Saturday, May 01, 2010

Hebreos 3, Pregunta 17

17. ¿Qué significa ser hechos participantes de Cristo?

Esta pregunta se toma del v.14: Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio.

La traducción podría dejarnos con la duda de si ya hemos sido hechos participantes de Cristo, o si es algo que es para el futuro, bajo la condición que retengamos firme nuestra confianza hasta el fin. Según el gran teólogo inglés, John Owen, las palabras originales necesariamente requieren el sentido que ya somos participantes de Cristo, y que esto se manifiesta y comprueba por retener esta confianza. No quiero hablar minuciosamente de las palabras, pero sin duda la analogía de la Escritura nos lleva a pensar que Owen tiene razón, pues el nuevo testamento presenta participación con Cristo como una realidad presente (1a de Corintios 1:30; 3:23; 6:15,19,20; 2a de Corintios 5:17). Entonces pregutamos ¿Qué significa ser hechos participanted de Cristo? con el entendimiento que hablamos de algo que es la posesión actual de los creyentes.

Esta frase nos dirige a la gran doctrina de unión con Cristo. Esa doctrina es un tema fundamental de la Biblia, con raizes muy extensas en ambos testamentos. Se nos presenta en el nuevo testamento, por ejemplo, en las figuras de Cristo como novio y la iglesia como esposa (Efesios 5:22-32), como cabeza y cuerpo (Colosenses 1:17-20) y del edificio y su fundamento (Efesios 2:19-22; 1a de Pedro 2: 4,5). Se puede hablar de dos aspectos de esta unión: hay una unión legal o federal, establecida por un pacto, que resulta en una identidad legal y una comunidad de posesiones; y hay una unión vital o mística, por comunión en el mismo Espíritu que resulta en una conformidad moral.

Para brevemente exponer esto, vamos a notar simplemente que ser hechos participantes de Cristo significa que compartimos con él: existe tal compañerismo y comunión entre Cristo y el creyente que Juan puede decir, de su plenitud tomamos todos (Juan 1:16). De esa plenitud recibimos toda bendición espiritual (Efesios 1:3), pero resalto solamente estos tres:

  1. Participamos en la justicia de Cristo. Dicho de otra manera, compartimos su posición ante le lay de Dios. Sabemos claramente por la escritura que la ley nos maldice por nuestra desobediencia, es más, por nuestra obediencia imperfecta (Deuteronomio 27:26). Pero esa ley no pudo condenar a Cristo, porque su obediencia fue completa, entera, perfecta. Queda aprobado entonces, bajo la ley de Dios, como perfectamente justo. Y aunque murió castigado por nuestros pecados, es obvio que acabó con ese castigo, que apaciguó completamente la ira de Dios y totalmente expió nuestra culpa, pues resucitó de los muertos, habiendo agotado todas las demandas de la ley en nuestra contra (Romanos 4:25). Y ahora, nosotros que creeemos en Cristo, participamos en esa condición, compartimos esa justicia perfecta. Es por eso que Pablo dice que ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1). Como Cristo eliminó la culpa, la ira, y el castigo, y rindió una obediencia perfecta, la ley no puede tener nada en contra de los que están en Cristo: en vez de exigir nuestra condenación, al contrario exige nuestra justificación, porque unidos a Cristo somos una entidad legal con él, no es posibile dividirnos de su justicia.
  2. Participamos en la experiencia de Cristo. El mismo nos sugiere este pensamiento en Juan 15:18-21. Esta participación se puede dividir en dos etapas o estados. El estado de humillación incluye todos sus sufrimientos durante su vida terrestre. Desde la pobreza e incomodidad de su nacimiento, hasta sus últimas agonías sobre la cruz y su entierro, Cristo pasó por sufrimientos extensos y severos. Pero después vino el premio de su obra, entró en su estado de exaltación y poseyó la gloria (Filipenses 2:9-11). Y nosotros compartimos con Cristo en ambos aspectos de su experiencia. Claro, no compartimos los dos a la vez: como Cristo mismo pasó de su estado de humillación a su estado de exaltación, nosotros primero pasamos por tribulaciones y después entramos en el reino. Esto nos explica Pablo, declarando que es palabra fiel que, Si somos muertos con él, también viviremos con él; si sufrimos, también reinaremos con él (2a de Timoteo 2:11,12). Pasando por los dolores, tristezas y afflicciones de este tiempo presente, podemos regocijar porque simplemente estamos compartiendo a nuestra medida la experiencia de Cristo: y si participamos con él en los sufrimientos, es seguro que participaremos también en la gloria.
  3. Participamos en la herencia de Cristo. Pablo afirma esto en Romanos 8:16,17 donde dice que si somos hijos, también somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo. No puedo explicar y manifestar esa herencia, pues excede mi entendimiento. Pablo agrega que es una gloria con que no se pueden comparar nuestras afflicciones (Romanos 8:18): menciona además que todo es nuestro, sea el mundo, la vida, la muerte, lo presente, o lo por venir (1a de Corintios 3:21-23). No soy capaz de mostrar lo que es esa herencia: pero esto sé, que si sirve para premio de la obra de Cristo, si es algo que Cristo mismo pudo anhelar, llenará y excederá toda capacidad que tengo para gozo. Quizás lo más sencillo, pero a la vez lo más sorprendente, es notar simplemente que Dios mismo es nuestra porción (Salmo 73:26; Apocalipsis 22:4).

Estas cosas son nuestras, ya: falta gozarlas, disfrutarlas más, y ciertos aspectos no podemos poseer completamente hasta la consumación de todas las cosas; pero en Cristo, ésto es lo que nos pertenece. Vale la pena notar brevemente que participamos con Cristo, porque él participó con nosotros, tomando nuestra naturaleza y experimentando nuestras tentaciones y pruebas (Hebreos 2:14-18). El se humilló para tomar nuestra posición bajo la ley (Gálatas 4:4), bajo la maldición (Gálatas 3:13), y sujeto a afflicciones, a los asaltos del diablo, y a la malicia del ser humano. Y se dignó a hacer esto, para que nosotros fueramos hechos participantes con él. Esto es lo que es ser participantes del llamamiento celestial (Hebreos 3:1), que vivimos en unión y comunión con Cristo Jesús. Esta unión logra también que exista un conformidad a Cristo en un sentido moral, que seamos más y más santos como él es santo (Romanos 6:5-7).

La segunda parte del versículo explica que los que verdaderamente participan con Cristo nunca abandonan esa confianza. Es decir, si alguien profesa la fe de Cristo, pero luego abandona esa profesión, cae en apostasía, renuncia lo que afirmó de confiar en Cristo, señala que no estaba unido a Cristo. Tratamos la perseverancia anteriormente, entonces aquí puedo ser breve. Los que participan con Cristo, perseveran, por el poder de Dios (1a de Pedro 1:5), y no pueden apartarse total o finalmente (Jeremías 32:40). El que no persevera no comparte con Cristo en el mundo venidero; pero no perseveró, porque no estaba compartiendo con Cristo aquí.

Gozemos de Cristo hoy: recordemos todo lo que ya hemos tomado de su plenitud, y acudamos a él para cada necesidad: estamos unidos a él, lo suyo es nuestro, y nosotros le pertenecemos en una unión indisoluble.

About me

  • Ruben
  • D.F., Mexico
  • Soy un cristiano, dedicado a la teología reformada, como la mejor expresión de la enseñanza de la Bíblia, y por lo tanto el sistema teológico que más glorifica a Dios. No soy yo quien aparece en la foto en mi perfil. Pero me gusta como se ve de todos modos.
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