Amós 7 (1) --La Oración y el Juicio
En esta sección de su profecía, el profeta Amós relata cuatro visiones que él tuvo. Aunque el relato de las visiones es interrumpido por una narración histórica de un conflicto que tuvo el profeta con un sacerdote llamado Amasías, vamos a considerar estas cuatro visiones todas juntas.
Aquí, entonces, es el lugar correcto para hacer algunos comentarios acerca de las visiones en la profecía. Hay que notar que no es necesario que algo en el mundo exterior corresponda a estas cosas. Es posible, pero no es necesario. Por ejemplo, Amós tiene una visión de un canastillo de fruta de verano (Amós 8:1). No es necesario suponer que Amós ese canastillo de fruta existió. Es una visión. También es importante señalar que las visiones pueden ser simbólicas. Con el mismo ejemplo del canastillo de fruta de verano, podemos ver esto: Dios explica a Amós en conexión con este canastillo que el fin ha venido sobre su pueblo Israel. El canastillo (que a lo mejor jamás existió fuera de la visión de Amós) representaba algo –era un símbolo.
Ahora, hay varias interpretaciones de las cuatro visiones que tiene Amós, sobre todo de las dos primeras. Hay algunos que piensan que estas visiones se refieren a cosas actuales, físicas: cuando Amós ve a Dios criando langostas, es porque Dios iba a mandar langostas literales. Hay algunos que toman estas visiones de las varias opresiones que Asiria impuso sobre Israel: cuando Amós ve langostas comiendo la hierba de la tierra, por ejemplo, es que uno de los reyes de Asiria exigía tributo –él se acababa con los frutos de la tierra. Y también hay discusión si lo que estas visiones significaban ya se habían cumplido cuando Amós tuvo estas visiones, o si estaba viendo un futuro, o si eran hipotéticas, es decir: Dios le mostró cosas que podrían pasar, pero que no pasaron. Y hay algunos que prefieren no particularizar, sino tomarlas como ejemplos de los varios tipos de juicio que Dios manda. Como no es mi propósito hablar extensamente de la interpretación de las visiones, hoy vamos a pensar más de esta forma, pensando sobre todo en la relación de la oración al juicio. ¿Que tiene que ver la oración con el juicio?
Notemos que en las primeras dos visiones, Amós intercede por su pueblo, y Dios le contesta favorablemente. Podemos aprender entonces,
Que algunos de los juicios de Dios se pueden evitar o detener mediante la oración. Cuando Amós ora en las primeras dos visiones, dice casi lo mismo. Pero varía su oración por una palabra. En la primera dice, Señor Jehová, perdona ahora; ¿quién levantará a Jacób? porque es pequeño. Y en la segunda dice Señor Jehová, cesa ahora; ¿quien levantará a Jacob? porque es pequeño. La diferencia no es mucha, pero posiblemente la diferencia entre perdona y cesa es que en el primer caso, con perdona Amós intercede con Dios para no mandar un juicio prometido. Otro ejemplo de esto sería el arrepentimiento de Nínive en el libro de Jonás. Dios dijo que serían destruidos en cuarenta días, pero se humillaron y buscaron a Dios y no fueron destruídos: el juicio se evitó (Jonás 3:4-10; hay algo muy parecido en Exodo 32:7-14). En el segundo caso cuando Amós intercede, posiblemente está pidiendo que una destrucción, un juicio, que ya había empezado, se detuviera. De esto tenemos un ejemplo en Números 16:41-48. En ese pasaje, la mortandad ha comenzado, pero Aarón lo detiene con incienso, que está estrechamente relacionado con la oración (por ejemplo, Apocalipsis 8:3-5).
Entonces vemos que hay una categoría de juicios que se detienen o se evitan por la oración. Si hay alguno que piensa que orar es algo sin sentido, o que nadamás sirve para que nosotros nos tranquilizemos, hay que recordar que cuando Amós oró, Jehová dijo, No será.
Pero luego vienen dos visiones, que parecen referirse al mismo evento, y en esas visiones Dios no le da a Amós la oportunidad de interceder. Le muestra cosas que necesitan más explicación. Cuando el Señor está sobre un muro hecho a plomo, con una plomada de albañil un se mano, no es inmediatamente obvío lo que significa esa visión. Y el Señor explica que ya no va a tolerar a su pueblo Israel –él traerá destrucción. Y en la cuarta visión, el significado del canastillo de fruta también necesita ser explicado. Dios aclara que señala que el tiempo ya ha venido. Es decir, en la tercera visión Dios dice que el castigo, el juicio, es inevitable: y en la cuarta visión explica que el juicio inevitable está por llegar. En otros capítulos de su profecía el ha dilatado muy extensamente el motivo por el juicio, es decir, ha explicado muy claramente el pecado del pueblo. Pero en estas visiones por lo mucho apenas alude a esto en la visión del canastillo de fruta de verano –fruta que está madura, lista para comerse. Posiblemente en eso está indicando que el pueblo está listo para el juicio, es decir, están en condición de plenamente merecerlo.
Ahora en estas últimas visiones, Dios no le da a Amós oportunidad para interceder –porque ya la intercesión no servirá para nada. Y este punto se ve muy claramente en la vida de Jeremías. Tres veces en el libro de Jeremías Dios le manda que no ore por el pueblo (Jeremías 7:16; 11:14 y 14:11,12). Dos veces dice que es porque él no le oirá a Jeremías, y una vez es porque Dios no piensa oír al pueblo cuando clamen. Queda claro por esto, que hay momentos para no orar. Hay momentos cuando Dios no quiere que pidamos que se evita un juicio. Un ejemplo muy claro de esto serían con el diablo y sus ángeles. La Biblia nos enseña que ellos han sido reservados para el juicio (2a de Pedro 2:4, Judas 6). Pues no vamos a orar que Dios tenga misericordia de ellos, ni vamos a orar que no pase el juicio del gran día. Ya nos ha mostrado lo que es su voluntad: no podemos orar en contra de eso.
Pero en Jeremías 14:11,12 se agrega un pensamiento todavía a este de dejar de orar. Allí dice: Me dijo Jehová: No ruegues por este pueblo para bien. Cuando ayunen, yo no oiré su clamor, y cuando ofrezcan holocausto y ofrenda no lo aceptaré, sino que los consumiré con espada, con hambre y con pestilencia. Dios deja muy claro aquí que orar no servirá para nada: el juicio ha sido determinado, no hay por qué orar para bien. Pero noten que no prohibe todo tipo de oración: solamente prohibe oración para bien. Y aquí llegamos a las oraciones que encontramos en la Biblia en contra del perdón, cuando los santos de Dios en vez de pedir misericordia para otros piden justicia. Jeremías mismo hace esto en Jeremías 18:23, diciendo: Pero tú, oh Jehová, conoces todo su consejo contra mí para muerte: no perdones su maldad, ni borres su pecado de delante de tu rostro; y tropiecen delante de ti; haz así con ellos en el tiempo de tu enojo. Y no es solamente Jeremías, tenemos muchos otros ejemplos: Nehemías 4:5; Salmo 5:10; Salmo 59:5; Salmo 69:22-28; Salmo 109:1-20 e Isaías 2:9. Pero para que no vayamos a pensar que esto es algo que cambió con la venida de Cristo, dejenme notar no solamente que Pablo y Pedro ocupan las palabras de los Salmos 69 y 109 (Hechos 1:20, Romanos 11:7-10) sino que Pablo hace este mismo tipo de oración en 2a de Timoteo 4:14, cuando escribe: Alejandro el calderero me ha causado muchos males; el Señor le pague conforme a sus hechos, donde no cabe duda que sus hechos son malos, y al ser pagado conforme a ellos, será pagado con males. Lo mismo vemos en Apocalipsis 8:3-5, donde hay la escena bella cuando un ángel ofrece a Dios un incensario lleno de las oraciones de los santos, mezcladas con incienso (que probablemente simboliza la intercesión de Cristo, enseñándonos que nuestras oraciones son aceptas solamente por los méritos de Cristo, en unión con él). Después de ofrecer las oraciones de todos los santos (y vale la pena notar que todos los santos oran –si no oras, no eres un santo– y también que Dios no se olvida de las oraciones del más insignificante, humanamente hablando, de los santos), el ángel llena el incensario con fuego del altar, y lo arroja a la tierra. El resultado de esto es que hay truenos y voces y relámpagos y un terremoto. Es decir, estas oraciones de los santos impactaron lo que pasaba en la tierra: y en este caso lo impactaron para juicio, para revelar la ira de Dios.
Todo esto es para decir, que hay momentos cuando oramos para misericordia: y hay momentos cuando no solamente dejamos de orar para misericordia, sino que hasta llegamos a orar para juicio, para castigo, para que no haya perdón.
Antes de avanzar a la pregunta de cómo distinguimos los casos, como sabemos cuando debemos de orar de estas forms diferentes, debemos de reconocer el reto que esto nos da, el deber que nos impone. ¿Cuál sería la actitud de alguien que pide por el castigo de Dios? ¿Cómo debe de sentir para poder orar así? Pues lo más fácil para nosotros pensar es que es iracundo y vengativo: pero tenemos que recordar que Dios grabó estas oraciones en la sagrada Escritura, inspirada por su Espíritu Santo para nuestra enseñanza. Entonces no podemos nadamás concluir que los que oraron de esta forma estaban pecando, y que no tienen nada que ver con nosotros. Al contrario, tenemos que aprender a compartir su actitud.
Lo que estas oraciones exigen de nosotros es que estemos de acuerdo con el juicio de Dios, no obstante de sobre quien caiga. Que Dios mueva a sus profetas a orar en contra del perdón, significa que los ha movido a estar de acuerdo con sus juicios, a reconocer que él manda a las personas al infierno, porque es justo, santo y bueno. Esto es difícil para nosotros cuando llega a nuestros familiares y amigos. Pero yo tengo que someterme: yo tengo que aceptar que Dios tiene todo el derecho, y toda la razón, en enviar a mi ser más querido al infierno. No es fácil: y no es por decir que no nos vaya a doler. Pero tenemos que someternos a la voluntad de Dios, y reconocer que todo lo que hace, incluyendo condenar a la persona que más quiero en este mundo a la tortura eterna del lago de fuego, lo hace bien y porque él es santo, bueno, y justo.
Uno de los versículos donde encontramos una oración en contra del perdón es Isaías 2:9. Ese versículo viene en un contexto: Dios está anunciando su juicio, y declarando que en aquel día, solamente él será exaltado (vv.11,17). Es en ese contexto que Isaías ora, no los perdones. Para poder orar así, para poder aceptar y hasta regocijar en la justicia de Dios, no obstante de sobre quien sea manifestada, tenemos que aprender a valorar más la gloria, la exaltación de Dios, que cualquiera otra cosa. Para que mi corazón acepte la condenación de mis seres queridos al sufrimiento sin fin, tengo que estimar más la gloria de Dios, que el bien estar de mis seres queridos. Dios se va a glorificar: y eso es lo fundamental, lo más importante. Y si Dios escoge glorificarse manifestando la gloria de su ira y su justicia sobre mis seres queridos, que bueno (comparen Romanos 9:19-24). Claro, lo que quiero, lo que pido, es que Dios manifieste la gloria de su misericordia: pero cuando ha manifestado que es su decisión manifestar su ira, yo lo tengo que aceptar.
Y esto nos trae a la pregunta: ¿cómo podemos distinguir? ¿Cómo sabemos cuando es el momento de orar por misericordia, de no orar, o de orar por justicia? Para entender esto, hay que entender la doctrina de la oración. La oración no es una manera de cambiar a Dios. Es uno de los medios, quizás el medio principal, que Dios ha instituido para cumplir sus propósitos. Entonces, esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye (Juan 5:14). Siendo que la oración es un medio que Dios usa para cumplir sus propósitos, no podemos pedir por algo que está en contra de su voluntad. Si Dios le dice a Jeremías que no ore por ese pueblo para bien, ¿creen que Jeremías debería de orar por ellos? No es conforme a la voluntad de Dios. Nunca debemos orar en contra de lo que Dios quiere. Pero hay tiempos cuando no sabemos lo que Dios quiere. En ese caso, pedimos como Cristo, si es posible... pero no sea como yo quiero, sino como tú (Mateo 26:39). Es decir, ofrecemos a Dios nuestros deseos, sumisos a su voluntad. Cuando sabemos lo que Dios quiere, lo oramos con confianza, así como la petición Venga tu reino (Mateo 6:10: comparen Abdías 21 para ver que pedimos esto con confianza). Entonces, la respuesta a como oramos, depende de si sabemos la voluntad de Dios o no. Y en cuanto a pedir misericordia, pedir salvación, no sabemos cuales son los propósitos de Dios para un individuo. Pero si ese individuo muere negando a Cristo, pues no fue el propósito de Dios mostrarle la misericordia de la salvación, y tenemos que dejar de pedirlo. La Confesión de Westminster se dirige sabiamente a este tema en su capítulo 21 y el párrafo 4: La oración ha de hacerse por cosas lícitas, y a favor de toda clase de hombres que ahora viven, o que vivirán después; pero no de los muertos ni de aquellos de quienes se pueda saber que hayan cometido el pecado de muerte.
Es decir, cuando sabemos que la voluntad de Dios es castigar, oramos por castigo; cuando sabemos que su voluntad es misericordia, oramos por misericordia. Cuando no sabemos, rogamos misericordia, pero sumisos a él, entendiendo que eso posiblemente no sea su voluntad. Entonces, ¿deben de dejar de orar por cierta persona? Pues solamente si están seguros que Dios no tiene propósito de misericordia para él, y eso es algo que yo hasta el momento se solamente de los muertos.
¿Tú estás conformado a la voluntad del Señor? ¿Estás dispuesto aceptar lo que sea, con que sea para la gloria de Dios? Esa es la actitud de nuestro Señor Jesucristo que le llevó a la cruz: si él no hubiero tenido esa actitud, nosotros no seríamos salvos. Gracias a Dios que salvándonos nos ha dado la capacidad, como Cristo lo tuvo (como vemos en Juan 12:27,28), para valorar su gloria más que todas las cosas. ¡Que él sea glorificado a travez de nosotros! Amén.
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