Mi Mano Pongo Sobre Mi Boca
Pablo hace este pensamiento inescapablemente claro. En Romanos 9 habla extensamente de la soberanía de Dios, de la libertad de Dios de hacer lo que quiere. Pablo conoce al corazón humano, entonces no le cuesta trabajo saber que es muy probable que alguien le diga: ¿Por qué, pues, inculpa? ¿Si Dios es soberano, porque somos nosotros responsables? Y Pablo responde a esa pregunta. Pero no lo contesta de una manera superficial. Va a la raíz de esa pregunta; trata con el sistema de pensamiento sobre el cual tal pregunta pueda parecer razonable. Y se ve que Pablo está en desacuerdo completo con ese sistema. En su lugar pone otro. Es decir, Pablo ataca le presuposición que tiene que tener toda persona que hace tal pregunta, dice que es ilegítima e incorrecta, y pone en su lugar una presuposición bíblica. Dice: Mas antes, oh bombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? Lo primero que dice es que no tenemos la estatura ontologica para quejarnos con Dios. Nos recuerda de la diferencia entre el Creador y su creación, y en base de eso nos calla. El que alterca con Dios se ha olvidado de esta diferencia. Altercamos con Dios solamente cuando tenemos una presuposición incorrecta: que Dios debe dar cuenta a nosotros. Pero esto es simplemente idolatría, porque Dios no es el acusado, sino que él es el juez de toda la tierra. Yo le daré cuentas a él; él no me dará cuentas a mí. Por tanto, He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca (Job 40:4).
Post a Comment