Friday, May 26, 2006

Cambiando Basura por Cristo

Quisiera agregar un punto adicional al artículo anterior Dios Llama a Abram. Allí noté una parte del testimonio bíblico que seguir a Dios involucra sacrificio, pero que a la vez alcanzamos algo mucho mejor. Pablo expresa este mismo pensamiento de su propia experiencia en palabras fuertísimas. En Filipenses 3 muestra que si alguien tenía motivo por tener confianza en su carne, en sus privilegios y logros, era Pablo mismo. Habiendo terminado la lista de sus ventajas, dice así: Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo (Filipenses 3:7,8).
Pablo reconoce que al venir a Cristo había perdido –había sacrificado ciertas cosas. Pero no le importa. Porque en su pensamiento lo que perdió era simplemente basura –dicen algunos intérpretes que la palabra correcta sería mierda– en comparación con lo que había ganado. Lo que pierdo lo valora tanto como una bolsa de basura: lo extraña tanto como uno extraña el excremento. Porque siguiendo a Cristo, lo que se pierde es insignificativo –porque lo que se gana es Cristo mismo.

Thursday, May 25, 2006

Dios Llama a Abram

Dios llamó a Abram de una cultura idólatra. Por lo tanto fue una llamada procedente de la gracia de Dios. No había acción antecedente de parte de Abram. No era en respuesta a Abram, sino como avanze en su plan que Dios repentinamente le habla y le llama. ¿Pero a qué lo llamo? La respuesta contiene dos aspectos.
1. Dios lo llamó al sacrificio. Esto queda muy claro de Génesis 12:1. Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Cuando Dios llama a Abram la obediencia involucra sacrificio. Abram tiene que dejar lo conocido y lo querido. Abandona su familia y su patria natal. Aparte, lo hace con cierta medida de incertidumbre, pues Hebreos 11:8 dice: Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a donde iba. Dios le dijo que saliera, pero no le indicó cual era el destino final. Abram dejó la comodidad y la seguridad de un lugar fijo de vivir, dejo la confianza carnal del sentimiento que podía anticipar el futuro. Aquí también podemos ver que Abram es el creyente arquetípico. Cristo dice: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame (Lucas 9:23). Cuando Cristo nos llama es, al igual que la llamada de Abram, una llamada al sacrificio. La enseñanza que dice, Ven a Cristo, y para de sufrir, es, en palabras cortas, una mentira. Si Dios nos llama nos llama a dejar el mundo y la seguridad carnal.
Pero entonces ¿por qué habría alguien de obedecer esta llamada? Si Dios nos llama al sacrificio, a la auto-negación, a renunciar lo querido, lo conocido ¿qué nos podría atraer a seguir esa llamada? La respuesta está en la segunda parte de la llamada de Abram.
2. Dios lo llamó a recibir sus promesas. Génesis 12:2,3 continúan con lo que Dios dijo a Abram: Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. Dios exige que Abram sacrifique, por cierto; pero Dios le promete algo mejor. No es tiempo en este artículo examinar las promesas hechas a Abram para entender su grandeza. Aquí solamente quiero enfatizar que Dios no le llamó unicamente al sacrificio –no se puede negar ese aspecto, pero tampoco se puede decir que eso es todo. Le llamó a sacrificar algo –pero le prometió algo de un valor excediente. Despues de las palabras citadas anteriormente de Lucas 9, el Señor Jesús procede a decir: Porque todo el que quiere salvar su vida la perderá; y todo el que pierda su vida por mí, éste la salvará (Lucas 9:24). Cristo nos llama al sacrificio –pero pierdiendo la vida de esa forma la salvaremos. Se puede añadir el ejemplo de Moisés. Según Hebreos 11:23-26 Moisés vió que aunque la llamada de Dios necesitaba sacrificio era un sacrificio que valía la pena: Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiedno antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesto la mira en el galardón.
Seguir a Dios requiere que sacrifiquemos; pero seguir a Dios también significa ser partícipes en sus promesas.

Friday, May 19, 2006

Abram Sacado de Idolatría

Abraham es un arquetipo del creyente. Se podría decir que Abraham es el ejemplo paradigmático del hombre que Dios salva. Pablo lo usa de esa forma, for ejemplo, en Romanos 4, no solamente diciendo que Abraham es padre de los creyentes, sino usando su ejemplo para confirmar su doctrina que la justificación es mediante la fe.
Vale la pena, entonces, pensar acerca de Abraham, y la manera en que Dios lo llamó a sí.
Génesis 12 contiene información acerca del llamamiento de Abraham. Pero el libro de Josué provee un detalle que no encontramos en Génesis. Josué 24:2 nos informa que los padres de los israelitas servían a dioses extraños. Es decir, Abraham vivía en medio de una cultura idólatra, y no tenemos porque pensar que él se distinguía de sus familiares. Aceptando esto, nos dice que Dios llama al ser humano antes de que nosotros le buscamos. Esto se puede ver en otros ejemplos en la Escritura. Jacob sale de su casa para la tierra de Padan-aram, y de repente Dios le encuentra en el camino (Génesis 28). Moisés está apacentando las ovejas de su suegro, y el Angel de Jehová se manifiesta en una llama de fuego en medio de una zarza (Exodo 3). Pablo va rumbo a Damasco con designios de maltratar a los cristianos, y Cristo se le aparece (Hechos 9). Dios inicia la redención. El llama a pecadores, antes de que ellos le busquen a él.

Sunday, May 07, 2006

Dios Inicia la Redención

Algo que la Biblia enfatiza una y otra vez es la verdad de Jonás 2:9 La salvación es de Jehová.
Despues de la caída del hombre (que no fue una caída sin querer, sino que el hombre voluntariamente se rebeló en contra de Dios) leemos en Génesis 3 de la manera en que Dios buscó al hombre. Cuando el hombre oya la voz de Dios se esconde (v.8). Pero Jehová Dios les llama y responden. Entonces les hace preguntas que sirven para despertar en ellos una conciencia de lo que han hecho. Adán y Eva no responden muy bien a estas preguntas, pues cada uno intenta echar la culpa a otro. Pero apesar de todo esto, Dios les hace la promesa magnífica del versículo 15, mientras habla a la serpiente: Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. En esto se ve que la gracia de Dios previene al hombre. El hombre huye, se esconde; pero Dios le busca. Los hombres intentan justificarse, es decir, no admiten su culpa y piden perdón. Pero Dios hace promesas de redención. Esto no es para sugerir que hay redención para los que no creen y no se arrepientan --es para indicar que Dios trae la redención a nosotros sin que nosotros lo buscamos o merezcamos. De hecho, la Biblia declara que la fe y el arrepentimiento son don de Dios (compare Filipenses 1:29 y 2a de Timoteo 2:25). Dios siempre va primero --su gracia siempre nos precede. Cuando el hombre se rebela contra Dios y se esconde de él, sin embargo el Dios de toda gracia los busca y les da promesas.
Vale la pena mencionar también que Dios provee para que no estén cómodos en el pecado. La maldición que Dios anuncia en contra del hombre y de la mujer (Génesis 3:16-19) es, por cierto, una expresión de la descomplacencia de Dios con el pecado. Pero es a la vez una manifestación de gracia --porque significa que hay un testimonio perpetuo al hombre que algo está mal. Tiene un recuerdo de que ha pecado siempre en su entorno. Y esto es una manifestación de gracia, porque si se acuerda que ha pecado ojalá también se acuerda que Dios es un Dios misericordioso. Cuando vemos a lo feo del mundo, a lo difícil de la vida, al malestar del alma humano, recordemos que es así por nuestra culpa; y recordemos que a los rebeldes Dios dio promesa de un libertador. Que siendo enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros (Romanos 5:10,8). Dios no nos esperó para comenzar la redención --no esperemos para aceptarlo.

Wednesday, May 03, 2006

El Pecado y Dios

El pecado afectó nuestro ser, y nuestras relaciones con los demás. Alteraron también nuestras relaciones con Dios.
Despues de desobedecer a Dios, Adán y Eva se esconden de él (Génesis 3:8). Adán dice que tuvo miedo de Dios. Antes existía confianza, ahora hay miedo (un concepto que se tiene que contrastar con el temor de Jehová). Es obvío que las cosas no son iguales entre Dios y el hombre. De parte del hombre hay una desconfianza en Dios.
Pero la Bíblia dice que es aún más profundo el cambio en la actitud del ser humano hacia Dios. Romanos 8:7 dice así: Por cuanto la mente carnal es enemistad contra Dios. Hemos llegado a ser los enemigos de Dios; no nos sometemos a él, sino que nos oponemos. Esto se expresa en el Salmo 2:1-3. ¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas. Esta rebeldía incluye una falta de respeto: La iniquidad del impío me dice al corazón: No hay temor de Dios delante de sus ojos (Salmo 36:1).
Departe del hombre, por lo tanto, podemos decir que hay desconfianza y rebelión. El ser humano, además de faltar en amor y confianza para con Dios, también se opone, blasfema, resiste y carece de la reverencia debida a Dios.
Pero tenemos que distinguir entre estas reacciones, porque la reacción de desconfianza tiene cierta base en la realidad. Es el testimonio de la conciencia del hombre que no está bien con Dios. Y este testimonio de la conciencia se confirma por la declaración de la Escritura. Dios está airado contra el impío todos los días (Salmo 7:11); Pablo declara que antes de la conversión somos hijos de ira (Efesios 2:3). No es solamente que nosotros estamos disgustados con Dios (aunque esto obviamente es síntoma pecaminosa de nuestro pecado profundo); Dios está disgustado con nosotros. Aborreces a los que hacen iniquidad (Salmo 5:5). Estamos bajo la ira de Dios (Romanos 1:18). Su enojo en contra de nuestro pecado y su odio de nuestra corrupción nos llevan a quizá la más fundamental de las problemas que nos atraímos por el pecado: que Dios está en nuestra contra. Nosotros somos sus enemigos –y él es nuestro enemigo.
En la salvación, por lo tanto, no basta que algo cambie nuestros corazones para que nos acerquemos a Dios en vez de huir de él; algo tiene que también apaciguar la ira de Dios en nuestra contra. Es decir, no basta que nosotros seamos reconciliados con Dios (aunque sin eso no hay salvación); si vamos a ser salvos, Dios tiene que ser reconciliado con nosotros.

About me

  • Ruben
  • D.F., Mexico
  • Soy un cristiano, dedicado a la teología reformada, como la mejor expresión de la enseñanza de la Bíblia, y por lo tanto el sistema teológico que más glorifica a Dios. No soy yo quien aparece en la foto en mi perfil. Pero me gusta como se ve de todos modos.
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