Thursday, March 29, 2007

Los Heroes de David

Comenté anteriormente que un amigo mío había encontrado lecciones de la lista de los heroes de David en 2a de Samuel 23:8-39. Fue tan amable como para enviarmelos (gracias, Mike) aunque en forma de apuntes. Aquí están sus ideas, aunque ampliadas a mi manera.

1. La lista de los heroes que siguieron a David reflejan bien en su líder, el que los entrenó. Podríamos considerarlo así. Siendo estas personas hombres de tanto valor y dedicación, ¿qué tipo de hombre podría inspirarlos con tanto afecto y lealtad? (Vean los vv. 13-17 de este capítulo para un ejemplo imponente de estas características.) Si los seguidores son hombres buenos, la suposición lógica es que su lider es aún mayor. En Juan 13:16 leemos unas palabras de Cristo: De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Y ese pensamiento nos trae al Señor Jesucristo. Al ser nosotros lo que debemos de ser, al hacer proezas para Dios, glorificamos a Cristo, pues todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:13).

2. Esta lista de heroes nos enseña que hay que estimar adecuadamente a las personas. Es decir, hay una honra, una estima que debemos de dar a los que lo merecen, sea por sus logros o por su oficio. Así Pablo puede escribir: Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra (Romanos 13:7). Reconocer la contribución (por gracia divina) de, por ejemplo, un Calvino a la iglesia de Dios no es incorrecto. Pablo nuevamente: Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario (1a de Timoteo 5:17,18).

3. Al leer esta lista de los heroes, nos anima a ser heroes también. Al entender el sacrificio y el valor y la disciplina de los grandes guerreros, en este caso, somos estimulados a imitarlos en una manera sana. Obviamente el gran ejemplo es Cristo mismo: Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado (Hebreos 12:3,4 —aunque vale la pena agregar los primeros dos versículos de este capítulo también). Pero no es solamente Cristo, pues en el mismo libro leemos esto: Acordaos de vuestros poastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe (Hebreos 13:7; se podría agregar Hebreos 6:10-12).


Espero que estas breves reflexiones, en combinación con el artículo enlazado al principio nos permita ver la realidad que toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil. De lo que puede parecer una lista larga, tediosa y sin sentido, hemos considerado seis lecciones que pertenecen a esa lista: de otras listas se podría aprender otras lecciones. Debemos animarnos, entonces, a reconocer que como toda la Biblia es la palabra de Dios, no tenemos el derecho de ignorar a cualquiera parte, sino que tenemos que fielmente exponernos a la Escritura en su plenitud. No leas solamente tus porciones favoritas de este libro sagrado; leela toda, pues en su totalidad es inspirada por Dios.



P.D. Mi amigo Mike quizo que notara que él encontró estos puntos en un comentario que combina los pensamientos de A.W. Pink, Juan Gill y Matthew Henry.

¿Listas Aburridas?

En la Biblia tenemos muchas listas de nombres. Por ejemplo, 1a de Crónicas comienza con una lista de nombres, y más adelante encontramos más listas en los capítulos 24-27. Obviamente, este tipo de literature se nos hace pesado, aburrido y poco provechoso. Pero si creemos lo que Pablo dice en 3:16,17 entonces tenemos que reconocer que estas listas son provechosas. Pero ¿para qué nos sirven? Bueno cada texto, cada pasaje va a tener su valor individual. Pero cada vez que encontramos una lista de nombres de personas podemos aprender por lo menos acerca de estas cuatro cosas.

1. El conocimiento maravilloso de Dios. De muchos de los nombres que aparecen en estas listas, la única información que tenemos viene allí en ese mismo texto. Un ejemplo basta para demostrar esto: Estos fueron los hijos de Disán: Uz y Arán (Génesis 36:28). Nosotros no sabemos como eran sus vidas; no sabemos lo que pensaban al despertar en la madrugada; no sabemos las tragedias y victorias que pasaron. Pero Dios lo sabe todo. La historia, y los mismos descendientes, se han olvidado de estas personas: su memoria se preserva solamente en una frase en un rincón poco analizado de un libro antiguo. Pero como estas personas aparecen en la santa palabra de Dios, podemos declarar con confianza que están en la memoria infinita de Dios. Y si ellos lo son, entonces también todas las personas que jamás han existido, aunque sus nombres no aparezcan en ningún lado. La bebe que apenas nació y murió al otro día, sin reconocimiento, olvidada a la mejor atravez de los años por su misma madre, está en el recuerdo infalible del Dios eterno.

2. Lo poco importante que soy. Yo siempre me siento especial: para mí, automaticamente estoy al centro de todo. Todo que pasa me preocupa en su relación conmigo. Aún la compasión que siento para otras personas está centrada en mí. Mi energía, física, intelectual, emocional, espiritual se ocupa toda en cosas que a mí me importan. Pero para otras personas podría ser simplemente como uno de estos nombres en estas listas –o como una de las personas que ni siquiera aparecen en estas listas, cuyas vidas parecen haber carecido complemente de importancia o influencia para tiempos venideros. Verdaderamente soy una sombra, un vapor (Santiago 4:14). Y todo lo que a mi me afecta con tanta violencia, será olvidada completamente. Mis intentos de lograr algo duradero, algo de valor permanente, de efectuar de alguna manera que seré algo más que otro nombre aburrido en una lista interminable, son inútiles (Salmo 49:10-12; Eclesiastés 2:16). A final de cuentas, la mayoría de las personas son olvidadas casi al mismo tiempo que mueren.

3. La variedad de los elegidos por gracia. En estas listas aparecen nombres extraños, que provienen de culturas y tiempos diferentes. No todos son de los elegidos por Dios (la omniciencia de Dios alcanza aún a los condenados), pero algunos de entre estos nombres estarán para siempre en la presencia de Dios en los cielos nuevos y tierra nueva. El pueblo de Dios es un grupo variegado y diverso.

4. La belleza de una relación personal con Dios. Es bonito pensar que aunque no sea reconocido por la gente, aunque pocos me conozcan, aunque mi foto no aparece en ninguna revista, que sin embargo Dios me conoce por nombre. De hecho, sabe el número de mis cabellos (Lucas 12:7). Esto es cierto de cada persona en el sentido de la omniciencia de Dios. Pero también se usa en un sentido íntimo, de reconocer y querer. Exodo 33:17 dice: Y Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre. Dios oye las oraciones de su siervo, a quien conoce por nombre. Jesús confiesa a los vencedores por nombre ante su Padre (Apocalipsis 3:5). Es maravilloso pensar que el Dios que llama a todas las estrellas por nombre, conoce a mi nombre no solamente en omniciencia, sino en gracia y en amor. Sería imposible creer que Cristo pronunciará mi nombre en el día del juicio, reconociéndome así como uno de los suyos, si no fuera por el dicho claro de la Biblia. Dios siempre excede nuestros sueños.


Además de estas reflexiones generales, cada texto tiene su lección individual. Pensando en 1a de Crónicas 25 y 26, podríamos notar que Dios no se olvida de los que le adoran, ni de los que le sirven. En el capítulo 25 tenemos a músicos, que usan su música para profetizar. En el capítulo 26, tenemos a los porteros. Dios no se olvida ni del uno ni del otro. A lo mejor nos parece mejor ser músico: pero Dios no se olvidó de los porteros. Es posible que pensemos que adorar a Dios no es nada, que no cuenta, que no sirve: pero Dios se acuerda de los que cantaban a él.


En 2a de Samuel 23 hay una lista de los heroes de David (vv.8-39). Sin mirar a los detalles que se dan de los logros de estas personas, hay varias lecciones que podemos aprender. Lo estudiamos un poquito el domingo pasado, y se que hay más cosas de las que pongo aquí, porque otra persona mencionó tres cosas adicionales a lo que yo apunte (quizás si ve esto me hará el favor de agregarlas como comentario). Pero aquí está lo que to pensé.

1. Podemos ver que David necesitaba ayuda. Sin duda David logró lo que hizo por la fuerza de Dios (comparen el capítulo 22). Pero Dios suele trabajar por medio de otras cosas y personas, y los heroes que tiene David no son el medio menos importante. Y si David necesita ayuda, nosotros también. Dios nos ha hecho depender de él. De él, y de él solamente, dependemos en absoluto: él puedo librarnos de dependencia en los demás. Pero normalmente no nos libra: normalmente necesitamos el apoyo de las otras personas. Es una persona muy orgullosa y engañada que piensa poder sobrevivir sin otras personas. Toda la infrastructura que sirve para que tengamos alimentos, casas y trabajos funciona porque existe la sociedad. Es decir, ninguno de nosotros puede decir que en nuestras vidas no dependemos, por la disposición de Dios, de otros seres humanos.

2. Podemos ver que no hay que exaltar demasiado a David. El fue un hombre, como nosotros. Necesitaba a otras personas, bajo Dios. Y lo que hizo no lo hizo solo. Pensando en el aspecto militar, no cabe duda que David era un guerrero valiente, y un general astuto. Pero tampoco es posible negar que no hubiera logrado tanto si no hubiera tenido a Joab a su lado. Personas importantes no deben de menospreciar a los otros que hacen su trabajo y éxito posible. Y nosotros no debemos de exaltar demás a una persona. A final de cuentas, lo que hizo fue porque Dios lo mandó y en la mayoría de los casos, porque tuvo ayuda.

3. Podemos aprender que una persona sobresaliente atrae a otras personas parecidas. David era un heroe. En 1a de Samuel 17 está el relato de como mató al gigante Goliat, como un ejemplo de su valor. No es sorprendente que otras personas valientes, como Sama hijo de Age, estuvieran en su alrededor. Jóvenes, escuchando de él, sentirían admiración y les nacería el deseo de ser como David. Entonces algunos de ellos se esforzarín diligentemente, y en una situación de crisis están listos para tomar responsabilidad, enfrentar peligro, y manifestar firmeza frente a circunstancias difíciles. Esto contiene un lección práctico para nosotros. ¿Queremos amigos nobles? Seamos nobles. ¿Queremos compañeros eruditos? Adquiramos conocimiento. Y se podría aplicar esto al matrimonio. Yo debo de esforzarme para ser el tipo de persona a quien una pareja como deseo se sentiría atraída. ¿Quiero mi princesa de caramelo? Entonces yo tengo que ser su príncipe azul.

Thursday, March 01, 2007

Cristo Transfigurado

La transfiguración es una ocasión única en la vida de Cristo. Tres veces en los evangelios recibe visitas celestiales (2 veces de ángeles y una vez de Moisés y Elías: después de su tentación, Mateo 4:11; en la transfiguración misma; y en el jardín de Getsemaní (Lucas 22:43); tres veces en los evangelios Dios Padre habla audiblemente (en el bautismo de Cristo, Marcos 1:11; en la transfiguración misma; y cuando se está acercando al tiempo de su muerte y en vez de pedir libranza pide que el Padre glorifique su propio nombre (Juan 12:27,28); tres veces en los evangelios Pedro, Jacobo y Juan son los únicos testigos de entre los discípulos (en la resucitación de la hija de Jairo, Marcos 5:37-43; en la transfiguración misma; y en su agonía en el jardín de Getsemaní (Mateo 26:36,37). La transfiguración es el único momento cuando tenemos todas estas circunstancias juntas.

También es de notarse que la transfiguración ocurre mientras Cristo está orando. Muchos eventos importantes en la vida de nuestro Señor ocurren en conexión con la oración.

Estas cosas no necesariamente nos explican la transfiguración: pero sirven para mostrar que es un evento importantísimo.

Lo que pasó fue que mientras Jesús estaba orando se aspecto cambió y su misma ropa comenzó a brillar. Juntando lo que dicen los tres evangelistas sinópticos, podemos decir que su rostro era como el sol, y su ropa blanco como la luz, resplandeciente (Mateo 17:2; Marcos 9:3; Lucas 9:29). Pedro dice que en esto recibió honra y gloria del Padre (2a de Pedro 1:17).

Moisés y Elías aparecen rodeados de gloria y hablan con Cristo. Medio dormido (Lucas 9:32), espantado (Marcos 9:6), no sabiendo lo que dice (Lucas 9:33) Pedro ofrece la sugerencia de construir tres enramadas, uno para cada quien.

Pero antes de que él termina de hablar una nube de luz (Mateo 17:5) viene que cubre a los discípulos y aumenta su temor (Lucas 9:34): de esa nube, sale una voz, diciendo: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia: a él oíd (Mateo 17:5). Los discípulos se postran de miedo (Mateo 17:6), pero Cristo viene y los toca, diciendo: Levantaos y no temáis (Mateo 17:7); y ya no ven a nadie, sino a Jesús (Marcos 9:8). El les manda que no cuenten lo que vieron a nadie hasta después de que él resucite de entre los muertes, y ellos cumplen (Mateo 17:9; Lucas 9:36).

En los evangelios este relato de la transfiguración viene en conexión con la confesión de Pedro que Jesús es el Cristo de Dios (Lucas 9:20); con la reprensión que Jesús da a Pedro cuando éste no quiere que Jesús vaya a la muerte (Mateo 16:21-23); y con lo que Jesús dice de negarnos y tomar nuestra cruz si queremos ser sus seguidores (Marcos 8:34-38). Es interesante desde esa perspectiva ver que Moisés y Elías hablaban de su partida que iba a cumplir en Jerusalén (Lucas 9:31). La palabra traducida partida es éxodo: habla con Moisés acerca de su éxodo. Esto contiene una referencia a la muerte (Pedro usa el mismo término en 2a de Pedro 1:15 acerca de su muerte) pero creo que es más. El éxodo original, de Egipto, fue acompañado con muerte: los primogénitos de los egipcios murieron, y los hebreos mataron un cordero para cada casa, para que sus primogénitos no murieran. Pero también fue una victoria: salieron de la esclavitud: comenzaron a ver el cumplimiento de las promesas de Dios –pero ese cumplimiento vino mediante la muerte. Y en el éxodo de Cristo hay algo parecido: el unigénito Hijo de Dios (Juan 3:16) murió: pero en su muerte estaba cumpliendo las promesas de Dios (Mateo 26:54); estaba proveyendo la salvación para su pueblo (1a de Pedro 2:21-25); los estaba librando del dominio del pecado (Romanos 6:3-11). En su éxodo nos sacó a nosotros de la opresión, y saliendo del mundo en su recurrección y ascensión envió al Espíritu Santo para que nosotros gozáramos los beneficios de su obra (Juan 16:5-15).

En este evento tenemos un testimonio muy fuerte a la perfección de Cristo y a la posición única de Cristo. Aún los mayores profetas del Antiguo Testamento se intersan en él. Vienen para platicar de su partida. Y encontramos su perfección no solamente en el testimonio del Padre que en Cristo él tiene complacencia, sino también en la gloria que iluminó a nuestro Señor. Anteriormente la cara de Moisés había sido alterado en comunión con Dios (Exodo 34:29-35), y brillaba de tal manera que tenía que cubrirlo con un velo. Había recibido una visión de Dios que era transformadora (1a de Juan 3:2). Pero Moisés viene para platicar con Cristo, y cuando él desaparece y la voz de Dios exige atención a Cristo, nos acordamos que Moisés no era perfecto, que había cometido pecados. Es por medio de Cristo que Moisés está en la gloria celestial. Lo mismo se puede decir de Esteban, cuyo rostro era como el rostro de un ángel (Hechos 6:15). Pero Esteban ve a Jesús a la diestra de Dios, exaltado hasta lo sumo. Dado entonces, que Jesús ocupa un lugar único ¿cómo deberíamos de entender esta gloria? Es una gloria que recibió del Padre, según 2a de Pedro 1:17. Creo que este dato, combinado con la aprobación que el Padre expresa al decir que en él tiene complacencia nos dirige hacia la verdad. Esta transfiguración de Cristo era una manifestación de la gloria que le pertenece a la humanidad perfecta. A esto hubiera llegado Adán, pero falló al caer en la tentación. Pero Cristo venció toda la tentación. De niño, de joven, de adulto no había en él pecado. A los 12 años (Lucas 2:42-52) y a los treinta años (Lucas 3:23) había manifestado su deseo de obedecer a Dios (Mateo 3:15), de cumplir toda justicia. Y ese era su carácter en todo momento. Donde Adán falló, él triunfó. Ha guardado perfectamente la ley, ha resistido la tentación, y aquí se manifiesta la gloria que él mereció. Pero no permanece con esta gloria, porque si se hubiera quedado allí, si hubiera regresado al cielo con Moisés y Elías, no habría salvación. De hecho, si él regresa al cielo Moisés y Elías lo tienen que dejar, porque tampoco para ellos habría redención. Y los discípulos nunca avanzarían, nunca llegarían. En vista de la perdida humanidad, Cristo, que ya había dejado su gloria como Dios el Hijo (Juan 17:5), ahora deja su gloria como el humano perfecto, y procede en su obra. Ha cumplido toda justicia: ha guardado la ley. Ya es tiempo de que sufra y muera, tomando el castigo que nosotros merecíamos. El daño que nos vino en Adán Cristo lo tiene que quitar: ha cumplido con la ley, con las demandas de Dios: ahora tiene que eliminar el castigo que nos ha venido porque ya hemos violado esa ley de Dios. [Cristo ha cumplido el pacto de las obras, establecida originalmente con Adán; ha triunfado en ese aspecto; pero requiere un sacrificio más profundo, algo más que simple obediencia para cumplir con el pacto de la redención, para redimir a un pueblo escogido de la condenación que les ha traído la desobediencia de Adán y sus propios pecados. Cristo tiene que derramar su vida en ofrenda expiatoria por los pecadores, para que ellos reciban el perdón de pecados y sean partícipes de la gloria que él ganó por su obediencia.]

Aquí, por causa de Cristo y en conexión con él, el cielo y la tierra tocan en esta montaña. La gloria celestial irradia a algunos hombres todavía muy terrestres, y Pedro expresa sentimientos de los cuales se habrá avergonzado al pensarlo después. En esta ocasión quiero enfocarme en los errores de Pedro y la respuesta divina.


I. Los Errores de Pedro

A. Poner a Moisés y Elías en el mismo nivel que Jesús, Lucas 9:33. Esto lo hace al pensar construir una enramada para cada uno de ellos, como si fueran iguales (Lucas 9:33). La Bíblia lo menciona como un error, al decir, no sabía lo que decía (Lucas 9:33). En un momento sagrado, privilegiado a ver maravillas, de la boca de Pedro sale una bobería casi blasfema. Oremos que Dios controle nuestro hablar. Con el Salmista pidamos, Pon guarda a mi boca, oh Jehová; guarda la puerta de mis labios (Salmo 141:3). Santiago dice que la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno (Santiago 3:5,6). Moisés, al ser provocado, habló precipitadamente con sus labios y le fue mal (Salmo 106:32,33). Tengamos mucho cuidado de lo que decimos: En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente (Proverbios 10:19). Usemos las palabras para bien, y no para mal (Proverbios 16:24); para alegrar (Proverbios 12:25), y no para herir (Proverbios 7:5). Cuidemos también nuestra manera de hablar (Proverbios 15:1). Aveces hay que reprender, y es para nuestro beneficio que el justo nos reprenda (Salmo 141:5). Pero en todas nuestras interacciones, Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos (Mateo 7:12). Si tenemos que reprender, sea sin rancor: sin humillar al otro; con oración y con amor; de la manera más discreta que sea posible; y habiendo escuchado bien la información relevante de todos los interesados (Proverbios 18:13).

B. Querer permanecer en el monte viendo la gloria, Lucas 9:33. Anteriormente Pedro se había quejado con Cristo por lo que él decía acerca de sufrimiento y muerte (Mateo 16:21-23). No quiere la cruz: quiere la gloria. Pero lo que no entiende es que la cruz era el camino a la gloria (Filipenses 2:6-11). Siendo perfecto, siendo (como yo creo) lo que Adán hubiera sido sin la caída, Cristo recibió gloria (2a de Pedro 1:17): pero si nosotros ibamos a recibirlo, era necesario ir a la cruz. Siempre que nosotros queremos evitar los sufrimientos, que queremos brincar directamente al cielo y la gloria, caemos en el mismo error, porque Cristo dijo que si queremos ir en pos de él (el único camino al Padre, Juan 14:6) es necesario negarnos y tomar nuestra cruz (Lucas 9:22-27). Es solamente cuando hemos sido plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte que seremos en la de su resurrección (Romanos 6:5).


II. La respuesta divina

A. La Nube Viene. Esta nube de luz es la manifestación de la presencia de Dios Exodo 19:9; 24:16; 34:5). Esta nube guió a Moisés en el desierto (Exodo 13:21) y llenó el templo cuando se inauguró (2a de Crónicas 5:13,14). Dios Padre responde personalmente al error de Pedro, y da honra y gloria a su Hijo (2a de Pedro 1:17).

B. Moisés y Elías desaparecen. Ellos eran siervos, pero Cristo era más. Por medio de Moisés vino la ley (Juan 1:17). Elías representaba los profetas: el personalmente había llamado a los israelitas a regresar a Dios. Malaquías dice: Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel. He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición (Malaquías 4:4-6). Pero aquí está Cristo: el cumplimiento de la profecía de Moisés que Dios levantaría un profeta último como él (Deuteronomio 18:18). Y Elías por cierto vino: Juan el Bautista era el cumplimiento de esa profecía (Mateo 17:10-13). Y Juan ¿que dijo de sí mismo? Que él vino para preparar el camino de Cristo (Juan 1:19-34). Ellos sirvieron su propósito: pero ese propósito encuentra su cumplimiento en Cristo. Ellos eran siervos, preparativos: el es el Señor por quien estaban preparando.

C. La Voz Anuncia

1. Que Cristo es el Hijo amado de Dios, Lucas 9:35. Esto los distingue de Moisés y Elías. Ellos eran siervos, pero Cristo es el Hijo (Hebreos 3:5,6).

2. Que Dios Padre lo aprueba (Mateo 17:5, 1a de Juan 3:5). Durante toda su vida no ofendió a Dios; en los años de niñez y juventud lo agradó: venció toda tentación y es el hombre perfecto, probado y sin falla ni defecto. Creo que la gloria es testimonio de esto, y la voz lo confirma.

3. Que tienen que escucharle a él. El es el profeta máximo. No pueden compararlo con Moisés y Elías: ellos hablaron por su Espíritu (1a de Pedro 1:10,11; Deuteronomio 18:18,19).


Cristo queda sólo en la montaña. El único hombre perfecto: el profeta sublime: el Hijo de Dios; y a la vez, el compasivo salvador, pues viene, toca a los discípulos, y les dice que no teman (Mateo 17:7).

About me

  • Ruben
  • D.F., Mexico
  • Soy un cristiano, dedicado a la teología reformada, como la mejor expresión de la enseñanza de la Bíblia, y por lo tanto el sistema teológico que más glorifica a Dios. No soy yo quien aparece en la foto en mi perfil. Pero me gusta como se ve de todos modos.
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