, Juan 14:25,26; Juan 16:12-15; 2a de Corintios 13:3
Tenían una capacitación especial para esto: Juan 14:25,26; Juan 16:12-15; 2a de Corintios 13:3. Si van a ser los representantes de Cristo, es necesario que sean capacitados para hacerlo bien. Si ellos van a declarar autoritariamente la interpretación de los logros de Cristo es necesario que no se equivoquen.

D. La enseñanza apóstolica es normativa para la iglesia, Hechos 2:42; 2a de Pedro 3:2 (donde es puesta al mismo nivel que el AT); 1a de Juan 4:6, 2a de Tesalonicenses 2:15, 1a de Tesalonicenses 4:8, 1a de Corintios 2:1-4,13; 1a de Corintios 15:2; 2a de Timoteo 2:2
Se enseñanza es autoritaria y normativa: Hechos 2:42; 2a de Pedro 3:2 (donde es puesta al mismo nivel que el AT); 1a de Juan 4:6, 2a de Tesalonicenses 2:15, 1a de Tesalonicenses 4:8, 1a de Corintios 2:1-4,13; su enseñanza tiene que ser no solamente retenida (1a de Corintios 15:2), sino transmitida, 2a de Timoteo 2:2.
Eran los encargados, con los profetas, de anunciar la verdad de Dios, Efesios 3:5, 1a de Tesalonicenses 2:4

E. Su trabajo era fundamental para la iglesia, Efesios 2:20, Apocalipsis 21:14
Su trabajo era fundamental para la iglesia, Efesios 2:20, Apocalipsis 21:14. Esto apoya lo que se dijo anteriormente, que tienen un carácter único e irrepetible. No es solamente que para ser apóstoles era necesario cumplir ciertas condiciones que nosotros no podemos cumplir; no solamente que ellos tuvieran una capacitación especial: sino también que su trabajo era fundamental. Y ya hecha el fundamento, no se vuelve a hacer. Se completó, es final, y no hay necesidad de agregar algo más al fundamento: es más bien necesario construir sobre este fundamento.

II. ¿Cual es la conexión del apostolado con el nuevo testamento?
El nuevo testamento está compuesto precisamente por el contenido de la tradición apóstolica: en él tenemos la información que los apóstoles entendían que era necesaria para la iglesia para todos los tiempos.

A. No todos los escritos del Nuevo Testamento provienen de un apóstol (Marcos, Lucas, Hechos, Hebreos, Judas); sin embargo todos contienen la tradición apostólica, Lucas 1:1-4; 1a de Timoteo 5:18 con Lucas 10:7; Judas 17,18
Ahora nosotros tenemos su enseñanaza en los escritos apostólicos que forman el nuevo testamento. No todos provienen de un apóstol directamente(Marcos, Lucas, Hechos, Hebreos y Judas): pero todos tienen un relato correcto de la tradición apóstolica (Lucas 1:1-4; 1a de Timoteo 5:18 con Lucas 10:7; Judas 17,18).

B. Los escritos tienen el mismo contenido que la predicación apostólica, Romanos 6:17; 1a de Corintios 11:2,23; Colosenses 2:6; Filipenses 4:9; 1a de Tesalonicenses 2:13; 1a de Tesalonicenses 4:1; 2a de Tesalonicenses 2:15; 2a de Tesalonicenses 3:6; 1a de Pedro 2:21
Los escritos contienen lo mismo que la predicación de los apóstoles, (Romanos 6:17; 1a de Corintios 11:2,23; Filipenses 4:9; 1a de Tesalonicenses 2:13; 1a de Tesalonicenses 4:1; 2a de Tesalonicenses 2:15; 2a de Tesalonicenses 3:6)

En el canon del nuevo testamento, en estos 27 escritos, tenemos la tradición apostólica confiable y completa; no es necesario repetirlo: no es necesario agregar más. Lo que es necesario es dominarlo, profundizar nuestro conocimiento de lo que contiene: Recordemos como nos exhorta Judas (Judas 17) lo que dijeron los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo, que junto con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina eternamente, Amen.

Saturday, November 25, 2006

La Gracia de Dios

Nota: esto es el texto del sermón que dí en la Iglesia Bíblica de Padierna el domingo pasado, levemente editado para este formato.

La Gracia de Dios

Esdras 9,10; Nehemías 9,10

La historia de la redención, que estabamos viendo por varios meses, es la historia de la gracia de Dios. En Cristo tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia (Efesios 1:7). La salvación es de gracia. Por gracia sois salvos (Efesios 2:5). Y podemos ver esto en Nehemías 9. Se ve que Dios escogió a Abram (v.7) e hizo pacto con él (v.8). Dios escuchó el clamor de su pueblo y los libró mediante muchas maravillas de Egipto (vv.9-11). Dios los sustentó, guíó y enseñó (vv.12-15). Los aguantó en sus muchas rebeliones y les dió la tierra prometida (vv.16-25). Los castigó por sus pecados, pero según su gran misericordia los libró cuando clamaban a él (vv.26,27). Cuando siguieron en sus malos caminos les amonestó y su paciencia duró por muchos años (vv.28-31). Por esta historia de misericordia, se anima el pueblo de Dios a invocarle misericordia una vez más, apesar de su larga historia de rebelión, y hacen pacto de obedecer al Dios del pacto y de misericordia (9:32-10:39). En este relato encontramos mucho que sirve para nuestra enseñanza.

I. Primero, que la gracia no depende del ser humano: que Dios no espera a que el ser humano lo busque para extender su misericordia. Esto lo hemos visto antes. Lo vimos después de la caída del hombre: Dios, en su gracia, busca a los culpables que merecen la muerte y les da la promesa de un redentor. Lo vimos en Abraham cuando Dios llamó a una persona de una ciudad inicua y una cultura idólatra a ser el padre de los creyentes. Lo vimos cuando Dios envió un libertador a Egipto para sacar a su pueblo de servidumbre. Lo vimos cuando Dios cumplió sus promesas y les dio la tierra de Canaan. Lo vimos cuando una y otra vez los perdonó y los libró de sus opresores en los tiempos de los jueces. Lo vimos cuando Dios les dio un rey según su propio corazón. Lo vimos cuando el Hijo de Dios vino al mundo para nuestra salvación. Se ve también en el mandamiento que Cristo dio de haced discípulos a todas las naciones. Las naciones no le buscan –pero él envía sus mensajeros para llamarles a sí mismo. No lo vemos solamente en los eventos, sin embargo: se encuentra también en la enseñanza bíblica. Se encuentra en un dicho que circulaba por la iglesia de los tiempos apostólicos, y que Pablo aprueba de esta forma: Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores (1a de Timoteo 1:15). Cristo vino para los pecadores. No para los merecedores: no para los que querían mejorar: no para los justos: para los pecadores. Encontramos lo mismo en el texto conocidísimo, Juan 3:16: Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. El mundo es el sitio de la vanidad e inicuidad –eso es lo que Dios amó. Se encuentra otra vez en Romanos 5:8: Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Viene a una expresión clara e inegable en la primera epístola de Juan. Allí leemos: Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero (1a de Juan 4:19). Dios no nos busca porque nosotros le amamos: le amamos porque él nos amó tanto que nos buscó.

He aquí una distinción importante entre el cristianismo y las religiones mundanas: el cristianismo explica como es que Dios justifica a los impíos (Romanos 4:5). No es que justifica a los piadosos, sino que toma a los malos, a los condenados, a los inmerecedores, y los justifica, los perdona, los limpia, los cambia.

Todo esto nos dice que la salvación no depende del ser humano: es la iniciativa divina que lo origina. Es el poder de Dios que lo logra. La salvación es de Jehová (Salmo 3:8) en todas sus partes.

A. Dios diseñó la salvación: cuando el hombre estaba escondido de Dios, temiendo, Dios le buscó y le anunció la promesa de un libertador (Génesis 3:9-10,15). En Cristo fuimos escogidos antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4).

B. Dios logró la salvación. Dios el Hijo reciba gloria de los santos, quienes dicen: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra (Apocalípsis 5:9,10).

C. Dios nos trae la salvación. Y el os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados (Efesios 2:1).

1. La salvación se recibe por la fepor gracia sois salvos por medio de la fe (Efesios 2:8). Pero esta fe es don de Dios –y esto no de vosotros, pues es don de Dios (Efesios 2:8); Filipenses 1:29 dice: Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él. Pablo considera que padecer por Cristo es un don: es un don adicional, algo que se nos ha dado además de el don de creer en él: pero eso también es un don.

2. El arrepentimiento es necesario para la salvación (Mateo 11:20-22; Mateo 21:31,32; Marcos 2:17; Hechos 3:19; Hechos 8:22; Hechos 11:18; 2a de Corintios 7:10 Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación; Apocalipsis 2:5)–y el arrepentimiento es don de Dios, según Hechos 11:18 que dice: Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida! Compare además 2a de Timoteo 2:25; Hechos 5:31.

3. La santidad es necesaria, pues sin la santidad nadie verá al Señor (Hebreos 12:14). Pero es Dios quien produce en nosotros tanto el querer como el hacer por su buena voluntad (Filipenses 2:13). Fue por la gracia de Dios que Pablo hizo tanto (1a de Corintios 15:10). Es Dios quien nos da un corazón para conocerle (Jeremías 24:7).


II. Segundo, que la gracia de Dios dura por toda la vida cristiana. La salvación no nadamás comienza con Dios –solamente continúa porque Dios es paciente y misericordioso. Y esto lo podemos ver en dos maneras.

A. Dios nos sostiene en la vida Cristiana. Habiéndolos librado de Egipto, Dios no los abandonó: los dirigió por la columna de nube y la columna de fuego (v.19); los sustentó con maná y agua (v.20); proveyó todas sus necesidades (v.21). Dos veces en este capítulo se menciona el Espíritu. Dios envió a su Espíritu para enseñarles (v.20). Con el Espíritu les testificó por medio de los profetas (v.30). Y el Espíritu nos acompaña en la vida Cristiana. Fuimos sellados con el Espíritu Santo (Efesios 1:13, 4:30); el Espíritu es quien nos da entendimiento de la grandeza de la obra de Dios en la salvación (Efesios 1:17-19); en Cristo tenemos entrada por el Espíritu al Padre (Efesios 2:18); el Espíritu revela el misterio de Cristo (Efesios 3:4,5); por el Espíritu somos fortalecidos con poder en el hombre interior (Efesios 3:16); el Espíritu nos da unidad (Efesios 4:3); el Espíritu cambia nuestra manera de vivir (Efesios 5:8-10). Es decir, así como el Espíritu de Dios acompañó a su pueblo en tiempos antiguos, también nos acompaña en estos tiempos. Dios no nos perdona y luego nos deja: todo lo contrario, cuando comienza a traernos bendición es para traernos aún más (comparen Efesios 3:14-19).

Y es por la obra de Dios que no nos apartamos de él: Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos. Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí (Jeremías 32:39,40).

Nunca dejamos de depender de Dios. Desde el comienzo de la redención hasta su consumación todo es de Dios. El sigue derramando su gracia sobre nosotros para que no nos apartemos de él.

2. Dios es paciente con nosotros aún después de llamarnos. Esto se ve no solamente en el resumen histórico de Nehemías, donde menciona específicamente cómo Dios los soportó durante muchos años (v.30), sino que también lo vemos en un relato dramático del libro de Esdras. Esdras y Nehemías tuvieron su ministerio e influencia en los tiempos del regreso del exilio. Esdras fue instrumental en la construcción del segundo templo (Esdras 6:15) y Nehemías tuvo el cargo de volver a construir los muros de Jerusalén (Nehemías 1:3; 2:17). En Esdras 9:1,2 reportan a Esdras que aún los sacerdotes y levitas no se habían separado de los pueblos de las tierras, sino que habían contratado matrimonios con ellos. Esto estaba prohibido por la ley de Dios: por ejemplo, Deuteronomio 7:1 da una lista de naciones, y los versículos 3,4 del mismo capítulo dan estas instrucciones: Y no emparentarás con ellas; no darás tu hija a su hijo, ni tomarás a su hija para tu hijo. Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a dioses ajenos; y el furor de Jehová se encenderá sobre vosotros y te destruirá pronto. Esdras se queda angustiado hasta la hora del sacrificio de la tarde, y en ese momento hace la oración que encontramos en Esdras 9:5-15.

Es obvio que Esdras no piensa que el pecado es algo ligero. Reconoce que los privilegios que han tenido, que toda la misericordia que han recibido hace aún más serio su pecado, conforme a la enseñanza de Cristo: Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá (Lucas 12:47,48). Más privilegio trae más responsabilidad –y mayor condenación si lo rechazamos. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de Gracia? (Hebreos 10:29).

Aunque la gracia no elimina lo serio del pecado, si nos da esperanza. En vez de desfallecer con los sentimientos de culpa, no nos desesperamos bajo el peso de nuestros pecados –sería otro pecado más, de incredulidad. Secanías, hijo de Jehiel responde a Esdras y dice: Nosotros hemos pecado contra nuestro Dios, pues tomamos mujeres extranjeras de los pueblos de la tierra; mas a pesar de esto, aún hay esperanza para Israel. Y aconseja que hagan pacto de despedir a las esposas ajenas y a los hijos nacidos de ellas (Esdras 10:1-3), que rediman sus pecados con justicia (Daniel 4:27); que abandonen el pecado.

Aún hay esperanza para Israel. Como dice el apóstol Juan: Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo (1a de Juan 2:1). Su propósito es que no pequemos: pero si alguno ha pecado, no se desespere: no concluya que la gracia de Dios ya no le puede alcanzar –abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. El mismo Jesucristo cuya sangre nos limpia de todo pecado (1a de Juan 1:7). El mismo Jesucristo quien es la propiciación por nuestros pecados (1a de Juan 2:2). Todavía hay esperanza. No la hay mientras decimos que no hemos pecado (1a de Juan 1:10: compare Proverbios 28:13); pero si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad (1a de Juan 1:9).

Pero, podíamos pensar, ¿no nos motivará esto a pecar más? ¿No abusaremos de esta gracia maravillosa para ser más viles todavía? Pues la palabra de Dios lo toma de otra forma: ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera. ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de justicia (Romanos 6:15-18). Si la gracia de Dios nos ha alcanzado, somos siervos de justicia, no del pecado. El pecado no se enseñoreará de vosotros: pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia (Romanos 6:14). Si el anunció del perdón de Dios nos incita a pecar más, no lo hemos recibido bien, como podemos ver más detallademente en el tercer punto.


III. Tercero, la gracia de Dios nos motiva a la obediencia.

Habiendo recordado no solamente sus pecados, sino la larga paciencia y gran misericordia de Dios, se dirigen a Dios como el Dios que guarda pacto y misericordia, pidiéndole que considere su situación (v.32). En Esdras, es porque hay esperanza para Israel que Secanías propone hacer un pacto con Dios de obedecerle. Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras (Tito 2:11-14). Es la gracia de Dios que nos enseña cómo vivir: Cristo murió y nos redimió para purificar un pueblo celoso de buenas obras. Nos redimió antes de que fueramos celosos de buenas obras. Dios justifica a los impíos –no para que permanezcan en la impiedad, sino para que sean santos. Somos creados en Cristo Jesús –allí está la gracia. Crear es algo que no podemos hacer: de hecho, somos hechura suya. Pero hemos sido creados para buenas obras (Efesios 2:10).

Aveces pensamos que la ley, el mandamiento de Dios, nos hará santos: la ley explica y define lo que es la santidad: nos muestra lo que Dios quiere. Pero la ley no nos puede dar la obediencia a sí misma. Romanos 7:5 parece sugerir que la ley provoca pasiones pecaminosas. Deseamos lo prohibido, precisamente porque es prohibido. Y mientras nuestros corazones así son, la ley solamente provocará más pecado y anunciará condenación. Pero Dios es el autor de nuestra obediencia, de nuestra santidad. El amor de Dios no es el producto de su mandamiento de amarle (Deuteronomio 6:5), sino que viene porque él me amó (1a de Juan 4:19). El nos ama: y entonces nos nace el amarle, conforme a su mandamiento. Ahora, no por eso vamos a decir que cumplimos la ley o que merecemos algo de Dios. Pensar en la gracia como algo que nos hace merecedores es un concepto incoherente.

La salvación es por gracia: gracia es la única esperanza que tenemos. Y esta gracia se halla solamente en Cristo (Juan 1:14), quien, junto con el Padre y el Espíritu Santo, vive y reina eternamente.

Friday, November 17, 2006

Dios Levanta Un Libertador

En los planes de Dios para librar a su pueblo de su servidumbre egipcia, una parte importante era preparar a una persona adecuada para el trabajo de liberación. Esa persona fue Moisés. Al nacer fue solamente por la desobediencia civil y la astucia de su mamá (guiada en esto por Dios) que Moisés sobrevino el cruel mandato de Faraón que los varones que nacieran a los israelitas tenían que morir (Exodo 1:15; 2:2-9; Hebreos 11:23). Creció en circunstancias de lujo como el hijo de la hija de Faraón, y recibió lo mejor que podían ofrecer los egipcios (Exodo 2:10; Hechos 7:20-22; Hebreos 11:24). Pero rechazó todo esto para servir a su pueblo (Exodo 2:11-15; Hebreos 11:24,25). Sin embargo, ellos le rechazaron a él (Exodo 2:14; Hechos 7:26-29,35), y tuvo que huir a la tierra de Madián (Exodo 2:15). Mientras apacentaba las ovejas de su suegro, Dios se manifestó en una zarza ardiente y le comisionó para que regresara a Egipto para librar al pueblo (Exodo 3:1-22). Dios hace todo lo necesario para que Moisés pueda librar al pueblo.
Y en esto, Moisés es un gran tipo de Cristo (Hechos 7:26-28,35,37,52 hace la conexión que como Moisés fue rechazado, Cristo también; Hebreos 3:2 nos dice que Cristo es fiel como le fue Moisés, aunque el autor procede a manifestar la superioridad de Cristo). Cristo también, al nacer, estuvo en peligro de su vida (Mateo 2:13-18). Cristo también es preparado por su trabajo (Lucas 2:52; 3:21,22). Cristo también ignora su conveniencia para librar al pueblo de Dios (2a de Corintios 8:9). Como notamos, Cristo también fue rechazado. Cristo fue comisionado para este trabajo (Hebreos 10:5-10). Y Cristo también será victorioso, como al final lo fue Moisés (Romanos 11:25-32).
Cuando Dios viene para salvar a su pueblo, levanta un libertador (compare el libro de Jueces). En el caso del Exodo, este fue Moisés: en el caso de la salvación del pecado y sus efectos, el libertador es Cristo Jesús.

Thursday, November 16, 2006

Confiando en Dios Sin Mirar Sus Planes

Muchas veces queremos saber el contenido de lo que Dios ha decretado. Es decir, queremos saber el futuro. Queremos saber cómo será mañana. Queremos saber si cierta persona en algún momento u otro se va a convertir. Más que nada, queremos saber que nuestros seres queridos van a estar bien.

Ahora bien, Dios nos ha dado a saber una parte de sus decretos. Sabemos que en el nombre de Jesús se doblará toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra: y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre (Filipenses 2:10,11). Por medio de las promesas sabemos algo del contenido de lo que Dios ha decretado. Sabemos, por ejemplo: Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotrs, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros (Romanos 8:11). Si tengo la certeza de mi salvación, yo puedo saber que resucitaré mediante el Espíritu. Eso es saber algo del contenido del decreto de Dios.

Pero aunque vemos ciertos grandes rasgos: aunque en cuanto a nosotros mismos podemos tener el conocimiento del fin del proceso establecido por el decreto divino; en cuanto a los detalles, en cuanto a los individuos que resucitarán, en cuanto a mucho que nos causa angustia y preocupación, Dios no nos ha dicho. ¿Que ocurrirá para que yo sea santificado? No lo se, porque Dios no lo ha revelado. Y si Dios no lo ha revelado en su palabra, nos toca esperar para ver el contenido de su decreto mediante los eventos de la historia: podemos saber el contenido del decreto para cierto momento, si ese momento está en el pasado. Hay cosas que no nos corresponde saber, ni intentar descubrir (compare Deuteronomio 29:29 y Hechos 1:7).

Pero ¿como podemos estar tranquilos sin saber lo que Dios ha planeado? ¿Como podemos estar en paz cuando tenemos la duda de si Dios ha decretado que nuestro ser más querido será salvo?

La respuesta es sencillamente esta: no necesitamos saber el contenido del decreto porque Dios nos ha dado algo mejor. El nos ha dado un conocimiento de su carácter (1a de Juan 4:16). Yo antes andaba por todos lados con un amigo: y estando con él no me preocupaba de como iba a llegar, porque él siempre me dirigía bien y me causaba llegar sin dificultad al lugar que buscaba. De la misma manera, no sabemos como Dios procede: muchas veces sus caminos nos parecen extraños: pero confiamos que es infinito en sabiduría, en bondad y en poder. Si él es así ¿no es una tontería que yo me queje? ¿Acaso se más que Aquel quien hizo mi inteligencia? ¿Acaso pienso que Dios no puede lograr su plan? ¿Acaso temo que su plan no será perfecto?

Lamentablemente, aveces es así. Dudamos de Dios. Un motivo es que proyectamos nuestras memorias e impresiones de autoridades en nuestras vidas (padres, gobiernos, jefes del trabajo, jueces) a Dios. Y la verdad es que muchas veces dudamos –y muchas veces justamente– de la sabiduría, bondad o poder de estas autoridades. Pero Dios es perfecto; si él es perfecto, su decreto también lo será.

Entonces no necesitamos saber los detalles de lo que Dios ha decidido para confiar en él, para estar tranquilos: solamente tenemos que saber que nuestro Dios, quien lo ha decretado es: ¡Jehová! ¡Jehová! Fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación (Exodo 34:6,7).

Sunday, November 12, 2006

La Necesidad de un Mediador

Juan Calvino, Institución de la Religión Cristiana, Tomo 3, Capítulo 11, Sección 9

Por esta razón suelo decir que Cristo es como una fuente puesta ante nuestros ojos, para que cada uno de nosotros pueda a su placer beber de ella y apagar su sed; y que de esta forma los bienes celestiales son destilados en nuestra alma; pues, de otra manera estarían encerrados infructuosamente en aquella majestad divina, que es como un pozo profundísimo del que ninguno puede sacar agua.

Saturday, November 11, 2006

Una linea traducida de un himno

Busqué a Dios, y después reconocí: que él moviome a buscarle, buscando él a mí.

Sunday, November 05, 2006

Cristo Con La Palabra de Dios Vence la Tentación

El elemento central en la tentación de Cristo, como en la tentación de Adán y Eva fue simplemente esto: ¿Oirán la palabra de Dios o la palabra del diablo? (Génesis 3:1-5) Cuando el diablo viene a Jesús en tres tentaciones Cristo cada vez responde con la palabra.

Primero el diablo se dirige a los deseos físicos e inocentes de Cristo: su hambre. Intenta usar esto para llevar a Cristo a convertir a piedras en pan. Nunca se había mandado que no se podía hacer esto; pero Cristo está en el desierto por la dirección del Espíritu; debe estar contento con lo que el Padre le da. Y se acuerda que Dios es quien nos sostiene; sin Dios, el pan no nos sostendrá; y con Dios no necesitamos pan, si él no decide proveerlo. Vale la pena leer todo Deuteronomio 8:3: “Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.” Cristo aplica la palabra de Dios a una situación donde podría parecer que no entraba. De esta manera conquista el diablo, que secretamente le solicitaba al descontentamiento y a pensar que un medio es necesario, cuando lo necesario es la bendición de Dios: los medios importan solo en cuanto Dios los determina.

Segundo (según el orden de Lucas; Mateo da el orden cronológico, pero Lucas los acomoda diferentemente con motivos teológicos), el diablo tienta a Cristo a la desobediencia directa de la palabra. Le pide adoración. Esto era ofrecer un camino fácil a Cristo para llegar a su destino correcto. Está escrito que el Mesías hereda todas las naciones (Salmo 72:11, Apocalipsis 12:5): el diablo le ofrece un camino corto, una manera rápida de llegar: pero ese camino rápido involucra desobediencia a la palabra de Dios. Cristo lo rechaza, citando un texto que expresa que es ilegítimo adorar a cualquiera sino a Dios (Deuteronomio 6:13, “A Jehová tu Dios temerás, y a él solo servirás, y por su nombre jurarás. Aunque el camino de obediencia incluía la cruz, Cristo prefiere la obediencia con sus sufrimientos, que el pecado con su camino aparentemente fácil.

Tercero, el diablo reconoce que Cristo se aferra a la palabra: entonces tuerce un texto para engañar a Cristo a ser presumido. Toma del Salmo 91:11,12, un texto que se refiere al Mesías, una promesa que Dios le hizo. Los judíos esperaban que el Mesías se manifestaría desde esa parte del templo, entonces podría parecer lógico combinar ese texto y la expectativa judía y aventarse. Pero Cristo se rehusa, porque el diablo lo está torciendo, considerándole en aislamiento de las otras enseñanzas de la palabra de Dios. Es decir, para entender bien al Salmo 91 era necesario saber algo de Deuteronomio. La Bíblia no se contradice, entonces no podemos interpretar una parte de tal manera que contradiga a otra parte. Y la interpretación del diablo fallaba, no porque la promesa no es cierta; no porque la promesa no tiene que ver con Cristo; pero porque la interpretación diabólica ignora a Deuteronomio 6:16, “No tentaréis a Jehová vuestro Dios, como lo tentasteis en Masah”. En Deuteronomio es plural; él lo repite en el singular, aplicando personalmente lo que se aplicaba a todo el pueblo.

El diablo falló en solicitar a Cristo: nuestro Señor se acuerda de la Escritura; rechaza la desobediencia aunque es más fácil que la obediencia; aplica a sí mismo un principio general; entienda la Bíblia en harmonía; y aferrándose a la Bíblia, vence al diablo.

En todo esto sirve de ejemplo para nosotros. ¿Sabemos usar la palabra para vencer las tentacioned del diablo? Miremos a Cristo cuidadosamente en este momento en su vida para aprender.

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Saturday, November 04, 2006

Cristo Triunfante Sobre Tentación

La Escritura es muy rica. Leyendo solamente un texto hay muchas cosas que podemos aprender. Y la tentación de Cristo es un pasaje que ofrece muchas lecciones. No hay lugar considerarlas todas. Si no está apartando tiempo los domingos para estudiar un rato, le exhorto que comienze hoy mismo a aprovechar de este día para buscar a Dios no solamente en la iglesia, sino también en privado. Y si no está ya leyendo algún libro teológico o investigando algún texto bíblico, le recomiendo que aparte tiempo este domingo en la tarde para meditar un rato en la tentación de Cristo. De este evento podríamos aprender acerca del diablo, de la tentación, de la variedad de la experiencia que tendremos en la vida cristiana. Si nos enfocamos en Cristo como el centro de este evento, todavía hay dos maneras de considerarlo. Podríamos pensar en Cristo como nuestro ejemplo, y aprender acerca de como vencer la tentación. Eso sería muy valioso, pero se tendrá que dejar para otro momento, porque hay algo más fundamental. No digo que cualquiera de las otras cosas no es importante. Tenemos que saber cómo vivir la vida cristiana. Pero hay algo que viene antes: hay algo que tiene que preceder ese tipo de estudio. Hay iglesias que dan sermones acerca de 7 pasos para mejorar la oración, 3 pasos para agradar a Dios, 19 pasos para obtener un matrimonio mejor, 156 pasos para descubrir la voluntad de Dios, etc., etc. Pero eso no es como somos transformados. Aunque un estudio como esa podría ser bíblico (y nuevamente les recomiendo mucho que mediten acerca de esta tentación de Cristo, y que investiguen el ejemplo que nos da Cristo de como vencer la tentación) no cambia a la gente. La ley de Dios no nos transforma: el evangelio, Cristo, nos transforma. Ciertamente, nos transforma para que conformemos a la ley; pero la ley en sí es debil. Si predico la ley, lo que Dios exige, semana tras semana, no avanzará la iglesia: no se transformará. La ley nos exige que hagamos algo; pero no podemos. Es el evangelio que nos anuncia que Cristo ha hecho por nosotros que nos transforma. La ley es útil; la ley es buena; la ley es inspirada por Dios; pero la ley no transforma. Cristo transforma: por lo tanto, me parece que antes de estudiar a la tentación de Cristo, tomándolo como modelo para saber nosotros como vencer la tentación, es necesario estudiar la tentación de Cristo, tomándolo como el anuncia de la victoria de Cristo sobre las artemañas del diablo.


Para hacer esto vamos a tener que regresar al jardín de Edén, y la primera tentación. Hacemos esto porque hay dos hombres en la historia del mundo; hay dos Adanes, como Pablo nos explica en Romanos 5 y 1a de Corintios 15. Y la historia depende de esos dos hombres. Mi historia personal depende de ellos. Si yo estoy unido a Adán me espera la muerte; si yo estoy unido a Cristo, el postrer Adán, me espera la vida. Y hay elementos en el texto que sugieren que esta tentación de Cristo fue una tentación en su carácter de Mesías, del ungido, del segundo Adán.


La tentación ocurre después de que Cristo es aprobado por el Padre y ungido por el Espíritu en su bautismo. Lo próximo que sucede es que Cristo es llevado al desierto por el Espíritu, el Espíritu que vino sobre él para capacitarlo para su trabajo mesianico; y el Espíritu lo lleva al desierto precisamente para ser tentado por el diablo.

También se sugiere que las tentaciones de Cristo le vienen como nuestro Mesías, como nuestra cabeza, por el hecho de que almenos dos de las tentaciones se dirigen a expectativas mesianicas. El diablo lo lleva al pináculo del templo, y le dice que se eche de allí: los judíos pensaban que el Mesías se manifestaría de ese punto del templo. Las promesas de Dios al Mesías eran que heredaría toda la tierra; y el diablo le dice a Cristo que le dará todas las naciones, si Cristo le adora.

Además, podríamos considerar el hecho que Lucas pone la genealogía de Jesús entre su relato del bautismo y su relato de la tentación. En el bautismo Jesús es identificado cómo el Hijo de Dios. En su genealogía es identificado como hijo de Adán. Ahora Lucas ya había dejado claro que Cristo no es hijo de Adán así como lo son los demás: ya había narrado que Jesús nació de una virgen. Lucas también identifica a Adán como hijo de Dios (Lucas 3:38). Entonces hay dos hijos de Dios; Cristo y Adán. Pero a la vez que Cristo es Hijo de Dios es hijo de Adán, aunque hijo especial. No es el Hijo de Dios, obviamente, de la misma manera que lo fue Adán. Pero es interesante que Adán y Cristo no solamente comparten una naturaleza humana, también comparten que Dios hizo esa naturaleza humana de una manera especial. Creo que se está asumiendo la doctrina de los adanes.


Ahora el primer Adán fue tentado, y cayó. El postrer Adán fue tentado y no cayó. Cuando el hombre cayó, tuvo muchas ventajas: vivía en el paraíso, tenía suficiente para todas sus necesidades, y tuvo compañerismo. En la tentación de Jesús, él estaba solo, en un desierto, y ayunando por cuarenta días. Además, la tentación de Jesús fue muy prolongada. Apesar de la diferencia en las circunstancias, Eva y Adán cayeron, y Cristo triunfó.


El punto básico de la tentación, de las solicitaciones del diablo, tienen que ver con si escucharemos a la palabra de Dios o a las sugerencias del diablo. El diablo aprovecha de nuestra condición para que sus ideas parezcan razonables, y nosotros seamos llevados a olvidar, ignorar o torcer la palabra de Dios. Adán y Eva escucharon más al diablo que a Dios; y siempre que caemos, hacemos lo mismo. Damos más autoridad a nuestros deseos, a nuestros impulsos, a nuestra debilidad que a la palabra de Dios.


A lo mejor se acordarán que existieron tres elementos en la tentación de Eva. Ella vio que el árbol era bueno para comer; que era agradable a los ojos; y que era codiciable para alcanzar la sabiduría, y comió. Esto muchas veces se ha relacionado con lo que dice Juan acerca del mundo: Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo (1a de Juan 2:16). Y hay tres tentaciones principales que vienen a Cristo. Había sido tentado por todos los cuarenta días. Al final de ese tiempo, el diablo le trae las tres tentaciones que se nos relatan. No sabemos si son representativas de lo que el diablo había estado haciendo o si son las tentaciones especiales, máximas, que el pudo inventar. Pero son tentaciones significativas, porque se relatan detalladamente. Ahora la primera tuvo que ver con la comida; la segunda que relata Lucas (Mateo es quien nos da el orden cronológico de estas tentaciones) tuvo que ver con el deseo de lo agradable, y la tercera (según el orden de Lucas) con la vanagloria.


Cristo venció todo lo que el diablo lanzó: rehusó todo lo que ofreció. Se aferró a la palabra de Dios en vez de escuchar las solicitaciones del diablo. El triunfó.


Entonces puede ser una cabeza, un Adán, diferente. Del primer Adán nos viene la condenación y la corrupción, es decir, el pecado original. Pero del postrer Adán, de Cristo nos viene vida y victoria. Si hubiera caído, no tendríamos salvación o esperanza.


Actuó en este caso como nuestra cabeza, nuestro representante. Por su obediencia somos constituidos justos.


Entonces hay perdón para nosotros por todas las veces que hemos caído en tentación.

Y también hay poder: este hecho es un anuncio que es posible ser tentado, con todo tipo de desventaja, con toda la furia y paciencia y sutileza del diablo, y no pecar.

About me

  • Ruben
  • D.F., Mexico
  • Soy un cristiano, dedicado a la teología reformada, como la mejor expresión de la enseñanza de la Bíblia, y por lo tanto el sistema teológico que más glorifica a Dios. No soy yo quien aparece en la foto en mi perfil. Pero me gusta como se ve de todos modos.
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