Wednesday, February 28, 2007

Adoptados Hijos de Dios

Introducción

Para entender la adopción es necesario entender que incluye dos conceptos: significa que los adoptados son hijos, pero al hablar de hijos eso automáticamente implica que hay un padre, y vice versa. Un hombre sin hijos no es padre; y sin padre alguien no es hijo. Entonces aveces ocuparemos versículos que no ocupan la palabra hijo o adopción, pero sin embargo se relacionan con este tema porque contiene la idea de paternidad, y por lo tanto también están relacionados con este concepto. Como somos adoptados en una familia, donde hay más hijos, otro concepto relacionado es la hermandad. Cuando yo entro en una familia, soy hermano de todos los que tienen el mismo padre que yo adquirí.


I. La adopción es un don de Dios, 1a de Juan 3:1, Efesios 1:5, Romanos 9:8, Gálatas 4:28, Romanos 9:25,26, Gálatas 4:27. La adopción es el colmo de las bendiciones que Dios derrama sobre nosotros. Es por su amor que nos hace hijos. El propuso hacer esto antes de la fundación del mundo –es decir, fue el propósito de Dios adoptar hijos, y él escogió quienes serían y lo prometió y lo anunció de antemano, solamente según el beneplácito de su bendita voluntad: esto significa que no es algo que ganamos, que es su gracia, y no nuestros méritos: entonces no es algo que se pueda perder, porque no depende de nosotros, sino de Dios. La adopción es algo que Dios hace libremente por su gracia a personas inmerecedoras. Solamente por su amor, nos predestinó para recibir este privilegio.


II. La adopción confiere un estatus legal inalterable, Juan 1:12; Juan 8:35; Gálatas 4:30,31. En Juan 1:12 aprendemos que Cristo da a todos los que le recibieron, es decir, los creyeron en él, la potestad, el derecho, la autoridad de ser llamados hijos de Dios. Frente a la ley divina, somos considerados como parte de la familia de Dios. Y esto no es algo que varía de día en día, que un día soy hijo y al otro día ya no. Es una posición incambiable, porque aunque los esclavos no permanecen en la casa, los hijos sí. Aunque un siervo puede llegar al final de su servitud, aunque un esclavo puede ser vendido, el hijo siempre estará en casa. No depende de mí, entonces yo no lo puedo perder: y Dios ha hecho algo permanente al recibirme como su Hijo.


III. La adopción nos llega en unión con Cristo, Juan 1:12,13; Efesios 1:5; Gálatas 3:26; 1a de Juan 2:23; Gálatas 4:4,5; Juan 20:17; Mateo 3:17; Mateo 17:5; Mateo 11:27; Juan 1:14; Juan 3:16; Hebreos 1:5; Hebreos 2:10-13. Si no somos unidos a Cristo no tenemos esta gracia de la adopción. Esto se sugiere por el hecho de que es otorgada en nuestra recepción de Cristo; que somos predestinados para la adopción por medio de Jesucristo; que somos hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; y que si no tenemos al Hijo, tampoco tenemos al padre. Para ser hijos de Dios, es necesario ser unidos mediante la fe al Señor Jesucristo, el unigénito Hijo de Dios. Ahora como Jesús mismo indica a María después de su resurrección, nosotros no somos Hijos de la misma manera que él. El distingue cuidadosamente entre su Padre y nuestro Padre. El comparte la naturaleza divina: él es Dios al igual que el Padre. Padre, Hijo y Espíritu Santo son un solo Dios. Entonces el es el Hijo en un sentido ontológico, cosa que no es y nunca será cierta de nosotros. Pero Dios Padre es el Padre del Hijo y también nuestro Padre. La relación no es idéntica, pero es parecida. Aunque con una diferencia en la manera de la relación tenemos al mismo Padre, y entonces estamos estrechamente relacionados con Cristo Jesús. Entonces se refiere a sus discípulos y a nosotros como hermanos.


IV. La adopción impone deberes

A. De ser como Dios, Efesios 5:1; Romanos 8:29; 2a de Corintios 6:17,18; 1a de Juan 3:3; 1a de Pedro 1:13-17; Juan 8:39; 1a de Pedro 3:6; 1a de Juan 3:10; Efesios 5:8; Mateo 5:9; Filipenses 2:14,15; Mateo 5:43-48; Lucas 6:35. Si pensamos en Dios como Padre, si de hecho lo es, tenemos que actuar en una manera correspondiente: tenemos que imitarlo en lo que nos corresponde: tenemos que ser hijos obedientes como Cristo lo fue. Obviamente no vamos a ser como Dios en soberanía, por ejemplo, o pensando que la venganza es nuestra (Deuteronomio 32:35); pero vamos a ser buenos a los que son malagradecidos, vamos a alejarnos de la maldad, vamos a purificarnos, vamos a ser santos como Dios es Santo. Los hijos son como los padres: entonces comportémonos como agrada a Dios, siendo pacificadores, actuando sin contiendas, siendo buenos a los que no lo merecen como es digno de los hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos.

B. De amar a los hermanos, 1a de Juan 3:10,11,16-18,14,15. La persona que no ama a su hermano, de plano no es hijo de Dios. Eso no es una referencia a los sentimientos: significa poner nuestra vida por los hermanos: significa ayudarlos en lo que podamos. Si Dios Padre en amor escogió a otras personas para recibir la misma adopción que yo recibí, simplemente no tengo el derecho de no amarlo. En conformidad a Dios, tengo que amar a quienes él amó. ¿Quien soy yo para no amar a alguien quien Dios amó?


Creo que también deberíamos pensar que si Dios nos adoptó de pura gracia y para su gloria, que los que estamos casados deberíamos orar y reflexionar acerca de adoptar a un niño necesitado. ¿No sería un servicio honrado poder compartir a mi medida el gozo de mi adopción para la gloria de Dios? Dios no nos manda directamente que adoptemos, pero si quiere que proveamos para los huérfanos (Deuteronomio 24:19, 26:12), y siendo que él ha sido abundantemente misericordioso para nosotros, debemos almenos pedir que nos haga dispuestos para hacerlo y que provea si es su voluntad. Es decir, vamos a ofrecernos a Dios para este servicio, y dejar que él disponga de nosotros.


V. La adopción otorga privilegios

A. El Espíritu Santo para darnos

1. El carácter de los hijos de Dios, Gálatas 4:6; Romanos 8:14,15; Efesios 1:4,5; Romanos 8:29. Siendo que Dios nos ha adoptado, que somos hijos, tenemos el Espíritu que nos enseña a verlo como Padre. Es un hijo malo que no reconoce a su padre, y Dios no nos ha abandonado a esa condición, sino que por medio del Espíritu lo invocamos como Padre. Además, no se puede separar la adopción de la santidad, de ser conformados a la imagen de Cristo: Dios nos escogió para ser santos, y nos predestinó para ser adoptados y para ser conformados a la imagen de Cristo. Siendo que tenemos la posición, también, por la gracia de Dios, tendremos el carácter, de los hijos de Dios. De hecho, el Espíritu guía a todos los hijos de Dios en caminos de santidad.

2. La confianza de ser los hijos de Dios, Romanos 8:15,16. El Espíritu Santo es también el Espíritu de adopción, quien testifica juntamente con nuestros espíritus de que somos los hijos de Dios. Dios quiere que sepamos, que tengamos la confianza, de que verdaderamente somos sus hijos. Siendo Padre bueno, quiere que comprenda, que sienta, que él sí es un Padre amante para mí. No podría saberlo si no fuera cierto (aunque podría erroneamente opinarlo); pero el Espíritu Santo viene a los hijos predestinados de Dios para que sepan que Dios es su Padre.

B. Atención a nuestras oraciones, Mateo 7:11. El argumento es muy sencillo. Nosotros respondemos a nuestros hijos, y les damos lo que piden (almenos lo que consideramos que es bueno para ellos). Pero bueno, nosotros somos malos, y Dios es bueno. Si aún nosotros escuchamos a nuestros hijos, es imposible pensar que nuestro Padre Dios, no nos escuchará a nosotros. Al ser su Hijo tengo el derecho de acercarme a él, y la confianza de que seré escuchado: si no me da algo, es porque en ese momento no es para mi bien.

C. Provisión para nuestra necesidades, Mateo 6:30-32. En el contexto Jesús ha hablado de cómo Dios provee por las aves y los lirios. Es ilógico preocuparnos, pues Dios tiene todo el poder necesario para suplir nuestras necesidades: él sabe perfectamente lo que necesitamos; y él es nuestro Padre. ¿Cómo podemos pensar que fallará en darnos lo necesario? Cuando no nos da algo que nos parece urgente, será que no es verdaderamente necesario, o que piensa darnos algo mejor.

D. Una herencia juntamente con Cristo, Romanos 8:17; Gálatas 4:7; Apocalipsis 21:1-7. En unión con Cristo, siendo hijos, recibimos los beneficios que tienen los hijos, incluyendo la herencia. A lo mejor aquí somos pobres y afligidos: pero no nos dejemos molestar por estas cosas. En las visiones de Juan entendemos que la herencia que Dios ha reservado para nosotros excede nuestra capacidad para desear.

E. Disciplina paternal, Hebreos 12:4-11; Hebreos 5:8; Proverbios 13:24. Siendo justificados no pasamos por la ira de Dios; pero siendo adoptados recibimos su corrección. La disciplina es algo que le corresponde a los hijos verdaderos, y es un privilegio, pues es para nuestro bien. No nos gusta, por supuesto, pero debemos entender que aún aquí compartimos con Cristo: aunque por supuesto él no tuvo defectos para ser corregidos, sin embargo, aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia. La disciplina es otro don de Dios, es un privilegio y una prueba de amor. Es lógico, entonces, que somos exhortados a soportar la disciplina y obedecer a Dios también en este aspecto. Un padre que verdaderamente ama a su hijo no lo deja sin corrección, entonces con reverencia y sumisión aceptemos este alto privilegio, de tener a Dios mismo corrigiéndonos como hijos para que participemos de su santidad.

F. Esperanza de más, Romanos 8:19-23; 1a de Juan 3:2. Aunque hay todos estos beneficios, todavía hay algo más. Las bendiciones de Dios no se han agotado con lo que tenemos ahora, aunque es algo tan grande que apenas comenzas a entenderlo. Todavía falta la resurrección: la redención de nuestro cuerpo, que completa, por decirlo así, la adopción: en ese entonces seremos manifestados como los hijos de Dios. Todo lo que eso será no se puede explicar, pero basta con decir que el amor de Dios en la adopción todavía no se agota, aunque hemos recibido cosas tan grandes como lo que acabamos de comentar.


Ciertamente no puede haber algo más grande que la promesa de Dios, vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso (2a de Corintios 6:18).


Conclusión

Para que nosotros tuvieramos esta posición, estos privilegio, era necesario la mediación de Cristo: en unión con él somos hijos. Y para hacer esto se encarnó, tomó nuestra naturaleza a sí mismo (Hebreos 2:14-18). El pan y la copa aquí nos recuerdan que Cristo es verdaderamente hombre, partícipe de nuestra naturaleza completa. Tuvo un cuerpo que se podía herir; sangre que se podía derramar; un alma que podía sufrir. En el jardín de Edén, Eva cayó frente a la tentación de ser como Dios, de rebasar la distinción entre el Creador y su creación; para redimirnos de esa caída, Dios mismo traspasó esa distinción, asumió la naturaleza humana. Nosotros queríamos ser dioses, y esa transgresión trajo sobre nosotros todo el sufrimiento que ha pasado la raza humana en su historia trágica: pero Dios quizo ser hombre para salvarnos de esa transgresión y sus efectos. Y ahora, en la gracia, esa tentación original ha sido conquistada. ¿Cómo podemos estar disatisfechos con ser humanos, cuando Dios el Hijo también lo es? ¿Como podemos estar disastisfechos con ser como nuestro amado Salvador en Su humanidad?

Saturday, February 24, 2007

La Serie de Amós

Esto es simplemente para poner una guía a todo lo que dije de Amós en un lugar en su orden bíblico, en vez de en el desorden en que aparecieron en este sitio originalmente:

Amós 1:1-2:6

Amós 2:3-3:15

Amós 4:1-13

Amós 5:1-17

Amós 6:1-14

Amós 7:1-9; 8:1-3

Amós 7:10-17

Suplemento de la Santa Cena al Sermón de Amós

Amós 8:1-14

Amós 9:1-10

Amós 9:11-15

Labels:

Thursday, February 22, 2007

Amós 9 (2)

Amós 9:1-15


Introducción

Aquí llegamos al final del libro de Amós, y un cambio en el carácter de lo que se escribe. Hasta el momento Amós nos ha hablado del juicio. Los temas que han ocurrido una y otra vez en su libro son que por el pecado del pueblo, el juicio de Dios vendrá, apesar de su confianza ilusoria. Pero no es un libro deprimiente, porque pone el juicio de Dios en su contexto. El juicio de Dios cae sobre los que lo merecen. Y nosotros tenemos la confianza de que Dios se vengará de los que afligen a su pueblo, y que él infaliblemente eliminará de en medio de nosotros a todo hipócrita, quienes muchas veces son causas de conflictos y angustia. Es más, vemos que Dios establecerá la justicia perfectamente. Y también ha habido consuelo. En el capítulo 5 Amós nos llamó a buscar a Dios, agregando la enseñanza que al hacerlo obtendremos la vida (Amós 5:6.14). Además, Amós nos ofreció el consuelo de que apesar de que el juicio de Dios es terrible y muy grande, que sin embargo Dios no perderá ninguno de los suyos. Y estas son cosas en las cuales podemos reposar confiada y gozosamente: y sin embargo son verdades que nos vienen en el contexto de la justicia de Dios (mostrándonos que es posible regocijarnos también en este atributo de Dios). Pero en este último párrafo, Amós nos da una breve vista de los propósitos que Dios tiene de misericordia: nos da promesas de bendición.


Consideraciones Interpretativas y Metodológicas

Ahora, yo encontré dos maneras principales de interpretar esta sección. Uno que podríamos llamar la interpretación física. Esta interpretación toma lo que se dice aquí como una profecía acerca de la nación de Israel; concluyen (al menos mayormente) que no ha sido cumplido todavía, y ya en conexión con el regreso de Cristo o con la extensión del evangelio, consideran que nos dice algo acerca del futuro del pueblo judío. La otra interpretación podríamos llamar la interpretación tipológica, que piensa que esta profecía se da en términos simbólicos.

[Creo que para determinar cual de las dos sea la más correcta, tenemos que acordarnos del absolutismo bíblico. Eso significa que si mis pensamientos o sentimientos en alguna cosa contradicen a la Biblia, yo soy quien está mal. Pero también significa que no solamente lo que dice la Biblia, sino su manera de decirlo es normativo para mí: rige mi pensar. Es decir, todos los aspectos de la Biblia sirven para gobernar todo mi pensar. Y la Biblia tiene una manera de interpretarse. El apóstol Pablo, por ejemplo, es un gran intérprete del Antiguo Testamento, y como su método de interpretación bíblica forma parte de la Biblia, yo considero que es autoritario y ejemplar. Es decir, si quiero entender bien la Biblia, debo usar el mismo método que Pablo.]

No es mi propósito hoy hablar acerca de las interpretaciones apostólicas del Antiguo Testamente. Pero sí quiero tomar el principio de Romanos 15:4 (porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza), que la Escritura es para nosotros, e intentar mostrar que esta profecía tiene aliento y consuelo y exhortación para nosotros.


Hay tres promesas principales en este párrafo.




I. El Tabernáculo de David será re-edificado para que se extienda el reino, vv.11,12.

Ahora aquí tenemos ayuda al entenderla por el hecho de que Santiago lo cita en el concilio de Jerusalén. Se acuerdan de los eventos que llevaron a ese concilio. Algunas personas de Jerusalén llegaron a Antioquia y con sus enseñanzas perturbaron a los hermanos de allí. Pablo y Bernabé contrincaron con ellos, y por fin subieron a Jerusalén con ellos, donde los apóstoles y ancianos deliberaron el asunto. La pregunta era sencilla: ¿los gentiles tienen que ser circuncidados y guardar la ley de Moisés para ser salvos? A traves del testimonio de Pedro y Pablo, concluyen que no. Entonces Santiago se para y dice:

Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar, para que el resto de los hombres busque al Señor y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos. (Hechos 15:16-18)

Ahora, se darán cuenta si comparan lo que él dijo con lo que dice Amós que hay unas diferencias. De hecho, dependiendo de como se categorizan, yo conté hasta 9. No es el momento para entrar en una discusión del motivo de las diferencias o en el tema de la manera en que los autores neotestamentarios citan versículos del AT. Por nuestros propósitos hoy creo que hay solamente tres variaciones que nos preocupan, y estas tres van ligadas. Son:

1. ¿Donde va la frase, sobre los cuales es invocado mi nombre?

2. ¿Debe ser el resto de Edom o el resto de los hombres?

3. ¿Cual es el propósito de levantar al tabernáculo de David?

Lo que se puede decir es que hay estos conceptos: la invocación del nombre de Dios; el resto de ...; todas las naciones/gentiles. Si consideramos que Edom es puesto como metonomía para hombres –es decir, que está especificando a una clase de hombres, escogiendo a los enemigos más virulentos (ver Abdías) para representar a todos: como decir que incluye hasta ellos,entonces, suponiendo una leve reorganización del texto, quedamos con solamente una variación significative: ¿cuál es el propósito de levantar el tabernáculo de David? ¿Es para que posean el resto de Edom o es para que las naciones busquen a Jehová? Calvino sugiere una interpretación que nos permite ver que las formas de considerarlo no están en oposición: según él es posible leerlo de esta manera: Para que posean el resto de Edom y todas las naciones, porque ni nombre habra sido o será invocado sobre ellos. Es decir, al extenderse el reino del pueblo de Dios, el nombre de Dios es invocado sobre ellos: ellos vienen a ser de él, ellos le buscan. Sin una larga investigación, creo que lo mejor que podemos hacer es precisamente aceptar la manera de entender las cosas que nos permite ver como es que las dos formas de citar esta promesa de Dios están en harmonía y nos dicen la misma cosa.

Pero ya regresando al punto, Santiago aquí aplica esto a la inclusión de los gentiles en el pueblo de Dios: lo usa para confirmar lo que pensaban por la experiencia de Pedro y de Pablo. Ahora es importante notar que el se refiere a los profetas –esto se enseña en muchos lugares, y solamente tienen que leer Romanos 9-11 y ver las referencias que tienen sus Biblias para ver como Pablo saca esta misma doctrina del profeta Isaías. Pero Santiago escoge estos dos versículos de Amós antes que cualquier otro testimonio para comprobar la verdad de lo que testificaban Pablo y Pedro.




El tabernáculo de David, su dinastía, su reino, está decaído. Ya en tiempos de Amós estaba decaído, pues los diez tribus del norte no se sujetaban al hijo de David. Y de allí en adelante las cosas empeoraron, con el cautiverio en Babilonia, y luego la opresión del imperio romano. Pero Dios ha dado promesas muy grandes a David (Salmos 89 y 72 por ejemplo) y aquí asegura que la condición presente de ese reino no es motivo de desesperación. No debemos dejarnos engañar por las apariencias, por las probabilidades desde un punto de vista humano. Las cosas pueden parecer bien imposibles: pero eso no es obstáculo para Dios. El puede levantar el tabernáculo de David –como declara Isaías 59:1, la mano de Jehová no está acortado –él puede salvar.

Ahora, Santiago entiende que esto se cumplió, o almenos comenzó a ser cumplido, con el Señor Jesucristo. En él todas las promesas de Dios son sí y amén. El es el hijo de David, y por medio de él, en conexión con él, estas promesas serán cumplidas. Pero hay que notar el propósito de la reedificación del tabernáculo de David: es para que se extienda el reino –pero esta extensión no será, o no será meramente, una extensión política: al crecer el reino de David, crece el reino de Dios también, pues estas naciones invocarán (o sobre ellos será invocado) el nombre de Jehová. Y Santiago entiende que esto se refiere a la inclusión de los gentiles en el pueblo de Dios. Los que no eran pueblo, ya son el pueblo de Dios (1a de Pedro 2:10; Efesios 2:19; Romanos 9:24-26; vean también Oseas 1:10 y 2:23). Para que el reino crezca, la dinastía de David, el rey, tiene que estar bien. Y considerando que Cristo fue resucitado y sentado a la diestra de Padre, que sus predicadores salieron por todos lados para anunciar su gloria, no es de sorprenderse que en pocos siglos su evangelio se había esparcido extensamente y que el paganismo del imperio romano había sido conquistado en cuanto a su aceptación pública. A nosotros muchas veces nos parece que no hay esperanza, que el evangelio verdadero no tendrá éxito: pero Dios es el Dios que levantó el tabernáculo caído de David: es el Dios que resucitó a Cristo de entre los muertos: es el Dios que me salvó a mí; él puede prosperar su evangelio en una manera que nos dejará a todos maravillados y gozosos.


II. La bendición de prosperidad prometida a los que eran fieles al pacto les alcanzará. vv.13. En Levítico 26:3-13 Dios había prometido gran bendición, parecida a la de nuestro texto, si anduvieran en sus decretos. Pero ellos no habían sido fiel al pacto. Eso ya subraya la misericordia de Dios. Bajo la justicia, nosotros tendríamos que sufrir: pero en misericordia, en Cristo, Dios nos trata como obedientes y nos colma de bendiciones –por la obediencia del uno los muchos serán constituidos justos (Romanos 5:19).

Vimos hace ya tiempo que el autor de Hebreos entiende que la tierra de Canaán, aunque obviamente es un país literal con geografía e historia, también es un símbolo del reposo divino (Hebreos 3:7-4:10). Bueno, si eso es cierto, la prosperidad de la tierra significaría la participación en las abundantes misericordias de Dios; gozar de los placeres del descanso, del recreo de Dios. Y eso señala que los que piensan en la piedad, en la vida dirigida en todos sus aspectos hacia Dios solamente desde el punto de vista de negarse a sí mismo, cometen un error. Si, nos negamos a nosotros mismos; pero esto no resulta en pérdida, sino en ganancia. La vida piadosa es la vida más placentera. Los que viven en comunión con Dios serán las personas más alegres del mundo (Salmo 112:1).




III. Regresarán permanentement del exilio, vv.14,15.

El regreso del exilio ocurrió cuando regresaron del cautiverio en Babilonia: pero otra vez fueron esparcidos por los Romanos en el año 70 d.C., y otra vez en 135 d.C. Osea que el regreso del exilio no ha sido permanente. Pero el exilio, como el éxodo, es un símbolo del perdón de pecados. El pecado es lo que nos hace inestable, perecedor. El día que de él comiereis, así desobedeciendo a Dios, ciertamente morirás (Génesis 2:17). Los pecadores son llevados por el viento (Salmo 1:4); en vez de ser recogidos en el granero, son echados al fuego (Mateo 13:40-43). Al tener los pecados perdonados, regresamos del exilio: hay paz entre Dios y nosotros, ya no estamos alejados de él. Y cuando Dios perdona, no perdona a la mitad: su justificación es incambiable. Al ser apartado para Dios, soy perfeccionado para siempre (Hebreos 10:14). (Ahora, también vale la pena notar que según la enseñanza de Pablo en Romanos 11, debemos esperar todavía una gran conversión de los judíos al cristianismo: en este, que es el sentido más importante, regresarán del exilio.) Para comprobar que el regreso del exilio está relacionado con el perdón de pecados, que sirve como símbolo de la salvación, solamente hay que comparar unos textos que hablan de las buenas nuevas, del evangelio (que significa buenas nuevas). Vamos a comenzar con Isaías 52:3-9 (comparen también Nahúm 1:15-2:2): y ahora vamos a pasarnos a Romanos 10:10-15. Aquí Pablo ocupa a Isaías 52:7, pero ya en el contexto de la predicación acerca de Cristo. En Cristo hay el verdadero regreso del exilio –porque yo estoy alejado de Dios, quien es mi hogar natural, por mi pecado: pero en Cristo ese pecado es perdonado, y la comunión entre el hombre y Dios es restaurado.

[De hecho, un estudiante y autor de temas bíblicos dice que este es precisamente el símbolo que domina la idea hebrea de la palabra evangelio. Según este señor, cuando usamos la palabra evangelio (que significa buenas nuevas) tenemos dos trasfondos, uno judío y uno gentil. Acabamos de ver que la idea judía es del regreso del exilio. Al hablar del evangelio con ese trasfondo, estamos diciendo que Dios restaura a su pueblo cautivo y exiliado a su lugar y libertad verdadera: esas son las nuevas que son tan buenas que hasta pensamos que aún los pies de los que nos traen esta noticia son hermosos. Pero también hay el contexto o trasfondo romano. Para ellos la palabra evangelio se refería al nacimiento o al entronamiento de un emperador, y aveces a una victoria. Ahora si consideramos el evangelio, las buenas nuevas, que anuncian los ángeles a los pastores en Lucas 2:10,11 veremos que este trasfondo también es válido en conexión con Cristo. ¿Cuales son las nuevas de gran gozo? Que ha nacido el Señor y Salvador, Cristo Jesús. Hay una inscripción en un calendario acerca del emperador Augusto César que dice que él ha sido enviado como salvador y para poner fin a las guerras. Y el coro angelical decía en la tierra paz (Lucas 2:14). Los elementos de la idea romana del evangelio, se cumplen en Cristo.

Lo que pasa es que el evangelio es tan grande y magnífica que un símbolo no basta para manifestarlo adecuadamente. El evangelio es el nacimiento (Lucas 2:10,11) y victoria (Colosenses 2:15) y entronamiento (Hechos 5:31) del Emperador; y en conexión con él, el evangelio es también el regreso del exilio y la estabilidad en nuestro hogar verdadero, los cielos nuevos y la tierra nueva.]

Tú hoy, sufriendo bajo la culpa del pecado, ajenos de la vida de Dios (Efesios 4:18), alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin Cristo, sin esperanza, y sin Dios (Efesios 2:12) entiende que Cristo es tu paz (Efesios 2:14) y que por medio de él hay abundante redención (Salmo 130:7; Efesios 1:7), porque Dios es misericordioso. Clama a él hoy, para que te salve de toda tu maldad.

Labels:

Tuesday, February 20, 2007

Amós 9 (1)

Amós 9:1-10


Nuevamente en Amós capítulo 9 tenemos el anuncio del juicio venidero. En una visión que tiene Amós, el Señor directamente anuncia su juicio ineludible, apesar de la confianza del pueblo. Aquí Amós retoma temas que han aparecido anteriormente, pero ahora los relata estrechamente con los atributos de Dios. Entonces podríamos decir que el tema de esta sección es sencillamente:

I. La justicia de Dios es inescapable apesar de la confianza vana del pueblo (vv.1,10).

Dios derrumba la confianza vana del pueblo cuando manda destruir el templo (donde estaba colocado el altar) en el v.1. Su religión no les servirá de refugio. Además, si se aferran de que son especiales para Dios, que él los ha escogido y redimido, tienen que entender que no por eso evitarán el castigo (v.7). Aunque ellos no lo crean, al igual que los etíopes, serán castigados –como vimos, Dios es el juez de todas las naciones y su propio pueblo no queda sin condenación. Aunque les lastima el orgullo deben entender que Dios tiene cuidado para todos los pueblos. Ahora es cierto que Israel había sido muy privilegiado –pero al ser escogidos y llamados y redimidos por Dios, era para que fueran una nación santa (Exodo 19:5,6); pero si son pecaminosos el hecho de tener cierta cercanía a Dios aumentará su condenación (Amós 3:2). Sus privilegios no incluían pecar sin consecuencias. Entonces Amós así intenta convencerlos que el juicio sí vendrá. Pero aunque reconozcan que el juicio viene, no por eso se dejan convencer que les vendrá precisamente a ellos. Entonces, al pensamiento que sus esperanzas de no entrar en juicio son vanas, el profeta agrega que no habrá manera de escapar del juicio, y eso por como es Dios. Dios juzgará porque es un Dios justo; y ese juicio alcanzará a todo pecador porque

A. Dios es omnipresente, que quiere decir que está en todo lugar, v.2; Salmo 139:7-10; Jeremías 23:24. No hay manera de salir de su presencia.

B. Dios es omnipotente, que quiere decir que todo lo puedo, vv.2-4 (¿quién puede tomarlos del Seol o del cielo o de las profundidades del mar?); Génesis 18:14; Jeremías 32:17,27. Sea cual sea el refugio que ocupen, Dios es poderoso para vengarse de ellos allí: tiene medios a la mano para destruirlos. Y aunque acepten un castigo, el cautiverio, Dios no quedará satisfecho con eso: los pecadores de su pueblo tienen que morir (v.10).

C. Dios es omnisciente, que quiere decir que sabe todo, vv.2-4 (¿quién sabe donde están, no obstante de donde se quieran esconder?); Salmo 139:1-6; Salmo 139:11-18; Hebreos 4:13.

Es decir, Dios es plenamente capaz de cumplir con las amenazas de este capítulo y de todo el libro. Y es lógico, pues él es el Auto-suficiente, fiel y soberano Creador, Gobernador y Preservador de todo el mundo (vv.5,6). La tierra es de él, y él hace lo que quiere con ella. Y en este caso, lo que él quiere es traer llanto (v.5) y mortandad (vv.1,10). El, este Dios infinito y eterno, está velando sobre los pecadores para mal, y no para bien (v.4). Con razón dice Salomón, Mas el camino de los transgresores es duro (Proverbios 13:15).

Pero precisamente estas cosas que inspiran o deben inspirar terror en los pecadores, forman también la confianza de los justos.

Dios promete que aunque destruirá al reino pecador, destruirá a su pueblo en la medida en que son pecadores obstinados, que no destruirá la casa de Jacob (v.8); aunque toda la nación será zarandeada, ni un granito caerá en la tierra (v.9). Como Pablo explica en Romanos 2:28,29 y Romanos 9:6-8 hay un Israel histórico, y un Israel verdadero. Había descendientes de Abraham, pero quienes no eran los hijos de Abraham en el sentido más profundo (Gálatas 3:7; compara también Filipenses 3:2,3 y Judas 5). De la misma manera, hay personas que pertenecen a la iglesia cristiana, y sin embargo no son cristianos (2a de Pedro 2:1; 1a de Juan 2:18,19). Y nosotros debemos confiar que Dios los castigará. Aunque nosotros no seamos capaces de hacerlo, él sabe perfectamente quienes son sus elegidos (2a de Timoteo 2:19) y quienes no, y traerá destrucción sobre los hipócritas. Aunque nos engañen a nosotros, no pueden engañar a Dios –él es omnisciente. No pueden esconderse de él, pues es omnipresente. Y él es omnipotente: su poder alcanzará para derrotarlos. Escuchan las palabras del Señor y teman: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Porque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse. Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en las azoteas (Lucas 12:1-3). Pero no tenemos solamente la confianza de que los hipócritas serán expuestos y castigados, aunque eso en sí es un consuelo. Pero también, como leímos en el Salmo 139, estos mismos atributos que garantizan la destrucción del hipócrita más hábil, conmueven al creyente verdadero a la adoración y la confianza (Salmo 139:6,10). El Espíritu Santo presenta los dos lados de esto en 2a de Pedro 2:4-9: Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio; y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos; y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente, y libro al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos) sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio.... Pedro junta sus datos históricos, y saca esta conclusión: Dios sabe librar de tentación a los piadosos y reservar a los injustos para ser castigados. Consideremos el ejemplo de Noé: vino un juicio universal. El mundo que entonces fue pereció anegado en agua (2a de Pedro 3:6); pero aunque Dios destruyó el mundo, supo preservar al hombre píadoso, Noé.

El mismo Dios que destruye al malo, preserva al justo.

Nosotros no tenemos que temer en tiempos de juicio. Dios no se equivoca. Está en todo lugar; sabe todas las cosas; todo lo puede. Entonces no solamente es capaz de destruir a los pecadores e hipócritas, sino también es poderoso para guardaros sin caída y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría.

A éste, unico y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén (Judas 24,25).

Labels:

Monday, February 19, 2007

Amós capítulo 8

Amós 8:1-14

Los versículos 4-14 amplían el contenido de las visiones de Amós. Allí fue declarado, en forma simbólica, que no hay remedio, que un juicio terrible viene pronto, y descubrimos que gran mortandad es parte del juicio. Ahora Amós nuevamente denuncia con vigor los pecados del pueblo, y explica en más detalle la forma del juicio.


I. La Causa del Juicio—El Pecado del Pueblo, vv.4-6,14

A. Son Crueles, vv.4,6. Los sufrimientos de los pobres no les importaban. Estaban dispuestos reducirlos a la esclavitud para ganancia (Levítico 25:35-39): estaban dispuestos vender lo que apenas es comestible para aprovechar un tanto más de los menesterosos indefensos. Reducían los pobres a la ruina completa. ¿Y tú? ¿Eres justo en tus tratos con los demás? ¿Eres generoso en extender tu mano a los que tienen menos que tú? Muchas veces es difícil porque nosotros nos sentimos pobres, y para dar de lo poco que tenemos nos causa gran ansiedad. Pero Dios ha dicho, A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar (Proverbios 19:17; comparen Salmo 41:1-3).

B. Son Avaros, vv.5,6. Su deseo de dinero les da impaciencia para llegar a sus negocios, y allí usan medidas falsas y engañosas para obtener más. Su balanza registra en kilo de frijol cuando en realidad es solamente tres cuartos. En ésta y otra forma aprovechan todo lo que pueden, exprimen más para ellos en cada aspecto de cada transacción. Lo importante ha llegado a ser el dinero, y no el mandamiento de Dios (Deuteronomio 25:13-16; Levítico 19:35,36). Ciertamente el amor al dinero es raíz de todo tipo de maldad (1a de Timoteo 6:6-10). Pero si Dios nos bendecido con abundancia hay una manera de ocuparla para él, 1a de Timoteo 6:17-19. El dinero es un siervo bueno, pero un amo horrible (Doug Wilson).

C. Son Impíos, v.5. En vez de “mes” y “semana” en este versículo deberíamos pensar en “luna nueva” y “día de reposo”. En días de reposo no hacían trabajo (Deuteronomio 5:12-14), y en la luna nueva, al comienzo de un nuevo mes, solían tener actividades religiosas, por mandamiento divino (Números 10:10; Números 28:11; 2a de Reyes 4:23; Nehemías 10:31). Y para estos comerciantes eso era muy difícil de aguantar. Su codicia era tal que los llevaba a menospreciar las ordenanzas de Dios. ¿Y tú? ¿Apartas un día para Dios? ¿Aguantas detener de comercio por un día para dedicarte sin distracciones a las cosas de Dios? ¿Te cuesta apartar un tiempo para Dios? ¿Tu amor al dinero te lleva a quejarte bajo las restricciones que Dios impone? Es nuestra necedad y ceguera cuando lo hacemos: porque tenemos la promesa profética que al honrar a Dios con nuestro tiempo nos deleitaremos en Jehová (Isaías 58:13,14); a lo mejor no gozaremos tanto de lo material en este mundo: pero en este mundo, y más en el venidero, gozaremos del Dios vivo y eterno.

Nada de esto implica que la diligencia sea mala.

La Biblia nunca está en contra de la diligencia—todo lo contrario (Romanos 12:11; Proverbios 15:19 contrasta el perezoso con los rectos). Pero es una cosa ser diligente en trabajar para proveer por tu familia, para poder compartir con los menesterosos, y para honrar a Dios: y es otra cosa completamente dejar que la codicia y avaricia o preocupación y ansiedad te lleven a prácticas deshonestas, impías y crueles. Nuestra meta es honrar a Dios, y en eso no hay límite a la diligencia, más que la sabiduría; pero en cuanto a la ganancia, Dios ha impuesto límites. El dinero no es más importante que la compasión, la justicia, y la adoración de Dios.


D. Son Idolátras, v.14. Juraban por sus ídolos y sus prácticas pecaminosas. Violaban el mandamiento de Dios de jurar por su nombre, por ser adicto de la religión falsa (Deuteronomio 6:12,13; Deuteronomio 10:20,21). ¿Y tú? ¿Das a otra cosa la honra que pertenece solamente a Dios? ¿En quién confías? ¿A quién alabas? ¿A quién o a qué sirves? Lo correcto, y lo mejor (inclusive para nosotros mismos) es ser fieles a Dios: Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos; pero Jehová hizo los cielos (Salmo 96:5).


II. La Inevitabilidad del Juicio—El juramento divino

Entonces Dios toma un juramento por la gloria de Jacob. Según el principio de Hebreos 6:13 y los otros juramentos de Dios, creo que tenemos que entender que esto es una manera de referirse a Dios. El es la gloria de Jacob (Jeremías 9:23,24; Salmo 3:3). La gloria del pueblo de Dios, es precisamente que Dios es su Dios. Pero el pueblo no ha reconocido eso: aunque Dios jura por sí mismo, ellos han jurado por otras cosas (Amós 8:14). Y en consecuencia de toda su maldad, lo que Dios jura es que no se olvidará de sus obras. Queremos que Dios se olvide, porque nuestras obras son malas. Si mirares a los pecados, ¿quién, oh Señor, podrá mantenerse? (Salmo130:4; Jeremías 31:34 asocia las ideas de perdón y del olvido de pecado). Pero en este caso Dios jura no olvidar sus obras. Esto necesariamente significa que serán juzgados, y los siguientes versículos se dedican a explicar el castigo que pronto viene. Amplían los pensamientos breves del v.3.


III. El Juicio Consiste en

A. Grandes alteraciones, vv.8,9. Ya si los dichos se deben de entender de desastres naturales, ya que lo deberíamos de tomar metaforicamente (que me parece más probable—Jeremías 15:9) es obvio que pasarán cosas que afectarán a todos. La tierra nos sostiene –si ella tiembla no hay estabilidad. El sol nos ilumina y es necesario para todo bien terrrestre: pero Dios lo hará oscurecer. Aún lo más estable y confiable nos deja a la orden de Jehová, Dios de los ejércitos.

B. Llanto universal, v.10. El llanto alcanzará a todos; un llanto fuerte, tremendo, como cuando muere un único hijo. Y este llanto llegará aún a los gozosos que están festejando. Nuestra dependencia de Dios es absoluta, si lo que reconocemos o no. Y cuando él quita el don de la alegría (Hechos 14:17) no hay quién pueda mantenerse felíz.

C. Hambre de la palabra del Señor, v.11-13. Esto no es hambre sencillo donde falta qué comer, que en sí es un castigo tremendo y horrible. Pero Dios quitará su palabra. Probablemente se refiere a la falta de profetas. No escuchamos de algún profeta que los acompañó en el cautiverio de Asiria: y ¿quién sabe si pudieron llevarse escritos anteriores? Entonces buscarán a la palabra del Señor y no la hallaran. Ahora como pasó con Jeremías (Jeremías 42) y Ezequiel (Ezequiel 20), parece que esta busqueda no fue para arrepentirse e implorar perdón de Dios, sino una busqueda como la de Esaú (Génesis 27:38; Hebreos 12:16,17). Saúl también buscó la palabra del Señor en sus últimos momentos (1a de Samuel 28:5-19), pero no para arrepentirse. Pero llegará el momento cuando estas personas, cuyo sumo sacerdote intentó callar y correr a Amós sentirán que la palabra del Señor les hace mucha falta –pero ya será muy tarde. Dios tiene muchas formas de castigarnos, y uno de ellos es quitando los medios de reconciliación, eliminando lo que nos daría esperanza o la capacidad de servirle (Romanos 1:24-32; Joel 1:13). Atendamos cuidadosamente a la palabra del Señor, no sea que por menospreciar o desobedecerla sea quitada de nosotros. Cuando Dios trae esto, posiblemente en conjunto con otras calamidades, aún los jóvenes y fuertes falleceran. ¿Cuando terminaremos con la tontería de pensar que podemos aguantar el juicio de Dios? De sed falleceremos.

D. Destrucción irremediable, v.14. El colmo a todo esto es que Dios dice que jamás se levantarán. Hay correciones que nos vienen por un tiempo (Hebreos 12:11) para bien; pero si seguimos obstinados en pecar, hay un castigo que nunca se quita, que no tiene fin (Apocalipsis 14:9-11).


A la misma vez que estos castigos nos cuentan de la terrible ira de Dios, sirven para recordarnos que él es la fuente de todas estas bendiciones. Toda la establidad viene de Dios (Salmo 119:90,91; Jeremías 31:35,36). El es quien nos da el gozo, y de él proviene. El nos ha dado su palabra para guiarnos, para amonestarnos; él nos ha dado su palabra para nuestro bien. Este Dios puede ser provocado a castigar. ¿Pero por qué vamos a querer ofender al Dios que nos crea para que entremos en el compañerismo de la Trinidad? Eso es odiarlo precisamente porque es bueno. ¡Que Dios nos dé gratitud y gozo en disfrutar de él a travez de sus dones y que perdone nuestras fallas por su Hijo Jesucristo, quien juntamente con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina eternamente! Amén.

Labels:

Sunday, February 18, 2007

La Santa Cena y Oposición a la Palabra de Jehová

Hay varias maneras de oponerse a la palabra de Dios. Y una de esas formas as abusándola. Cuando llegamos a las ordenanzas de la iglesia, tenemos por decirlo así, el evangelio hecho visible. En el bautismo vemos muerte y resurrección con Cristo (Romanos 6:3,4); en la Santa Cena vemos participación con él (1a de Corintios 10:16). Si participamos indignamente estamos abusando la palabra de Dios; pero si no participamos estamos ignorando algo que Dios nos ha dado, cosa que también denuncia Dios. ¿Cuándo participamos indignamente? Cuando profesamos con nuestras acciones que somos partícipes de Cristo, y no es cierto. Si no hemos muerto y resucitado con él, no somos partícipes con él (un motivo por el cual normalmente restringimos la santa cena a los bautizados, haciendo excepción solamente en casos especiales). Pero si hemos muerto con Cristo hemos muerto al pecado. ¿Cómo viviremos más en él? Si hemos resucitado con Cristo es para andar en vida nueva. ¿Cómo podemos seguir igual? Si participamos con Cristo, recibiendo su justicia, siendo conformados a su imagen, siendo identificados con él, pues tenemos que serle fiel: sus sufrimientos y su vida se tienen que manifestar en nosotros. Si no eres partícipe de Cristo, no profeses serlo comiendo la cena. Estas mal por no ser partícipe de Cristo, y eso es lo primero que tienes que ver. Pero si eres partícipe de Cristo no mientas alejándote de esta mesa. Si has gustado de Cristo quieres más: y aquí nos ofrece comunión con él (1a de Corintios 10:16,17,). Aceptar la palabra del Señor trae bendición: y este rito es una manera en que Dios nos bendice y fortalece. Pero rechazar la palabra de Dios aumenta la condenación, y así los que comen y beben indignamente juicio comen y beben para sí (1a de Corintios 11:27,29).

Labels:

Saturday, February 17, 2007

Amós 7 (2) --Oposición a la Palabra de Jehová

Amós 7:10-17 Oposición a la Palabra de Dios

¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra? -Jeremías 23:29


I. Los Motivos de Oposición

A. Envidia. Hechos 7:9; Juan 11:48; Mateo 27:18; Hechos 13:45; Hechos 17:5

Todos nosotros debemos de dejar la envidia (1a de Pedro 2:1). Es mala en sus orígenes (1a de Timoteo 6:10), sus asociaciones (Romanos 1:20, Tito 3:3) y en sus efectos (Proverbios 14:30; Gálatas 5:21).

B. Pragmatismo. Jeremías 27:12-14; Jeremías 38:4; Juan 11:48-50; Juan 19:12; Hechos 17:7. Cuestiones de conveniencia muchas veces dictan la respuesta a la palabra de Dios. Pero esto es pura tontería y necedad: cuando Dios habla, lo más práctico es escuchar y obedecer.

Pero de hecho muchas veces el pragmatismo simplemente es una manera de encubrir la envidia.


II. Las Maneras de Oposición

A. Abierta. En este tipo de oposición el esfuerzo es lograr o que la persona comunicando la palabra de Dios se calle, o que la gente no lo escuche.

1. Hacer callar, Amós 7:12,13; Amós 2:12; Isaías 30:10; Jeremías 11:21; Jeremías 36:21-23 (supresión directa); Jeremías 29:26,27 (supresión apelando a las autoridades: vean también) Juan 19:12 y Lucas 23:2 (intentan provocar a Pilato contra Cristo para que éste lo calle—comparen Lucas 20:22-25 para ver la distorción: lo mismo se encuentra en Hechos 17:5-9); Lucas 13:31 (intentan correr a Cristo, como Amasías intentó con Amós).

2. Hacer ignorar, Se puede hacer con burlas, Hechos 2:13; Hechos 17:32; 1a de Corintios 15:25 (?); 2a de Pedro 3:3; Juan 9:34 (?); con contradicción, Jeremías 43:2 (ya del hombre –Juan 9:16, 2a de Corintios 13:3); Génesis 3:4 (ya de la palabra misma); con amenazas (Juan 9:22); con insultos (Juan 10:19,20; 2a de Corintios 5:13 (?); 2a de Corintios 10:10; 2a de Corintios 12:16).

Pero esto es solamente una especie de oposición. Es la más obvia, pero no siempre es la que funciona mejor. Entonces aveces la gente finge estar de acuerdo, pero mediante una interpretación errónea de lo que se dice, o agregando o quitando hacen que la gente se aparte de la palabra de Dios (Lucas 23:8; Judas 4; Gálatas 1:7; 2a de Juan 7). Esta es una oposición

B. Encubierta. Las personas entran secretamente, fingen estar de acuerdo, pero empiezan a cambiar cosas. Aveces interpretan mal lo que se dijo (2a de Pedro 3:16); aveces mienten acerca de lo que se dijo (Romanos 2:8), aveces agregan cosas dañinas (2a de Pedro 2:1; Mateo 15:3-6 –en contravención del mandamiento directo de Dios, Deuteronomio 4:2); aveces distraen a las personas con discusiones de poca importancia (1a de Timoteo 6:3-5) que pueden convertirse en errores fundamentales (2a de Timoteo 2:16-18).


III. La Locura de Oposición

A. No Funciona, pues Amós sigue con sus visions (Amós 8:1-3)—la palabra de Dios no está presa (2a de Timoteo 2:9; Jeremías 26:23,28,32).

B. Aumenta la condenación, pues ahora Amós anuncia a Amasías cual será su castigo específicamente (Amós 7:16,17). Si no fuera por otro motivo, ¿cómo le habrá afectado este conocimiento cuando veía a su esposa, a sus hijos, a su terreno, o a sí mismo? (Jeremías 28:10-17; Jeremías 29:24-32)

Cuando Dios nos amenaza con juicio por nuestra maldad y en vez del arrepentimiento callamos o ignoramos a su mensajero, guarantizamos el cumplimiento de lo que él dijo (los judíos temen que por Cristo perderán su lugar santo y nación: entonces deciden matarlo (Juan 11:48-53); pero fue ese pecado con su obstinada oposición a los mensajeros de Cristo, que selló su destrucción (Mateo 23:32-39; Lucas 19:42-44).


IV. La Respuesta a la Oposición

A. Responde a su adversario, Amós 7:14-17. Manifiesta lo que Dios tiene que decir al que se opone (Jeremías 20:1-6; 2a de Corintios 11:13-15)

B. Continúa con la tarea divina, Amós 8. No se deja impresionar (Jeremías 23:28).


No nos debemos dejar engañar o espantar: la palabra de Dios es cierta y será cumplida. Entonces tampoco dejemos que nos impidan de hablarla.

Labels:

Friday, February 16, 2007

Amós 7 (1) --La Oración y el Juicio

Amós 7:1-9, 8:1-3


En esta sección de su profecía, el profeta Amós relata cuatro visiones que él tuvo. Aunque el relato de las visiones es interrumpido por una narración histórica de un conflicto que tuvo el profeta con un sacerdote llamado Amasías, vamos a considerar estas cuatro visiones todas juntas.


Aquí, entonces, es el lugar correcto para hacer algunos comentarios acerca de las visiones en la profecía. Hay que notar que no es necesario que algo en el mundo exterior corresponda a estas cosas. Es posible, pero no es necesario. Por ejemplo, Amós tiene una visión de un canastillo de fruta de verano (Amós 8:1). No es necesario suponer que Amós ese canastillo de fruta existió. Es una visión. También es importante señalar que las visiones pueden ser simbólicas. Con el mismo ejemplo del canastillo de fruta de verano, podemos ver esto: Dios explica a Amós en conexión con este canastillo que el fin ha venido sobre su pueblo Israel. El canastillo (que a lo mejor jamás existió fuera de la visión de Amós) representaba algo –era un símbolo.


Ahora, hay varias interpretaciones de las cuatro visiones que tiene Amós, sobre todo de las dos primeras. Hay algunos que piensan que estas visiones se refieren a cosas actuales, físicas: cuando Amós ve a Dios criando langostas, es porque Dios iba a mandar langostas literales. Hay algunos que toman estas visiones de las varias opresiones que Asiria impuso sobre Israel: cuando Amós ve langostas comiendo la hierba de la tierra, por ejemplo, es que uno de los reyes de Asiria exigía tributo –él se acababa con los frutos de la tierra. Y también hay discusión si lo que estas visiones significaban ya se habían cumplido cuando Amós tuvo estas visiones, o si estaba viendo un futuro, o si eran hipotéticas, es decir: Dios le mostró cosas que podrían pasar, pero que no pasaron. Y hay algunos que prefieren no particularizar, sino tomarlas como ejemplos de los varios tipos de juicio que Dios manda. Como no es mi propósito hablar extensamente de la interpretación de las visiones, hoy vamos a pensar más de esta forma, pensando sobre todo en la relación de la oración al juicio. ¿Que tiene que ver la oración con el juicio?


Notemos que en las primeras dos visiones, Amós intercede por su pueblo, y Dios le contesta favorablemente. Podemos aprender entonces,


Que algunos de los juicios de Dios se pueden evitar o detener mediante la oración. Cuando Amós ora en las primeras dos visiones, dice casi lo mismo. Pero varía su oración por una palabra. En la primera dice, Señor Jehová, perdona ahora; ¿quién levantará a Jacób? porque es pequeño. Y en la segunda dice Señor Jehová, cesa ahora; ¿quien levantará a Jacob? porque es pequeño. La diferencia no es mucha, pero posiblemente la diferencia entre perdona y cesa es que en el primer caso, con perdona Amós intercede con Dios para no mandar un juicio prometido. Otro ejemplo de esto sería el arrepentimiento de Nínive en el libro de Jonás. Dios dijo que serían destruidos en cuarenta días, pero se humillaron y buscaron a Dios y no fueron destruídos: el juicio se evitó (Jonás 3:4-10; hay algo muy parecido en Exodo 32:7-14). En el segundo caso cuando Amós intercede, posiblemente está pidiendo que una destrucción, un juicio, que ya había empezado, se detuviera. De esto tenemos un ejemplo en Números 16:41-48. En ese pasaje, la mortandad ha comenzado, pero Aarón lo detiene con incienso, que está estrechamente relacionado con la oración (por ejemplo, Apocalipsis 8:3-5).

Entonces vemos que hay una categoría de juicios que se detienen o se evitan por la oración. Si hay alguno que piensa que orar es algo sin sentido, o que nadamás sirve para que nosotros nos tranquilizemos, hay que recordar que cuando Amós oró, Jehová dijo, No será.


Pero luego vienen dos visiones, que parecen referirse al mismo evento, y en esas visiones Dios no le da a Amós la oportunidad de interceder. Le muestra cosas que necesitan más explicación. Cuando el Señor está sobre un muro hecho a plomo, con una plomada de albañil un se mano, no es inmediatamente obvío lo que significa esa visión. Y el Señor explica que ya no va a tolerar a su pueblo Israel –él traerá destrucción. Y en la cuarta visión, el significado del canastillo de fruta también necesita ser explicado. Dios aclara que señala que el tiempo ya ha venido. Es decir, en la tercera visión Dios dice que el castigo, el juicio, es inevitable: y en la cuarta visión explica que el juicio inevitable está por llegar. En otros capítulos de su profecía el ha dilatado muy extensamente el motivo por el juicio, es decir, ha explicado muy claramente el pecado del pueblo. Pero en estas visiones por lo mucho apenas alude a esto en la visión del canastillo de fruta de verano –fruta que está madura, lista para comerse. Posiblemente en eso está indicando que el pueblo está listo para el juicio, es decir, están en condición de plenamente merecerlo.


Ahora en estas últimas visiones, Dios no le da a Amós oportunidad para interceder –porque ya la intercesión no servirá para nada. Y este punto se ve muy claramente en la vida de Jeremías. Tres veces en el libro de Jeremías Dios le manda que no ore por el pueblo (Jeremías 7:16; 11:14 y 14:11,12). Dos veces dice que es porque él no le oirá a Jeremías, y una vez es porque Dios no piensa oír al pueblo cuando clamen. Queda claro por esto, que hay momentos para no orar. Hay momentos cuando Dios no quiere que pidamos que se evita un juicio. Un ejemplo muy claro de esto serían con el diablo y sus ángeles. La Biblia nos enseña que ellos han sido reservados para el juicio (2a de Pedro 2:4, Judas 6). Pues no vamos a orar que Dios tenga misericordia de ellos, ni vamos a orar que no pase el juicio del gran día. Ya nos ha mostrado lo que es su voluntad: no podemos orar en contra de eso.


Pero en Jeremías 14:11,12 se agrega un pensamiento todavía a este de dejar de orar. Allí dice: Me dijo Jehová: No ruegues por este pueblo para bien. Cuando ayunen, yo no oiré su clamor, y cuando ofrezcan holocausto y ofrenda no lo aceptaré, sino que los consumiré con espada, con hambre y con pestilencia. Dios deja muy claro aquí que orar no servirá para nada: el juicio ha sido determinado, no hay por qué orar para bien. Pero noten que no prohibe todo tipo de oración: solamente prohibe oración para bien. Y aquí llegamos a las oraciones que encontramos en la Biblia en contra del perdón, cuando los santos de Dios en vez de pedir misericordia para otros piden justicia. Jeremías mismo hace esto en Jeremías 18:23, diciendo: Pero tú, oh Jehová, conoces todo su consejo contra mí para muerte: no perdones su maldad, ni borres su pecado de delante de tu rostro; y tropiecen delante de ti; haz así con ellos en el tiempo de tu enojo. Y no es solamente Jeremías, tenemos muchos otros ejemplos: Nehemías 4:5; Salmo 5:10; Salmo 59:5; Salmo 69:22-28; Salmo 109:1-20 e Isaías 2:9. Pero para que no vayamos a pensar que esto es algo que cambió con la venida de Cristo, dejenme notar no solamente que Pablo y Pedro ocupan las palabras de los Salmos 69 y 109 (Hechos 1:20, Romanos 11:7-10) sino que Pablo hace este mismo tipo de oración en 2a de Timoteo 4:14, cuando escribe: Alejandro el calderero me ha causado muchos males; el Señor le pague conforme a sus hechos, donde no cabe duda que sus hechos son malos, y al ser pagado conforme a ellos, será pagado con males. Lo mismo vemos en Apocalipsis 8:3-5, donde hay la escena bella cuando un ángel ofrece a Dios un incensario lleno de las oraciones de los santos, mezcladas con incienso (que probablemente simboliza la intercesión de Cristo, enseñándonos que nuestras oraciones son aceptas solamente por los méritos de Cristo, en unión con él). Después de ofrecer las oraciones de todos los santos (y vale la pena notar que todos los santos oran –si no oras, no eres un santo– y también que Dios no se olvida de las oraciones del más insignificante, humanamente hablando, de los santos), el ángel llena el incensario con fuego del altar, y lo arroja a la tierra. El resultado de esto es que hay truenos y voces y relámpagos y un terremoto. Es decir, estas oraciones de los santos impactaron lo que pasaba en la tierra: y en este caso lo impactaron para juicio, para revelar la ira de Dios.

Todo esto es para decir, que hay momentos cuando oramos para misericordia: y hay momentos cuando no solamente dejamos de orar para misericordia, sino que hasta llegamos a orar para juicio, para castigo, para que no haya perdón.


Antes de avanzar a la pregunta de cómo distinguimos los casos, como sabemos cuando debemos de orar de estas forms diferentes, debemos de reconocer el reto que esto nos da, el deber que nos impone. ¿Cuál sería la actitud de alguien que pide por el castigo de Dios? ¿Cómo debe de sentir para poder orar así? Pues lo más fácil para nosotros pensar es que es iracundo y vengativo: pero tenemos que recordar que Dios grabó estas oraciones en la sagrada Escritura, inspirada por su Espíritu Santo para nuestra enseñanza. Entonces no podemos nadamás concluir que los que oraron de esta forma estaban pecando, y que no tienen nada que ver con nosotros. Al contrario, tenemos que aprender a compartir su actitud.


Lo que estas oraciones exigen de nosotros es que estemos de acuerdo con el juicio de Dios, no obstante de sobre quien caiga. Que Dios mueva a sus profetas a orar en contra del perdón, significa que los ha movido a estar de acuerdo con sus juicios, a reconocer que él manda a las personas al infierno, porque es justo, santo y bueno. Esto es difícil para nosotros cuando llega a nuestros familiares y amigos. Pero yo tengo que someterme: yo tengo que aceptar que Dios tiene todo el derecho, y toda la razón, en enviar a mi ser más querido al infierno. No es fácil: y no es por decir que no nos vaya a doler. Pero tenemos que someternos a la voluntad de Dios, y reconocer que todo lo que hace, incluyendo condenar a la persona que más quiero en este mundo a la tortura eterna del lago de fuego, lo hace bien y porque él es santo, bueno, y justo.


Uno de los versículos donde encontramos una oración en contra del perdón es Isaías 2:9. Ese versículo viene en un contexto: Dios está anunciando su juicio, y declarando que en aquel día, solamente él será exaltado (vv.11,17). Es en ese contexto que Isaías ora, no los perdones. Para poder orar así, para poder aceptar y hasta regocijar en la justicia de Dios, no obstante de sobre quien sea manifestada, tenemos que aprender a valorar más la gloria, la exaltación de Dios, que cualquiera otra cosa. Para que mi corazón acepte la condenación de mis seres queridos al sufrimiento sin fin, tengo que estimar más la gloria de Dios, que el bien estar de mis seres queridos. Dios se va a glorificar: y eso es lo fundamental, lo más importante. Y si Dios escoge glorificarse manifestando la gloria de su ira y su justicia sobre mis seres queridos, que bueno (comparen Romanos 9:19-24). Claro, lo que quiero, lo que pido, es que Dios manifieste la gloria de su misericordia: pero cuando ha manifestado que es su decisión manifestar su ira, yo lo tengo que aceptar.


Y esto nos trae a la pregunta: ¿cómo podemos distinguir? ¿Cómo sabemos cuando es el momento de orar por misericordia, de no orar, o de orar por justicia? Para entender esto, hay que entender la doctrina de la oración. La oración no es una manera de cambiar a Dios. Es uno de los medios, quizás el medio principal, que Dios ha instituido para cumplir sus propósitos. Entonces, esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye (Juan 5:14). Siendo que la oración es un medio que Dios usa para cumplir sus propósitos, no podemos pedir por algo que está en contra de su voluntad. Si Dios le dice a Jeremías que no ore por ese pueblo para bien, ¿creen que Jeremías debería de orar por ellos? No es conforme a la voluntad de Dios. Nunca debemos orar en contra de lo que Dios quiere. Pero hay tiempos cuando no sabemos lo que Dios quiere. En ese caso, pedimos como Cristo, si es posible... pero no sea como yo quiero, sino como tú (Mateo 26:39). Es decir, ofrecemos a Dios nuestros deseos, sumisos a su voluntad. Cuando sabemos lo que Dios quiere, lo oramos con confianza, así como la petición Venga tu reino (Mateo 6:10: comparen Abdías 21 para ver que pedimos esto con confianza). Entonces, la respuesta a como oramos, depende de si sabemos la voluntad de Dios o no. Y en cuanto a pedir misericordia, pedir salvación, no sabemos cuales son los propósitos de Dios para un individuo. Pero si ese individuo muere negando a Cristo, pues no fue el propósito de Dios mostrarle la misericordia de la salvación, y tenemos que dejar de pedirlo. La Confesión de Westminster se dirige sabiamente a este tema en su capítulo 21 y el párrafo 4: La oración ha de hacerse por cosas lícitas, y a favor de toda clase de hombres que ahora viven, o que vivirán después; pero no de los muertos ni de aquellos de quienes se pueda saber que hayan cometido el pecado de muerte.

Es decir, cuando sabemos que la voluntad de Dios es castigar, oramos por castigo; cuando sabemos que su voluntad es misericordia, oramos por misericordia. Cuando no sabemos, rogamos misericordia, pero sumisos a él, entendiendo que eso posiblemente no sea su voluntad. Entonces, ¿deben de dejar de orar por cierta persona? Pues solamente si están seguros que Dios no tiene propósito de misericordia para él, y eso es algo que yo hasta el momento se solamente de los muertos.

¿Tú estás conformado a la voluntad del Señor? ¿Estás dispuesto aceptar lo que sea, con que sea para la gloria de Dios? Esa es la actitud de nuestro Señor Jesucristo que le llevó a la cruz: si él no hubiero tenido esa actitud, nosotros no seríamos salvos. Gracias a Dios que salvándonos nos ha dado la capacidad, como Cristo lo tuvo (como vemos en Juan 12:27,28), para valorar su gloria más que todas las cosas. ¡Que él sea glorificado a travez de nosotros! Amén.

Labels:

Thursday, February 15, 2007

Amós capítulo 6

Amós 6:1-14

En este capítulo Amós anuncia el juicio de Dios sobre todo a los ricos y poderosos, a los que tienen una vida tranquila y sin dificultades que piensan que las cosas siempre serán así. Les manifiesta el juicio de Dios, diciendo “Ay de los reposados en Sion y de los confiados en el monte de Samaria.” Vamos a tomar este versículo como el punto central del capítulo, e intentar explicarlo a la luz de los otros versículos. En este versículo y en todo el capítulo Amós aclara en qué consiste el juicio de Dios, a quienes llegará, y porque serán juzgados.


I. ¿En qué consiste el juicio de Dios? vv.1,7-11,14 Ay de los reposados

El juicio de Dios consiste en:

A. Cautiverio, v.7. Este es un golpe especial cuando desde Abraham hasta los días de Josué habían anhelado tener su propia tierra, según la promesa de Dios.

B. Mortandad, vv.9,10. Esta mortandad será muy grande: si en una casa hay diez, todos morirán. Y el pensamiento del versículo 10 parece ser que el pariente que viene para quemar los cuerpos (otra indicación que hay muchos, porque solían enterrar a los muertos –comparen Salmo 79:1-3) encuentra que de toda la casa sobrevivió uno: y a éste le prohibe mencionar el nombre de Jehová, para que no caiga el juicio sobre él también. Es decir, temen atraer la atención de Jehová hacia ellos. Esto es un contraste bastante grande con la actitud de los Salmos, donde a cada rato piden la atención de Jehová: por ejemplo, en el Salmo 13 David se queja de que Jehová no le presta atención (comparen también Daniel 9:17-19). Pero aquí es todo lo contrario. Las dos actitudes se pueden entender: si pensamos que Jehová actuará a nuestro favor si solamente nos escuchara, pues entonces vamos a querer que se fije en nosotros. Pero si pensamos que al darse cuenta de nosotros nos castigará, pues más vale no hacer nada para atraer su atención. En el contexto de Amós, cuando vienen los tiempos profetizados, será muy claro que Dios está visitando en justicia —mejor, entonces, evitar que se de cuenta de nosotros. (Ahora al pensar así cometen un error, pues no hay cosa que Dios no sabe, entonces intentar escondernos de él no funciona: Salmo 139 y Amós 9:1-4).

C. Destrucción, v.11. Todas sus cosas finas no serán preservadas.

D. Opresión universal, vv.11,14. La casa chica y la casa grande experimentarán quebranto; y esto será por todo el país, desde el extremo norte, hasta el más distante sur.


II. ¿Sobre quienes cae el juicio de Dios? vv.1,3-6,13 Ay de los reposados

Ahora no se anuncia un juicio sobre los reposados, porque estar en reposo y vivir confiadamente es automaticamente malo. Dios promete descanso, Jeremías 46:27; Mateo 11:28,29. De hecho, el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre (Isaías 32:17; comparen también Ezequiel 28:26). Pero la identificación de los condenados no termina con decirles reposados y confiados.

A. Son líderes –jueces, magistrados, los poderosos de la tierra, v.1,3

B. Son ricos, vv.4-6

C. Son orgullosos, v.13

Podríamos dilatar algo más sobre su identidad, pero ya empezamos a acercarnos a la razón por su destrucción. Entonces recalquemos solamente que una elevada posición en la sociedad, mucho dinero, o tranquilidad presente no son guarantías de que Dios no está aírado contra nosotros; y no forman una defensa contra su ira. Yo puedo ser rico, contento, respetado y estar bajo la ira de Dios; y cuando llega el día de la manifestación de su ira, nada de eso me servirá para nada.

III. ¿Por qué viene el juicio de Dios? vv.1-8,12,13

A. No viene solamente porque son reposados

1. Porque ser reposado, confiado, rico no tiene que ser malo.

a. Tener reposo no es malo, pues Dios dice a su pueblo como llegar al reposo, Isaías 26:3; Filipenses 4:6,7

b. Tener confianza no es malo, pues Dios nos exhorta a confiar, Josué 1:9; Hebreos 10:35; Salmo 4:5

c. Ser rico y ser piadoso no son cosas necesariamente opuestas, aunque por cierto que el dinero es una tentación. Consideremos el ejemplo de Abraham (Génesis 13:2) y Job (Job 1:3); pero en equilibrio con Proverbios 30:7-9, 1a de Timoteo 6:9,10.

2. Porque Amós pone estas cosas en combinación con otras, señalando que tenían (y que se requieren) fallas para ser condenados –es decir, tenemos que poner todo lo que dice junto. Y siendo que nos dice más cosas de ellos, que nos manifiesta su maldad y aún cómo su dinero servía a la maldad, sabemos que no fue sencillamente por tener dinero que Dios los iba a destruir.

B. Viene porque son malos

1. Son opresores, vv.3,12. Su riqueza y confianza están almenos parcialmente basadas en opresión. Santiago 5:1-6.

2. Son indiferentes, v.6; Como sus padres, no les molestaba la afflicción de José, sino que siguen viviendo cómodos, Génesis 37:24,25.

Este es un tiempo de gran prosperidad, entonces no vamos a suponer que la mayoría de la población están muriendo de hambre. La afflicción de José podría referirse a tres cosas, o quizás a todas.

a. Podríamos pensar en la bancarrota moral del pueblo. Como hemos visto extensamente en los estudios anteriores, el pueblo se había corrompido grandemente. ¿Cómo van a estar reposados y confiados cuando venden al justo por dinero (1:6)? ¿Cuando el pueblo no sabe hacer lo recto (3:10)? ¿Cuando la religión misma se ha pervertida (4:4)? ¿Cuando el que reprenda la maldad es aborrecido (5:10)? Y nosotros: ¿como viviremos reposados, cómodos en la sociedad cuando hay uniones legalizadas entre homosexuales y el aborto deliberado de los bebés es legal?

b. O podríamos pensar en el hecho de que su riqueza y lujuria se basaba, almenos en parte, en la opresión de los pobres (2:6-8). Pero no se compadecen de ellos: sin lástima, sin recriminación interna oprimen a los pobres para obtener lo que quieren. El juicio de Dios cae sobre estas personas, como lo son en nuestros días los que participan en todo lo de la esclavitud (Exodo 21:16; Deuteronomio 24:7). En nuestros días hay muchos que están en esclavitud en varias formas, hombres y mujeres, adultos y niños, y es una abominación. Necesitamos tomar en serio las palabras de Proverbios 31:8,9.

c. O con Calvino podríamos pensar que su indiferencia es hacia Dios. Vivían confiadamente aunque Israel estaba bajo el peligro de la ira de Dios. Dios había manifestado su enojo contra sus prácticas. ¿Como podían estar confiados? Solamente alejando el día malo: pensando que no vendría, o que al venir no les tocaría a ellos, o que no vendría por mucho tiempo. Esto obviamente us incredulidad, ateismo práctico. No lamentan aunque hay un quebrantamiento venidero que casi destruirá a los descendientes de José: su indiferencia ya es muy grave. Es rebeldía en contra de Dios, Isaías 22:12,13.

3. Son auto-indulgentes, vv.4-7. No actúan con templanza. La templanza es fruto del espíritu (Gálatas 5:23, comparen 2a de Timoteo 1:7). Quien no se controla, quien no tiene dominio propio –ya sea en cuanto al vino, la comida, el entretenimiento, sus emociones, o lo que sea– está en peligro (1a de Corintios 9:25-27; Proverbios 23:19-21; Proverbios 25:28; 1a de Timoteo 5:6).

4. Son un mal ejemplo, vv.1,3. Los jueces deberían glorificar a Dios (Salmo 148:11); deberían ser hombres que conocen la ley de Dios (Esdras 7:25) porque representan a Dios (2a de Crónicas 19:4-7). Dan un mal ejemplo al pueblo, pero también por su conducta defaman el nombre de Dios.

5. Son soberbios, v.13. Se regocijaban en las apariencias, en su poder político, y atribuían sus victorias a sí mismos –contra la declaración bíblica que Dios les levantó un salvador (2a de Reyes 13:5). Al regocijarnos en los dones de Dios sin reconocer que son de él, regocijamos en nada; al atribuir a nosotros mismos lo que corresponde a Dios cometemos necedad, Jeremías 9:23,24; 1a de Corintios 1:18-31.


El hecho de que son malos es lo que convierte a su reposo y su confianza en algo necio, ilusorio, y hasta pecaminoso.

1. Su confianza es ilusoria.

A. El profeta manifiesta que su confianza es ilusoria en Amos 6:2 –naciones que en alguna cosa habían excedido a Israel de todos modos fueron destruidos: el hecho de que están reposado y confiado no es guarantía de que todo seguirá así.

B. Además, (Amós 6:3) aunque alejaban el día del juicio en sus pensamientos, mientras sus prácticas lo garantizaban. Según Calvino y Hutchenson el v.12 declara que Dios necesariamente hará juicio. Por su persistencia en pecar, más paciencia es tan inutil como arar en las peñas (algunos: en el mar); el juicio tiene que venir.

C. Confiaban en el monte de Samaria (v.1) y su propia fuerza (v.13); pero estas cosas no son obstáculo para Dios.

D. Es más, si pensaban que Dios no podía, están mal: en el versículo 14 se anuncia como Jehová Dios de los ejércitos: él manda, él reina, él tiene todo poder. Y si piensan que Dios no quiere, también se equivocan. Dios los aborrece y jura por sí mismo, por su propia vida, que los castigará (v.8).

2. Su confianza es pecaminosa.

Son obstinados y engañados en su reposo: y siendo que su confianza se mantiene en vanidad y mentiras es también pecaminosa, sobre todo cuando Dios ya les ha anunciado que las cosas no son así.


Esto nos trae a la actitud que habrá cuando viene el juicio, que no querran atraer la atención de Dios. Notamos que esto es un contraste con la actitud normal de los santos. La diferencia en estas actitudes es como pensamos en Dios, como concebimos nuestra relación con él. Ahora esa concepción puede ser errónea. Aveces tenemos mucho miedo que no deberíamos de temer: estamos bien con Dios, pero nos es difícil creerlo. Y también funciona como aquí en Amós: habían quienes deseaban el día de Jehová, no entendiendo que ellos serían destruidos (Amós 5:18-20: compare Mateo 7:22,23). Es posible querer que Jehová nos atienda porque no entendemos que su juicio nos alcanzará y nos destruirá. Esta es la actitud de la persona que se engaña: que piensa tener una buena relación con Dios cuando no es cierto.


Ay, entonces, de los carnalmente reposados e ilusoriamente confiados, que no manifiestan el amor de Dios ni el fruto del Espíritu.


Tenemos causa de miedo: hemos ofendido a Dios. Atrayendo su atención sería para destruirnos. Pero paradojicamente, hay una manera de atraer su atención que no resulta en condenación: por medio de Jesucristo. Por medio de él tenemos paz para con Dios (Romanos 5:1). La diferencia entre recibir misericordia o juicio de Dios es si creemos o no en el Hijo (Juan 3:36). Cualquiera otra confianza es ilusoria y pecaminosa.

Labels:

Thursday, February 08, 2007

Amós capítulo 5

En este capítulo Amós sigue insistiendo en algunas de las mismas cosas. Vuelve a reiterar que el pecado de Israel traerá el castigo de Dios y que las cosas en las cuales ellos confían como protección de la justicia de Jehová no sirven, sino que aumentan su condenación. Todos estos son temas que hemos visto en los capítulos anteriores. ¿Por qué insiste Amós de esta manera? Podría ser porque el pueblo era necio: eran lentos para entender lo que decía. Y esta insistencia también es provechoso para nosotros. No siempre entendemos las cosas inmediatamente: necesitamos repeticiones y explicaciones. Necesitamos que la misma cosa se nos diga de otra forma. Aunque aquí Amos reitera principios básicos que anunció anteriormente, agrega detalles adicionales.

I. El Repaso

A. El Pecado de Israel. En cuanto al pecado de Israel dice que convierten el juicio en ajenjo, y echan a la justicia por tierra (v.7); no les importa la justicia: afligen al justo,reciben cohecho y hacen que los pobres pierdan su causa (v.12). Son endurecidos en estas cosas: odian al reprensor, abominan al que habla lo recto (v.10). Afligen al pobre (v.11). Tanta es su maldad que el prudente calla –ya sea porque no sirve o porque es peligroso hablarles (v.13). En vista de todo esto, no es sorprendente que Dios anuncie su castigo.

B. El Castigo de Israel. En cuanto al castigo de Dios dice que será una derrota grande (v.2), de hecho, morirá el 90% de ellos (v.3); de parte de Jehová será como fuego consumiendo a la casa de José (v.6); cuando llega les serán quitadas las cosas lujosas que ellos han preparado para sí mismos, sin que ellos lo disfrutan (v.11). Este juicio causará lamento universal (vv.16,17): así como Dios causó en Egipto cuando pasó por en medio de ellos (Exodo 12:12,30). Es inescapable (v.19) por que sus confianzas son ilusorias. Explica la forma precisa del castigo en decir que serán transportados más alla de Damasco, es decir, a Asiria.

C. La Vanidad de la Esperanza de Israel. En cuanto a la vanidad de los refugios dice que los mismos lugares religiosos donde supuestamente buscaban a Dios serán destruidas (v.5). Habían quienes deseaban el día de Jehová –un día de juicio. Evidentemente esperaban ser reivindicados: pensaban que Dios castigaría a los demás y los libraría a ellos. Pero ¿mientras eran malos como los otros pueblos como podían esperar otro fin? Y Amós aclara que ese día no sería luz para ellos, sino tinieblas (vv.18-20). Si se apoyan en sus sacrificios, Dios dice que los abomina (vv.21,22) y sus canciones de alabanza no le pueden agradar (v.23). Y esta maldad es algo que ha continuado por mucho tiempo. Saliendo de Egipto, en los cuarenta años que pasaron en el desierto cometieron idolatría. No pueden mirarlo como un tiempo de fidelidad: eran leales más bien a sus ídolos. Y quien pretende adorar a Dios pero no le importa la justicia también, es más bien fiel a sus ídolos que al Dios de la Biblia, al Santo y Justo Jehová.


Ahora viendo que Amós se repite debemos de asegurarnos de que estas cosas han penetrado en nuestros corazones. ¿Verdaderamente entendemos que somos pecadores? Si no captamos eso el libro de Amós no nos será de provecho: la Biblia no nos será de provecho; la gracia de Dios y la muerte de Cristo no nos serán de provecho. ¿Hemos captado que Dios castiga el pecado? ¿Nos hemos visto expuestos justamente a su ira terrible? Es fácil tomar el pecado a la ligera mientras no comprendamos esto. Para poner solamente un ejemplo, uno de los más solemnes de la Escritura, recordemos las palabras de nuestro Señor: Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio (Mateo 12:36). No tiene que ser una palabra engañosa o burladora o dañina o blasfema; basta con que sea ociosa. El juicio de Dios es una realidad: ¿qué dirás tú en ese día? Tenemos que comprender además que hay refugios engañosas, que hay falsos motivos de confianza ante Dios. Mientras me siento protegido no me preocupo: y ¿si esa protección no es adecuada? Quizás tenga una casa bien construida sobre fundamentos fuertes –pero los fundamentos no fueron diseñados para resister terremotos: cuando viene un temblo mi casa en la cual me sentía seguro y protegido no me servirá. Y de la misma manera los ritos religiosos que nosotros inventamos, o aún la práctica incompleta de lo que Dios manda no servirá de refugio. Estas cosas tienen que penetrar en nuestros almas: entonces Amós los repite.


II. El Avanze –buscar a Dios.

Pero este capítulo no es mera repetición. Aunque vuelve a inculcar verdades ya declaradas también hay un avanze. En este capítulo Amós nos dice que es lo que tenemos que hacer para evitar caer bajo la condenación de Dios. Ahora hemos visto que el juicio era inevitable: pero aunque sobre el pueblo iba a caer la ira de Dios, individuos de entre el pueblo podrían escaparse. Lo mismo es cierto en nuestros días: el día del juicio viene. Como individuos podemos estar preparados o no. Aunque un juicio general viene no todos los humanos tienen que ser condenados. Y Amós explica la manera de escapar de la ira de Dios, de no ser condenados en el juicio, con la palabra buscar. Lo tenemos en los vv.4,5,6,7 y 14 de este capítulo.

Tenemos que buscar a Jehová. Eso es lo fundamental. Amós aclara lo que significa buscar a Dios.

A. Buscar a Jehová significa que no buscamos a la mera religión, v.5, vv.21-23. Quizás podemos aclarar este punto con la pregunta: ¿en qué confiamos? ¿Confiamos en lo que hacemos –nuestros ritos religiosos, nuestras prácticas? ¿O confiamos en Dios mismo? Cuando buscamos a Dios ¿queremos solamente que nos de algo? ¿O queremos conocerlo? Como vimos la semana pasada del Salmo 136, sus bendiciones deberían de llevarnos directamente a él.

B. Buscar a Jehová significa que lo busquemos tal como es, vv.8,9. Este punto se relaciona con el punto anterior. Si buscamos a Jehová mismo, no podemos crearlo en nuestra imagen. No podemos dictar cómo él va a ser. Aquí se manifiesta como el Dios de revoluciones, de cambios. Las tinieblas las hace mañana. Aunque duramos en afflicción por un tiempo, derrama su luz sobre nosotros (Miqueas 7:8). Pero es también el Dios que hace oscurecer el día, y que trae diluvios. Es el Dios no solamente de misericordia, sino de juicio. Y en estos dos atributos logra grandes cambios. Además es el Dios de la creación, el Dios que ordena las estrellas. ¿Buscas a este Dios? ¿O te aferras a algún dios de tu propia imaginación?

C. Buscar a Jehová significa que buscamos lo bueno , vv.14,15,24. Podemos identificar buscar lo bueno con buscar a Jehová porque la misma promesa está relacionada con las formas de dar esta exortación; vemos en el v.6 que si buscamos a Jehová vivirems: y buscamos lo bueno para que vivamos, en el v.14. Ahora decir que busquemos lo bueno no es suficiente: tenemos que entender lo que es. Es buscar a Jehová: el es la fuente de toda bondad. Pero también podemos aprender de esto que las personas que dicen buscar a Dios y no buscan lo bueno están mintiendo. Si busco a Jehová, busco también lo bueno. Amo el bien. Quiero establecer justicia. No puedo buscar a Jehová mientras no busco que corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo (v.24). ¿Como es tu busqueda de Dios? Si no está intimamente ligada con desear lo bueno, no es una busqueda adecuada.

D. Buscar a Jehová significa que rechazamos lo malo, vv.14,15. Esto es un punto muy lógico. No podemos buscar lo bueno si no rechazamos lo malo a la misma vez. Dejad de hacer lo malo; aprender a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda --Isaías 1:16,17. Es imposible ser honesto sin rechazar las mentiras. No podemos caminar en dos sentidos opuestos a la misma vez. Buscar a Jehová necesariamente implica rechazar lo malo. Dios está alejado de la maldad: si nos acercamos a él automaticamente nos alejamos de la maldad. Si tu busqueda de Dios no te lleva a apartarte del mal, estás buscando a Dios en los lugares incorrectos y no lo encontrarás.

E. Buscar a Jehová resulta en vida y compañerismo con Dios, vv.6,14. Porque contigo está el manantial de la vida; en tu luz veremos la luz (Salmo 36:9). La enseñanza de la Biblia es que al estar separados de Dios no tenemos vida. Los Efesios habían sidos ajenos de la vida de Dios (Efesios 4:18) antes de recibir a Cristo (Efesios 4:20). Estamos muertos en pecados (Efesios 2:5). Los israelitas evidentemente pensaban que Dios estaba con ellos; pero para que él estuviera con ellos, para que tuvieran vida, tenían que dejar de buscar lo malo y buscar lo bueno, tenían que buscar a Dios. Toda la vida depende de él: cuando él sopló en la nariz del hombre aliento de vida, el hombre fue un ser viviente. Sin el aliento de Dios no vivimos fisicamente. Y sin su Espíritu no vivimos espiritualmente. En el Verbo está la vida (Juan 1:4).


Cualquier dia de juicio sirve para recordarnos del último juicio, porque todos funcionan con el mismo diseño básico. Si queremos que ese día para nosotros sea luz, tenemos que buscar a Dios mientras puede ser hallado (Isaías 55:6): de otra manera será para nosotros también oscuridad que no tiene resplandor. Busquemos entonces a Jehová: rechazemos la maldad; sigamos lo recto, dirigiéndonos hacia el Dios manifiesto en Jesucrito, revelado honestamente según nuestra capacidad, no estando satisfecho con los ritos: sino determinados a encontrarle a él mismo mediante los medios que él ha establecido. Cristo dijo a los judíos de su tiempo: no queréis venir a mí para que tengáis vida (Juan 5:40). En Cristo está la vida: no rehusemos acercarnos a él: pues él no se rehusá acercarse a nosotros –el Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (Juan 1:14).

Labels:

About me

  • Ruben
  • D.F., Mexico
  • Soy un cristiano, dedicado a la teología reformada, como la mejor expresión de la enseñanza de la Bíblia, y por lo tanto el sistema teológico que más glorifica a Dios. No soy yo quien aparece en la foto en mi perfil. Pero me gusta como se ve de todos modos.
My profile
Powered by Blogger
& Blogger Templates
Hosted by WebsiteMaven