Friday, March 31, 2006

El Pecado Y Uno Mismo

El pecado arruinó todo. Desde el momento en que Adán pecó, no sabemos lo que es normal, no experimentamos nada que no sea mezclado con la corrupción que trajo el pecado. Por la bondad de Dios las cosas no se corrumpieron completamente; por la gracia de Dios participamos en cierta medida de la gloria del mundo venidero. Pero no tenemos a nada que sea entero, santo, puro.
Las consecuencias del pecado extienden a toda la experiencia humana. ¿Cuál fue el resultado en cuanto a uno mismo? Sin pensar en mi relación con Dios, con otros seres humanos o con la creación, ¿qué puedo decir acerca de mí mismo? Una cosa es que yo oscurecí de tal manera que ni siquiera yo mismo me puedo conocer a fondo. Dice David: ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos (Salmo 19:12). Es decir, había fallas, pecados, de las cuales David no estaba conciente. Sabía que los tenía (a lo mejor por una experiencia bastante común para los hijos de Dios; de repente leyendo la Biblia o escuchando un sermón te das cuenta que algo que has estado haciendo, posiblemente por un largo tiempo, está mal; y te preguntas ¿si he estado cometiendo este pecado sin darme cuenta, cuantas más podría estar cometiendo ahorita mismo? es posible descubrir esto también porque alguien te dice acerca de algo que hiciste, y claramente estaba mal, pero ya te habías olvidado), pero no sabía qué eran. Es como una persona que dice, "Estoy enfermo" pero no sabe explicar que tiene.
Otro efecto es que nuestros pensamientos llegaron a ser vanos (Romanos 1:21,22); las cosas de Dios nos parecen necedad (1a de Corintios 1:18). Ya no pensamos en acuerdo con Dios, sino que pensamos en rebelión contra él. He aquí la raíz de la tontería que nuestras mentes no sugieren. Parte de esto es que la conciencia no funciona debidamente; aveces condena sin razón; aveces no condena cuando hay mucha razón. Es por esto que tenemos que dirigir e informar nuestras conciencias por la voluntad de Dios, es decir, por su palabra.
Otro efecto es que nuestros afectos han sido desordenados; amamos lo que deberíamos rezachar, y menospreciamos lo que debería tener el valor más alto. Como dice el evangelio según San Juan: Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas (Juan 3:19). Desde este punto tenemos una incapacidad inmoral para hacer el bien. Esto efectúa el hecho de que somos esclavos del pecado y del diablo. Cristo da testimonio claro de esto cuando dice: ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer (Juan 8:43,44).
¿Qué efecto tiene el pecado en cuanto a uno mismo? Le deja ciego, confundido y esclavizado. Su entendimiento y su conciencia funcionan mal; su corazón ama todo lo incorrecto; y por lo tanto, es cautivo del diablo por medio de su cautiverio a su propio pecado.

Thursday, March 30, 2006

Lo Bueno Que Solo Resulta De Lo Malo

Hay cosas que son buenas, pero que solamente se requieren por la existencia de algo malo. Un ejemplo sería la medicina. Cuando yo me enfermé de la garganta y me dolía tanto que estaba comiendo solamente caldo y gelatina y aún respirar o salivar me causaba agonía, la medicina que me alivió tuvo aspecto muy agradable para mí. Es bueno la medicina; pero solamente se requiere por el gran mal de la enfermedad. De la misma manera, un policia confiable es algo bonito cuando uno está en peligro de ser asaltado –pero se requiere la policia porque existe la maldad de crimen. Creo que la mayoría de las personas estarían de acuerdo en pensar que aunque la medicina, la policia y toda institución o invención parecida, (es decir, toda cosa que es bueno porque sirve para eliminar o controlar el mal) son cosas buenas, estaríamos mejor si no tuvieramos necesidad de ocuparlas.
Hay buenos resultados del pecado. Hay características de Dios que solamente aparecen en el escenario provisto por el pecado. Su longanimidad, su abundancia en perdonar, su misericordia, su esplendidez de gracia no tendrían manifestación en un mundo perfecto.
Ahora no digo esto para negar lo horrible del pecado. Es una pérdida; es un horror. No escogería enfermar de la garganta simplemente para poder tomar la medicina que me quita ese dolor. Pero es parte de la gloria de Dios que le conocemos en más aspectos por conocerlo como salvador que si le hubieramos conocido solamente como creador benévolo. No justifica al pecado; no nos permite cometerlo. Pablo dice: mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia (Romanos 5:20), y esto no nos da libertad para pecar. Pero dado el hecho que hemos pecado, considerando que el pecado ha abundado, podemos reposar en esta verdad: que la gloria de Dios se manifestó en su sobreabundante gracia.

Wednesday, March 29, 2006

Existen Consecuencias

Cuando Adán se rebeló contra Dios esto tuvo un impacto. La tierra fue maldita a causa del hombre; llegaron pleitos de persona con persona; tuvo su origen la verguenza; la ira de Dios fue manifestada. Los resultados del pecado en cuanto a uno mismo, en cuanto a la sociedad humana, en cuanto a la raza humana, en cuanto a la creación y en cuanto a Dios merecen cada uno su tratamiento individual. Por el momento quiero recordar el hecho sencillo que el pecado tiene consecuencias. No hay manera de escaparlo. Si uno lee la Biblia no tardará mucho tiempo en encontrar que el pecado lleva fruto, y es fruto amargo. Un ejemplo de muchos que se podrían poner: Gálatas 6:7,8: No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siempra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.
El pecado trae sus consecuencias porque Dios es un Dios justo; no tolera la rebelión en su contra. El ha ordenado un castigo debido para todo pecado. Hay consecuencias visibles e invisibles; temporales y eternales. Pero siempre hay consecuencias. El pecado es rebelión en contra de Dios –por lo tal es rebelión en contra del Creador. Esto significa que el pecado es una violación también del orden natural. Tenemos que tener cuidado de no definir el pecado en estos términos, pues ya que hemos sido torcidos por el pecado no podemos juzgar con certeza lo que es natural o no lo es. Pero en rebelar contra Dios, nos rebelamos en contra de sus estatutos –y estos estatutos definen y establecen la normalidad, lo natural. El pecado es una perversión de lo natural, porque es rebelión contra el Dios quien por su carácter y creación ha establecido las normas para toda existencia.

Monday, March 27, 2006

La Primera Tentación

La caída del hombre es algo misterioso. No es que los eventos no son claros, pues no cabe duda acerca de lo que pasó. Pero es difícil entender. El teólogo americano W.G.T. Shedd declara que el pecado es difícil de entender porque en sí es irrazonable. No tiene sentido; no tiene razón. Por lo tanto, explicar porque Adán y Eva cayeron es un trabajo que es por lo menos muy arduo. Lo que si se puede decir es la ocasión de su caída. Fueron tentados, Eva por el diablo usando la serpiente, y Adán por Eva misma. Vale la pena recordar lo que sucedió:
Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comaís de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comaréis de él, ni le tocaréis, para que no muraís. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No morireís; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. (Génesis 3:1-6)
Es obvío que el diablo ataca la palabra de Dios; lo representa mal, y después lo niega. Es obvío también que tiente a la mujer con el pensamiento de ser como Dios. La mujer es atraída al árbol por tres motivos: 1, era bueno para comer; 2, era agradable a los ojos; 3, era codiciable para alcanzar la sabiduría. En este último podemos ver que el diablo tuvo exito cuando la ofreció sabiduría como la que tiene Dios. Se ha notado que lo que atrajo a Eva corresponde con lo que dice Juan acerca del mundo: Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. (1 Juan 2:16,17) Los deseos de la carne corresponden con que el árbol era bueno para comer; los deseos de los ojos corresponden con que el árbol era agradable a los ojos; y que el árbol era codiciable para alcanzar la sabiduría corresponde con la vanagloria de la vida. Es la última tentación la que el diablo enfatiza.
En la vanagloria de la vida, entonces, Eva quizo obtener una sabiduría de calibre divina. Entró en pecado por su deseo de ser como Dios. Pero el hombre fue creado en la imagen de Dios (Génesis 1:26); la Biblia nos manda que seamos imitadores de Dios (Efesios 5:1). ¿Cómo pues se puede decir que Eva cayó por su deseo de ser como Dios? Me parece que la respuesta se tiene que encontrar en dos distinciones. Una es la distinción del cual hablé extensamente en este blog; la distinción entre el Creador y la Creación. No podemos convertirnos en Dios, y tenemos que ser contentos con nuestra posición dependiente y derivada. La seguna es la distinción entre los atributos comunicables e incomunicables de Dios. En una medida adecuada para nuestra condición podemos participar en la santidad, la justicia, el amor, la misericordia y otros atributos parecidos de Dios. Pero es metafisicamente imposible que participemos en su omniciencia, eternidad, omnipotencia y otros atributos parecidos. Entonces pienso que Eva quizo obtener una sabiduría divina; no es que Dios le diera la sabiduría que ella necesitara, sino que ella quiere lo que R. Scott Clark llama "certeza religiosa ilegítima". No se quedó contenta con ser una creación; quería ser absoluta, quería ser más que ser humana --como si eso no fuera dignidad suficiente. Debemos ser imitadores de Dios; pero no debemos querer llegar a ser Dios. Yo aprendo de esto que me toca regocijar en lo que Dios me ha constituido: que debo celebrar la diferencia entre él y yo, no queriendo alterarla o disminuirla. ¿Y qué podría ser más glorioso y emocionante que vivir en las manos del Dios revelado en la Biblia? Me siento felíz que soy derivado y contingente y dependiente --porque soy derivado de y dependiente sobre el Dios glorioso y absoluto e independiente que se revela en su Hijo, Jesucristo, como el Dios de justicia perfecta, santidad inmarcesible y amor inagualable.

Sunday, March 26, 2006

El Arca y el Fin del Mundo

Hemos visto el prólogo a la Bíblia; que Dios es el Creador, y que hizo al hombre recto; pero ellos buscaron muchas perversiones (Eclesiastés 7:29). El hombre, pues, cayó en pecado, y así se corrompió en todas las partes de su ser y se expuso a la ira de Dios (Efesios 2:3, 4:17-19). Pero cuando el hombre cayó Dios introdujo su plan para redimir una gran parte de ellos, dando la promesa de un libertador (Génesis 3:15), y proveyendo para que el dominio del pecado fuera opuesto (Génesis 3:15-19). Provee sacrificios (Génesis 3:21, 4:3,4) y algunos de los hombres invocan su nombre. Sin embargo, la raza se iba corrompiendo más y más; Caín mata a su hermano, Abel (Génesis 4:8); uno de los descendientes de Caín, Lamec, también es homicida, y aparte inicia la poligamía (Génesis 4:19,23). Llegó un punto en que los que seguían a Dios le traicionaron; escogían sus esposas desde un punto de vista completamente físico sin pensar en el aspecto espiritual (Génesis 6:2) y los heroes de ese día eran los tiranos (Génesis 6:4). Dios ve la maldad del hombre, que es completamente corrompido pues solamente piensa el mal, y aunque les da un plazo de 120 años en su paciencia, determina que al final de ese tiempo castigará el pecado, destruyendo a todo ser viviente del mundo (Génesis 6:3,7). Pero hay un hombre que se llamaba Noé, quien halló gracia ante los ojos de Jehová. Dios entonces le manda que prepare un arca, para que adentro de este arca él, su familia, y una pareja de todos los animales estén a salvos de la inundación que Dios trae al mundo (Génesis 6:14,18-20).

Es obvío de esto que el hombre es malo, que no hay ni un justo (Romanos 3:9,10); que si Dios lo deja, se pervierte más y más (Romanos 1:18-32).

Es también obvío que Dios es paciente. No destruye a los malos de inmediato, sino que les da plazo para que se arrepientan (Romanos 2:4). También aveces espera cuando su pueblo ya está listo para que actúe (Apocalipsis 6:10). Debemos recordar que Dios esperó cuando nosotros eramos rebeldes contra él, que no nos castigó de inmediato, y confiar que si espera para librarnos de alguna circunstancia es también por un propósito bondadoso.

Pero el hecho de que Dios es paciente no significa que no se venga de los pecadores (Romanos 2:4-6). El tiene una ira justa en contra de los pecadores (Salmo 7:11). Vendrá su recompensa (2a de Tesalonicenses 1:9).

Hemos dicho que todos los hombres son malos. Pero la Biblia nos dice que Noé era varón justo y que caminaba con Dios (Génesis 6:9). Recordemos que Noé halló gracia ante los ojos de Jehová (Génesis 6:8). Considerando lo que hemos visto acerca del hombre, la única conclusión que podemos sacar es que Noé caminaba con Dios porque Dios derramó su gracia sobre él. Es decir, la gracia de Dios precede y efectúa la transformación del hombre (Romanos 5:6-10).

Esto nos señala que Dios es soberano en cuanto a la salvación. Salva quien quiere (Romanos 9:15,16). Hay quienes se sienten incómodos con Dios por esto; sienten que es injusto que no da lo mismo a todos, que llama a algunos y no a otros. Pero esta queja procede de una idea incorrecta. Si piden justicia de Dios recibirán una entrada al lago de fuego, pues eso es lo que merecemos. Eso es lo que la justicia nos proporciona, si no fuera por la misericordia. En vez de sorprendernos que hay algunas personas que no son salvas, debemos sorprendernos que hay si quiera una sola persona que sí es salva.

La gracia de Dios, entonces, hizo que Noé fuera diferente que todo el mundo. Dios le ha hecho suyo; no le abandonará y no le destruirá (Romanos 8:28-39). Entonces cuando viene un juicio sobre el mundo entero manda a Noé que prepare un arca para que así sea librado con su familia de la destrucción universal. Noé por la fe obedeció (Hebreos 11:7).

En este arca él y su familia estaban seguros; cuando subieron las aguas del diluvio el arca flotaba encima de ellas. De esta manera Dios preservó a la raza humana y animales suficientes para poblar el mundo nuevo al cual llegarían.

Los paralelos con la salvación espiritual (del cual Noé también participó, Hebreos 11:7), son muy obvías.

Fuera de este arca no había salvación. El que no entraba en el arca perecía. No había otro refugio adecuado; aún los que subían las montañas murieron porque las aguas cubrieron hasta los montes altos (Génesis 7:19,20). Pero el arca flotaba sobre la superficia de las aguas (Génesis 7:18) –las aguas alzaron el arca (Génesis 7:17).

De la misma manera, fuera de Cristo no hay salvación. El que no tiene al Hijo no tiene la vida (1a de Juan 5:12). Nadie viene al Padre sino por el Hijo (Juan 14:6). Dios le ha exaltado a él para ser príncipe y salvador (Hechos 5:31), y no hay otro (Hechos 4:12). Desde el antiguo testamento fue anunciado que el único Dios era el único salvador (Isaías 43:11, 44:8); y en el nuevo testamento encontramos que Cristo es el único Dios (Hebreos 1:8) y el único mediador entre Dios y el hombre (1a de Timoteo 2:5).

El Dios justo, soberano, misericordioso ha provisto salvación. Otra vez trae juicio sobre la tierra, como hizo en el diluvio, y la destruye en esta ocasión por fuego (2a de Pedro 3:5-7). Habrá una destrucción universal –pero nosotros esperamos que como Noé salió del arca a un mundo nuevo, así también nosotros llegaremos a un mundo nuevo en el cual mora la justicia (2a de Pedro 3:10,13). Tenemos la esperanza, la confianza, de sobrevivir el juicio de Dios, porque estamos en ese arca; porque estamos en unión con Cristo.

Si no está unido a Cristo, si no ha entrado en ese arca, le reitero la invitación de Cristo mismo: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga (Mateo 11:28-30).

Wednesday, March 22, 2006

La Contradicción Universal; Honor y Horror

Los eventos de Génesis 3 son de suma importancia para entender el resto de la Biblia y toda la historia humana. La belleza sorprendente y la corrupción venenosa que encontramos en los libros de Stephen R. Donaldson son reflejos de este mundo actual; y sin los primeros tres capítulos de Génesis haremos un desastre con nuestros esfuerzos para explicarlos.

Génesis 3 habla de la caída del hombre. La serpiente, que en esta ocasión fue instrumento de Satanás, engañó a la mujer, de tal manera que ella desobedeció Dios y comió del fruto del arbol de la ciencia del bien y del mal. Ella da a su esposo, y aunque él no es engañado (1a de Timoteo 2:11-15), de todas maneras come y rebela contra Dios. Con este pecado la entera raza humana de ese entonces fue corrompida; ya huyen de Dios; ya llegan conflictos; ya la misma creación es maldita. Y todos los que descendemos de Adán y Eva por generación ordinaria somos herederos, partícipes, en su culpa y en su castigo.

Este evento tiene muchos aspectos. Esta vez quiero enfatizar ante nada que es la culpa del hombre. Aunque hablamos de esto como 'la caída del hombre' tenemos que entender que fue su culpa, no fue sin querer. En el v.13 de este capítulo la mujer dice que la serpiente la engañó. Esto es cierto, pues en 2a de Corintios 11:3 Pablo lo confirma. Pero ¿por qué fue engañada? Porque escuchó la serpiente. Si hubiera rehusado atender a cualquiera que representa mal los mandamientos de Dios, que hasta llega a contradecir su palabra, la mujer no hubiera sido engañada.

En el caso de Adán queda claro también. El no fue engañado, pero comió de todos modos. Sabía que lo que hacía era en contra de Dios; y nadie le obligó a actuar de esta manera. No tenía necesidad de hacerlo.

La caída del hombre, entonces, es una caída voluntaria; es rebelión; es pecado deliberado y escogido. El hombre no cayó por ser hombre, pues fue creado bueno. No hubo nada de nobleza o dignidad en lo que hizo; fue ingratitud, desobediencia y pura estupidez. La raza humana es culpada por este pecado porque la raza humana es culpable de este pecado. El juició de Dios ... es según verdad (Romanos 2:2). Es obvio que Dios considera que Adán y Eva y toda su posteridad descendida por generación ordinaria son culpables de esto, pues pronuncia contra ellos su maldición.

La caída del hombre (un hecho voluntario, libre, y profundamente inicuo) explica, entonces, la maldad que vemos; los sufrimientos, los defectos físicos y morales, todo el horror y la depravación que vemos. Pero es innegable que a la vez vemos algo de bueno; hay muchas bellezas en la creación todavía. Experimentamos placeres sencillas y buenas y sanas. Y esto se explica por la presencia todavía de remanentes de la creación original, y promesas de la creación nueva.

Entendamos, entonces, que nosotros arruinamos el mundo cuando nos rebelamos en contra de Dios; y entendamos también que Dios no dejó que fuera completamente arruinada, y que nos ha dado promesas y bosquejos visibles de su propósito de redimir la creación.

Sunday, March 19, 2006

El Unico Cristo

El cristianismo es una religión exclusiva. No está dispuesto compartir con las otras religiones. No reconoce su validez. No acepta que son caminos hacia Dios. Las condena por completo. No es una actitud popular, por supuesto. Trajo persecuciones a los primeros cristianos. Rehusaron confesar que Cesar era señor –porque creían que Cristo era el Señor, y no admitían la posibilidad de tener más de un Señor (siguiendo en esto a Cristo, Mateo 6:24). El cristianismo dice que es la única religión válida y aceptable; porque tiene la única revelación de Dios en cuanto a la salvación, en la Biblia; porque solamente ella anuncia el único salvador; porque es leal al único Dios. Su exclusivismo no es una adición tarde. Se encuentra en el principio. A lo largo del antiguo testamento tenemos las declaraciones que Dios es uno. Quizás el más conocido es Deuteronomio 6:4 (llamado el Shema). Pero no es la única declaración del hecho que Dios es uno, que no hay otro. Isaías dijo esto una y otra vez (Isaías 40:25, 41:21-29, 44:6). Isaías 45 contiene un gran énfasis en la exclusividad de Dios: el versículo 21 dice Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí (vea también vv.5,22). Isaías conecta las ideas que solo hay un Dios y que solo hay un salvador. Ya había anunciado en 43:11 Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve. Es decir, la doctrina de Pedro y de Pablo, que Cristo es el único salvador, no es algo nuevo. Cuando Pedro declara Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos (Hechos 4:12), está de acuerdo completo con Isaías. Cuando Pablo brevemente expresa esta verdad diciendo Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesuscristo hombre ha entendido verdades que expresó Moisés. Dice lo mismo de una manera más extensa en 1a de Corintios 8:4-6: Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores, para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él. Anuncia la realidad; no hay más que un Dios; hay muchos que se llamas 'dios' y 'señor' –pero un cristiano no les acepta; para nosotros hay un Dios y un Señor. Anunciando de esta manera la exclusividad de Cristo, proclamando que él es el único Señor y Salvador, Pablo está en acuerdo completo con el antiguo testamento, con Pedro, y con el Señor Jesucristo, que declaró en una ocasión: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí (Juan 14:6).

La conexión que hace la Biblia entre las ideas de Dios y del Salvador nos indican que confiar en otro salvador, confesar otro Señor, más que Jesucristo es una forma de romper el primer mandamiento, No tendrás dioses ajenos delante de mí (Exodo 20:3).

En este tiempo hay muchas tentaciones para negar el Señorío exclusivo de Cristo; a pocos les gusta la idea de que solamente en Cristo hay salvación. Entonces hay presión para conformarnos; para no causar pleitos, para no juzgar, para no ser percibidos como opresores religiosos, etc., etc. Pero en vista de la enseñanza bíblica aquí bosquejada, en vista de los mártires que murieron antes de confesar que Cesar era señor (o en nuestros tiempos antes de decir que Allah es Dios y Maoma su profeta) ¿cómo podemos pensar en tracionar los derechos exclusivos de Cristo? El es el único Señor; él es el único salvador. Está sentado en el trono universal, y todos los asuntos de la vida están en sus manos. El Padre le ha exaltado para ser príncipe y salvador, para dar a su pueblo arrepentimiento y perdón de pecados. El es él único; seamos exclusivamente de él. No hay salvador fuera de él; confiemos en él solamente. El tiene toda autoridad; no confesemos otro.

Thursday, March 16, 2006

El Dios Que Se Obliga

He estado enfatizando la distinción entre el Creador y la creación. Estoy convencido de que entender esta distinción es gran parte del fundamento de la teología correcta. Es un verdad significative, con implicaciones para muchas áreas de la doctrina; afecta nuestra vista de la incarnación de Cristo, por ejemplo, y también nuestrad ideas acerca de la salvación. Sirve para derrotar nuestra arrogancia y dejarnos concientemente postrados ante un Dios supremo. Sin embargo podríamos exagerarle de tal manera que nos afectara en un sentido negativo. Serviría para esto si por meditar en esto llegáramos a pensar que Dios no se ocupa con los sucesos de este mundo; si negaríamos la doctrina sorprendente del amor de Dios. La verdad es que aunque Dios es diferente de nosotros, aunque nosotros nunca le alcanzamos en estatura ontólogica o en cualquier atributo, que de todos modos El ha tomado un interés en nosotros; que de hecho nos creó en su imagen, lo cual por la mera idea de imagen tiene que significar que hay cierta correspondencia (y según creo yo una correspondencia analógica) entre Dios y el hombre.
A lo largo de la Biblia vemos que Dios ha hecho pactos con los hombres. Que se ha comprometido a ellos; que se ha limitado a sí mismo en su beneficio. Esto se ve de una manera muy clara y muy sorprendente en el libro de Hebreos, especificamente capítulo 13 y los versículos 13-20. Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente. Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa. Porque los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos, y para ellos el fin de toda controversia es el juramento para confirmación. Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.
Este pasaje obviamente contiene mucho; en el momento nadamas quiero subrayar dos verdades que están en la superficie del texto. El primero es que Dios juró. Cuando hizo la promesa a Abraham juró por sí mismo (pues no hay ser mayor que podía invocar, como es costumbre de los hombres). Es decir, Dios se obligó. Cuando Dios jura por si mismo, significa que la promesa que jura cumplir es tan cierta como su propia existencia. Dios podría dejar de ser Dios (una imposibilidad lógica si lo piensa) tan facilmente cómo podría romper su juramento. La segunda realidad que quiero señalar es el motivo de Dios: para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo.... Dios hizo esto a causa de nosotros. Recordando que Dios es el Santo, el Eterno, el auto-existente, la adoración gozosa es las única reacción adecuada ante la maravilla del Dios que se obliga.

Wednesday, March 15, 2006

Adoración del Creador

La distinción entre el Creador y su creación no es una mera teoría. Obviamente impacta nuestros pensamientos acerca de Dios. Entenderla debe eliminar la arrogancia que le exige cualquiera cosa a Dios. Nos enseña la necedad de resistirle; calla las quejas que de vez en cuando surgen en un corazón no santificado. Tiene, por lo tanto, una influencia muy grande acerca de todo nuestra manera de pensar acerca de Dios. Nos quita de la plataforma de arrogancia y exigencia. Nos quita el pensamiento que tenemos el derecho de juzgar a Dios --de hecho, nos quita la idea que tenemos derechos ante él. Es lógico pues que entender la distinción entre Dios y el hombre tiene que afectar también nuestra adoración de él. Aunque tengamos amor y confianza, nunca nos olvidamos del temor de Jehová, que es el principio de la sabiduría y del conocimiento. Siempre recordamos que es una horrenda cosa caer en manos del Dios vivo. Cuando olvidamos esta diferencia nuestra adoración se vuelve fácil y superficial. Por tanto, Eclesiastes nos advierte: Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal. No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras (Eclesiastes 5:1,2). Los necios no saben que hacen mal; se han olvidado de la distinción entre el Creador y la creación, y supongo que piensan que Dios se agrada con lo que hacen ellos. No sería difícil pensar en ejemplos de esto. Me acuerdo del reporte de un servicio donde el predicador que en una "campaña evangelística" había bautizado menos que otro tenía que besar un cerdo, que trajeron a la iglesia con ese propósito. Me parece que los que hicieron esto se habían olvidado que Dios está en los cielos y ellos en la tierra. Pero si dejamos esta verdad solamente criticando a otros no la hemos apreciado debidamente. Significa que yo soy creación, y Dios creador; que cuando yo voy a la casa de Dios es más importante escuchar lo que diga Dios que ofrecer mi propia opinión. Es preciso, entonces, que recordemos nuestras limitaciones en la adoración; no es para quitar el ánimo de nuestra alabanza, el gozo de nuestra adoración o la confianza de nuestras oraciones; es para mantener una actitud humilde y reverente en todo esto, pues todo lo que se hace se ofrece a un Dios que es terrible: en majestad y maravillas; en sus juicios; en lo que ha hecho por el amor con el cual libremente nos amó. No es como nosotros; postrémonos ante él para darle las reverentes gracias que es así.

Monday, March 13, 2006

¿Qué Me Debe Dios?

Una de las cosas que significa la diferencia entre Dios y el hombre es el hecho que Dios nunca debe nada al ser humano. Nosotros no tenemos la estatura ontológica, la dignidad para poner a Dios bajo cualquier obligación. Esto se puede comprobar por la independencia de Dios; nunca recibe de nosotros algo que él no nos haya dado primero. Romanos 11, nuevamente, del versículo 33: ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén. Esto se hace aún más claro en Job 41:11, aparantement un texto que influyó a Pablo en escribir Romanos 11. Dice: ¿Quién me ha dado a mí primero, para que yo restituya? Todo lo que hay debajo del cielo es mío. Si todo es de Dios nunca le otorgamos nada que no era ya de él. No aumentamos su gloria; no incrementamos sus riquezas; no le hacemos daño y no le hacemos favores. La obediencia no es algo que impone una obligación a Dios; la obediencia entera, perfecta y perpetua es simplemente nuestro deber; y cumplir nuestro deber no obliga a Dios. Esto nos lo enseña el Señor Jesucristo cuando dice, en Lucas 17:7-10: ¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del campo, luego le dice: Pasa, siéntate a la mesa? ¿No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú? ¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado?
Pienso que no. Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.

Dios nunca nos debe algo; nunca le podemos poner bajo una obligación. Pero aunque es imposible que nosotros obliguemos a Dios, él, en su condescencia voluntaria, ha querido ponerse a sí mismo bajo obligación, entrando en pactos con el hombre. No es de naturaleza, o por lo que nosotros hemos hecho; es de su pura voluntad, alentándonos de esta forma, haciendo juramento.
¿Qué me debe Dios? Absolutamente nada. ¿Qué me ha prometido Dios? Las palabras no alcanzan para describirlo; vida, felicidad, comunión....

Friday, March 10, 2006

Alto Como El Cielo

Es obvío que la doctrina que hay una diferencia entre el Creador y la creación significa que no podemos pensar que Dios es como nosotros. Salmo 50:21b dice: Pensabas que de cierto sería yo como tú. No solamente por que existe un golfo entre Dios y el ser humano, pero ahora sobre todo, que somos pecadores, no podemos pensar que Dios será como nosotros; que verá las cosas de la misma manera. No podemos pensar, almenos de que tengamos una base bíblica para hacerlo, que Dios estará de acuerdo con nosotros. Y tampoco podemos tomar por cierto que nosotros entendemos lo que Dios hace. Isaías 55:8,9: Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová Como son más altos los cielos que la teirra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Dios no piensa como nosotros. Un ejemplo obvío es el hecho de que sabe todo; no tiene que proceder a sacar conclusiones de una base inferencial. Su conocimiento no es discursivo ni progresivo. Sabe todo a la vez. Obviamente nuestros pensamientos acerca de la justicia, de la ley, de la misericordia, son diferentes que los pensamientos de Dios. Debe quedar claro que si hay un conflicto entre lo que piensa Dios y lo que pensamos nosotros que la única manera de proceder es por el arrepentimiento y sumisión a lo que él ha revelado. Pero debemos recordar a la vez que es bueno que los pensamientos de Dios no son como los nuestros. En Isaías 55:6,7, los versículos anteriores a la sección que nos declara que los pensamientos de Jehová son más altos que los nuestros, leemos esto: Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Vemos allí que es necesario dejar nuestros pensamientos, arrepentirnos de nuestras vanas ideas que no concuerdan con lo que dice Jehová. Y vemos también un ejemplo magnífico de la diferencia entre Dios y nosotros: él tiene misericordia, el es amplio en perdonar. Cuando altercamos con nuestro Hacedor llenamos el papel de necio; de rebelde; de idólatra. En nuestra necedad no entendemos que necesitamos del perdón; y cuando nos damos cuenta de la profundidad de nuestra maldad, muchas veces desesperamos de la misericordia. Pero como Jehová reprende al inicuo en el Salmo por pensar que Dios es cómo él, es decir, que aprueba o al menos no castiga la maldad, así también aquí Dios nos reprende por pensar que es como nosotros. Castiga el mal; y perdona al arrepentido. No es como nosotros; es mucho mejor.

Tuesday, March 07, 2006

La Libertad de Dios

Cuando Pablo responde a la pregunta acerca de Dios ¿Por qué, pues, inculpa? ataca la presuposicion del que lo hace. Le expone su idolatría en olvidarse de la diferencia entre el Creador y la creación, diciendo: Mas antes, oh bombre, ¿quién eres tú para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? Habiendo expuesto esa presuposición equívoca e idolatra pone en su lugar la presuposición correcta, cuando dice: ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el baro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otra para deshonra? Es decir, nos trae a la mente la libertad de Dios. Dios puede hacer lo que quiere; lo que nos toca a nosotros es ser sumisos y regocijar en un Dios sorprendente e inesperado.

Pablo procede para darnos también la razón por el cual Dios usa su libertad (que no tenemos derecho de negar u odiar) en la manera que lo he hecho. Es para su gloria. ¿Y qué, si Dios, quieriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucció, y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria. Dios quizo manifestar su carácter en su plenitud; tiene la libertad de hacerlo, y es bueno que lo haga. El salmista quiere una cosa: contemplar la hermosura de Jehová (Salmo 27:4). Moises pide: Te ruego que me muestres tu gloria (Exodo 33:18). Disfrutamos de la manifestación de la gloria de Dios; no tenemos derecho de quejarnos con la libertad de Dios; y no tenemos la estatura ontologica para altercar con Dios. En arrepentimiento por nuestras presuposiciones pecaminosas, adoremos al Dios absoluto, tomando alegremente nuestro papel como los contingentes vasos de barro que ven y manifiestan la gloria de Dios. Como dice la Confesión de Fe de Westminster, 2.2 Dios posee en sí mismo y por si mismo toda vida, gloria, bondad y bienaventuranza; es suficiente en todo, en sí mismo y respecto a si mismo, no teniendo necesidad de ninguna de las criaturas que El ha hecho, ni derivando ninguna gloria de ellas, sino que solamente manifiesta su propia gloria en ellas, por ellas, hacia ellas y sobre ellas. Él es la única fuente de todo ser, de quien, por quien y para quien son todas las cosas, teniendo sobre ellas el más soberano dominio, y, haciendo por ellas, para ellas y sobre ellas toda su voluntad. Todas las cosas están abiertas y manifiestas delante de su vista; su conocimiento es infinito, infalible e independiente de toda criatura, de modo que para El no hay ninguna cosa contingente o incierta. Es santísimo en todos sus consejos, en todas sus obras y en todos sus mandatos. A Él son debidos todo culto, adoración, servicio y obediencia que tenga a bien exigir de los ángeles, de los hombres y de toda criatura.

Monday, March 06, 2006

Mi Mano Pongo Sobre Mi Boca

La diferencia entre el Creador y su creación tiene muchas implicaciones para la teología y la práctica. Si mantenemos en cuenta esta diferencia evitaremos pensar, por ejemplo, que tenemos el derecho de pedirle cuentas a Dios. Isaías 45:9 dice así: ¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡el tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra: ¿Qué haces?; o tu obra: No tiene manos? Pleitearnos con Dios es plena locura. No podemos impedirle, y no podemos exigir que se explique. De una manera sumisa, por supuesto, podemos pedir entendimiento de lo que hace Dios. Pero no tenemos derecho de quejarnos con lo que hace.

Pablo hace este pensamiento inescapablemente claro. En Romanos 9 habla extensamente de la soberanía de Dios, de la libertad de Dios de hacer lo que quiere. Pablo conoce al corazón humano, entonces no le cuesta trabajo saber que es muy probable que alguien le diga: ¿Por qué, pues, inculpa? ¿Si Dios es soberano, porque somos nosotros responsables? Y Pablo responde a esa pregunta. Pero no lo contesta de una manera superficial. Va a la raíz de esa pregunta; trata con el sistema de pensamiento sobre el cual tal pregunta pueda parecer razonable. Y se ve que Pablo está en desacuerdo completo con ese sistema. En su lugar pone otro. Es decir, Pablo ataca le presuposición que tiene que tener toda persona que hace tal pregunta, dice que es ilegítima e incorrecta, y pone en su lugar una presuposición bíblica. Dice: Mas antes, oh bombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? Lo primero que dice es que no tenemos la estatura ontologica para quejarnos con Dios. Nos recuerda de la diferencia entre el Creador y su creación, y en base de eso nos calla. El que alterca con Dios se ha olvidado de esta diferencia. Altercamos con Dios solamente cuando tenemos una presuposición incorrecta: que Dios debe dar cuenta a nosotros. Pero esto es simplemente idolatría, porque Dios no es el acusado, sino que él es el juez de toda la tierra. Yo le daré cuentas a él; él no me dará cuentas a mí. Por tanto, He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca (Job 40:4).

Esconderse de Dios

Isaías 29:16 dice: Vuestra perversidad ciertamente será reputada como el barro del alfarero. ¿Acaso la obra dirá de su hacedor: No me hizo? ¿Dirá la vasija de aquel que la ha formado: No entendió? Esta es la respuesta a la necedad de los que piensan esconderse de Jehová; pero él nos hizo. ¿Cómo es posible pensar que no nos conoce? Nos diseñó. ¿Cómo diremos que le falta conocimiento? Intentar escondernos de nuestro Hacedor es simplemente locura. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta (Hebreos 4:13). Siendo dependientes de Dios, su hechura, pensar que le podemos engañar manifiesta solamente la tontería al cual nos lleva el pecado.

Sunday, March 05, 2006

El Rey Nabucodonosor y el Rey de Reyes

Hay una gran diferencia entre Dios y el hombre. Como hemos visto, parte de esta diferencia es el hecho de que nosotros somos derivados y dependientes, pero Dios es absolute e independiente. Y se podría pensar en esto de una manera más detallada; él es infinito –no tiene limites en cuanto al espacio, al tiempo, al conocimiento o al poder. Y es en éste último que me quiero enfocar esta vez.

Nabucodonosor, rey de Babilonia, era un hombre muy poderoso. Fue un hombre significante; en el libro de Daniel el capítulo 4 se dedica por completo a algo que él aprendió. Había sido el instrumento de Dios para el castigo del pueblo rebelde de Judá. Tenía un reino magnífico, autoridad extensa, y recursos vastos. Pero algo le podía tormentar. Le vino un sueño que le causó turbación. Un árbol grande, hermoso, útil fue derribado, aunque la cepa de sus raíces fueron dejadas en tierra. Nadie le podía explicar este sueño, hasta que entró en su presencia Daniel, un cautivo de la tierra de Judá. Este le pudo decir que el árbol era un símbolo del rey Nabucodonosor; era una profecía simbólica de la locura que vendría sobre éste si no se arrepintiera. Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia, habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti; y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el el reino de los hombres y lo da a quien el quiere (Daniel 4:29-32). Se ensoberbeció el rey: pensaba que la fuerza de su poder le había otorgado todo el esplendor de Babilonia. Se olvidó que era contingente, derivado, dependiente de Dios. Y olvidando eso, se le fue la razón, se hizo por un rato algo menos que un ser humano. Cuando olvidamos nuestro lugar en el orden creativo, no es para avanzar, para superarnos: es para perder nuestra humanidad. Nabucodonosor pasó un rato en esta condición; un tiempo suficientemente largo para permitir que su pelo creciera como plumas de águila y sus uñas como las de las aves. Pero al final del tiempo determinado por Dios, le fue devuelta su razón. Y habiendo experimentado esto, y regresando a la razón ésta es la confesión que hizo el gran rey Nabucodonosor: Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces? (Daniel 4:35)

En vez de su soberbia anterior, reconoció que no le impresionaba a Dios; en vez de pensar en la fuerza de su poder, admitió que no hay quien pueda impedir a Dios. El hace su voluntad; y nadie detiene su mano. La diferencia entre Dios y el hombre, entre Dios y cualquier ser creado, es muy grande; y esta diferencia significa que Dios nunca puede ser frustrado, que siempre logra lo que quiere, que nosotros no podemos interrumpir el cumplimiento de sus propósitos. Este es el Dios grande que reconoció Nabucodonosor cuando le fue devuelta su razón. Según esta prueba, ¿usted tiene su razón? Negar a Dios es locura; oponernos a Dios es necedad. El que tiene su razón, reconoce que Dios es Dios, y el hombre; y responde como lo hizo este rey: Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia.

Wednesday, March 01, 2006

Salmo 2: Confianza u Oposición

Apesar de la oposición de las naciones, por medio de la oposición de las naciones, Dios ha establecido a Cristo como Rey (v.6). Como hemos visto, esto se logró en su cumplimiento definitivo en Cristo por medio de la crucifixión. Y ahora, Cristo es exaltado, dado toda potestad en el cielo y en la tierra, dado un nombre sobre todo nombre al cual todos algún día se arrodillarán.

Y esto fue conforme al decreto de Dios. Por lo tanto, en el v.7 el ungido mismo comienza a hablar, y publica el decreto de Jehová. El dicho Mi hijo eres tú, yo te engendré hoy se usa tres veces en el Nuevo Testamento. En Hechos 13:33 Pablo lo aplica a la resurrección de Cristo, diciendo que la promesa hecha a los padres Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy. Hebreos 1:5 usa este Salmo para enfatizar la superioridad personal y oficial del Hijo de Dios a los ángeles. Y Hebreos 5:5 usa este texto del segundo salmo para establecer que Dios le honró. Juntando estas cosas, y pensando en el carácter real de este salmo mesianico podemos ver que en la resurrección se declaró o estableció la posición oficial de Cristo como Rey mediatorial del universo (compare Romanos 1:3,4), y que a esto se refiere David.

El v.8 nos dice que el dominio de Cristo es un dominio universal. Parte de su trabajo de sacerdote fue y sigue siendo el interceder ante Dios. Cristo toma posesión de todos los confines de la tierra como una respuesta a sus oraciones. El v.9 parece infomarnos que habrá resistencia; que esta guerra tendrá casualidades, pero al final de todo Cristo es el supremo, el que tiene el dominio.

Ahora en base de que Dios por su decreto ha establecido a Cristo como el rey universal, bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes y Señor de señores (1a de Timoteo 6:16), el salmo se dirige hacia los reyes y jueces diciéndoles que la prudencia misma dicta que se sometan a Jehová. Obviamente expresa que toda autoridad tiene el deber de someterse a Dios en su vida personal y en la manera en que gobierna. Pero esto no exime a los que no sean gobernantes. Fueron los pueblos que se amotinaron, y sus reyes que conspiran; no podemos limitar esta amonestación a los grandes de la tierra. Tenemos, pues, el deber de servir a Jehová. El texto nos dice que debemos hacerlo con temor, y alegrarnos con temblor. El temor de Jehová y la alegría no están opuestas; y cuando tenemos el gozo del Señor no nos olvidamos de la majestad de Dios. El v.12 nos dice que no podemos servir a Jehová si no honramos al Hijo. Esto se conforma al dicho de Cristo mismo en Juan 5:23 donde dice que el Padre dió todo juicio al Hijo para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. No hay manera de venir a Dios o agradar a Dios sino en unión con Cristo. Si la ira del Hijo se enciende contra nosotros pereceremos en el camino; de cierto, el Padre le dió el juicio.

Puesto, entonces, que el decreto de Dios es que Cristo sera rey; puesto que Cristo juzgará el mundo; que por su muerte y resurrección ha sido elevado a ser el soberano universal; que el que pelea contra Cristo pelea contra Dios; entendemos el último dicho del Salmo Bienaventurados todos los que en él confian. Hay otro elemento que lo hace más claro; es que es un rey bondadoso. Como este salmo se dirige a los rebeldes habla de su bondad poquito; pero podemos aplicar a Cristo lo que la reina de Sabá dijo a Salomón: Jehová tu Dios sea bendito, que se agradó de ti para ponerte en el trono de Israel; porque Jehová ha amado siempre a Israel, te ha puesto por rey, para que hagas derecho y justicia (1a de Reyes 10:9). Y podemos decir que esto es cierto, que fue por amor de nosotros que Dios nos ha dado tal rey, por el dicho de Pedro A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad (Hechos 3:26) La exaltación de Cristo es para nuestra bendición. Y queda aún más claro cuando Pedro dice de Cristo A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados (Hechos 5:31).

Entendiendo no solamente la certeza de su reino (basado en el decreto de Dios) y la plenitud de su reino (es universal), sino también los beneficios que ha traído, apreciamos el dicho Bienaventurados todos los que en el confían.

No debe faltar hacer la comparación lógica con el primer Salmo. Ese Salmo nos cuenta de la bienaventuranza del varón que se aparta de la iniquidad y medita en la ley de Jehová. Este Salmo nos anuncia la bienaventuranza de los que confían en Cristo. No son dos tipos de personas; no son dos tipos de bienaventuranza. El que confía en Cristo toma su cruz y lo sigue, y es rechazado por el mundo porque no es como el mundo. La persona que medita en la ley de Jehová con delicia es la persona que encuentra a Cristo en sus páginas.

Labels:

La Distinción entre Creador y Creación

Los que leen este blog ya se habrán dado cuenta del valor que pongo a la Confesión de Fe de Westminster. Los teólogos de la asamblea expresaron la idea que está en mi título en estas palabras:
La distancia entre Dios y la criatura es tan grande, que aún cuando las criaturas racionales le deben obediencia como a su Creador, sin embargo, ellas no podrán nunca tener plenitud con El como su bienaventuranza o galardón, si no es por alguna condescendencia voluntaria por parte de Dios, habiéndole placido a Este expresarla por medio de su pacto.

Es obvio por el dicho de Génesis 1:26,27 que Dios creó al hombre que existe esta diferencia. El hombre es incapaz de crear; no existe de manera autónoma; es contingente y dependiente. Pero Dios es absolutamente independiente de su creación. Considere el magnífico pasaje de Pablo, en Romanos 11:33-36. Habiendo expuesto los propósitos de Dios, su vasta plan para la salvación, su sorprendente manera de proceder, Pablo tiene que adorar ante un Dios tan vivo, tan real, tan inesperado, y dice así: ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.
Es obvio que este texto presenta la diferencia entre Dios y los hombres: nosotros no hemos entendido su mente, no le hemos aconsejado, no le hemos dado primero. Y esto es cierto porque de Dios son todas las cosas. Obviamente existió antes de que ellos existieran. No depende de ellos; su existencia no es basada en la contingencia de la existencia de otras cosas. En este texto nos encontramos con la independencia de Dios; es absoluto y no necesita nada fuera de sí. Esta verdad se expresa en términos poéticos dirigido a eliminar el orgullo humano en Salmo 50:12: Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; porque mío es el mundo y su plenitud. Encontramos la misma verdad, nuevamente anunciada por Pablo en Hechos 17:24,25: El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y David confiesa esta verdad en referencia a nuestro servicio de Dios, cuando dice: Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos (1a de Cronicas 29:14b).
Al comenzar a pensar de esto puede parecer algo desconsolante. Dios no nos necesita; no lo podemos proporcionar nada. A lo mejor es tan diferente que nosotros que no tenemos importancia en su vista. Pero hay consolación en esta verdad: a final de cuentas, hay algo incambiable, algo que no podemos afectar. El hecho más básico del universo no depende de nosotros; en toda desesperación, angustia o presión es bueno saber esto: Dios no es afectado por esas circunstancias o por mis sentimientos. Sigue siendo Dios, no obstante lo que haga yo.

About me

  • Ruben
  • D.F., Mexico
  • Soy un cristiano, dedicado a la teología reformada, como la mejor expresión de la enseñanza de la Bíblia, y por lo tanto el sistema teológico que más glorifica a Dios. No soy yo quien aparece en la foto en mi perfil. Pero me gusta como se ve de todos modos.
My profile
Powered by Blogger
& Blogger Templates
Hosted by WebsiteMaven