Tuesday, January 26, 2010

Hebreos 3, Pregunta 14

14. Los vv. 12,13 hablan de peligros y el remedio para ellos. ¿Cuales son los peligros y cómo los podemos evitar?

Primero se menciona el peligro de un corazón malo de incredulidad. Es decir, la falta de una fe genuina es un peligro que enfrenta todo adherente a la iglesia cristiana. Esta condición es fundamentalmente una negación absoluta de todo lo que profesa el cristianismo, pues al corazón de nuestra religión se encuentra la frase mas el justo por su fe vivirá (Habacuc 2:4), y este mismo libro declara que sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6).

Lo que sigue explica por que esta condición es tan peligrosa. El corazón malo de incredulidad se aparta del Dios vivo. Abandona la fuente de todo bien: ¿qué resultado bueno puede tener? En efecto dice que Dios es mentiroso: ¿cómo recibirá a Cristo cuando rechaza el testimonio que lo proclama?

Luego se menciona el peligro del engaño del pecado. El diablo ocupa maquinaciones (2a de Corintios 2:11 para ganar una ventaja sobre nosotros. El pecado muchas veces tiene un aspecto placentero: pero su fin todo lo contrario. Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte (Proverbios 16:25).

El efecto del engaño del pecado es que seamos endurecidos. Cuando el corazón y la conciencia están endurecidas, nuestro caso es verdaderamente grave. Jeremías lamenta unos que eran verdaderamente sin vergüenza: ¿Se han avergonzado de haber hecho abominación? Ciertamente no se han avergonzado, ni aun saben tener verg:uenza; por tanto, caerán entre los que caigan; cuando los castigue caerán, dice Jehová (Jeremías 6:15). En su evangelio, citando palabras de Isaías, Juan explica la derrota a que nos llevan corazones endurecidas. Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías: Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, y se conviertan, y yo los sane (Juan 12:39,40).

Esto deja claro que aunque los peligros se presentan en varios aspectos, fundamentalmente son uno. El corazón malo, el corazón endurecido por el pecado, entra en incredulidad, que al apartarse del Dios vivo invita destrucción espiritual y lleva a la condenación.

Es un pensamiento solemne que dentro de la iglesia, dirigiéndose a los que profesan fe en Cristo, el autor de Hebreos se ve necesitado a dar aviso de este peligro. Sería fácil suponer que dentro de la iglesia no hay necesidad. ¿Apoco no estamos aquí todos porque creemos? Pero la verdad es que no. Puede haber impresiones leves, que pasan con el tiempo. Un ejemplo notorio es el Faraón quien vivió en los tiempos de Moisés, y quien estaba esclavizando al pueblo de Israel. Bajo las plagas que Dios mandaba a la tierra de Egipto prometía dejar ir al pueblo, pedía oración, hasta admitía su pecado: pero terminaba endureciendo su corazón hasta que la tierra de Egipto fue destruida, los primogénitos de Egipto murieron, y al final Faraón con su ejército perecieron en el Mar Rojo (Exodo 7-14). Y somos advertidos que no podemos tomarlo por hecho que no enfrentamos el mismo peligro: el pecado es engañoso, y nuestros corazones naturalmente son susceptibles a la incredulidad y el endurecimiento.

Pero Dios ha provisto remedios, que por su gracia serán eficaces para todos sus elegidos. Creo que es importante señalar que nuestra perseverancia no es por algo en nosotros. Eva, en un estado de inocencia, fue engañada: Adán, pecó sin ser engañado, aunque no tenía en sí una naturaleza pecaminosa. Aún algunos de los ángeles, quienes vivían en cercanía a la presencia de Dios, cayeron de su estado primordial. Es obvio, entonces, que nosotros no seguimos en la fe, no evitamos la apostasía, por algo en nosotros mismos. Pero Dios garantiza nuestra perseverancia, al poner su simiente en nosotros, y a bendecir los medios que ha provisto para nuestra preservación. Y como Dios nos preserva usando estos medios para que perseveremos, no tenemos pretexto alguno para evitar utilizar los medios que nos ha dado, ni para desesperar que nuestra salvación depende de nosotros en lo más mínimo.

Este texto señala dos medios relacionados. Uno es simplemente el cuidado. Mirad, hermanos, dice el autor, que no haya en vosotros corazón malo de incredulidad. Debemos estar concientes del peligro, y esforzarnos para evitarlo. Seamos celosos de nuestros corazones, que no sean engañados y endurecidos, que no den lugar a la incredulidad. Y en segundo lugar menciona la exhortación mútua. Es decir, la perseverancia no se obtiene a solas. Ser cristianos, sin pertenecer al cuerpo de Cristo, sin participar en la iglesia, no es factible. Necesitamos la exhortación de nuestros hermanos, para que sigamos constantes en la vida cristiana. Necesitamos el compañerismo y apoyo de nuestros comperegrinos. Necesitamos sus palabras - de reprensión, de ánimo, de consuelo, de instrucción, y de motivación. Osea que apartarnos de escuchar la predicación y enseñanza de la palabra, despreciar las oportunidades de platicar con nuestros hermanos (ya sea por dejar de hablarles o por hacer que la plática siempre sea de asuntos mundanos) es intentar suicidarnos en un sentido espiritual.

Dado que esto es el caso, siguen dos conclusiones. Primero, debemos ser agradecidos por la ayuda de nuestros hermanos. Aveces se nos dirigen reprensiones dolorosas, pero ciertas, se nos manda y exhorta a un deber difícil. Debemos aceptarlo con gozo, porque es para nuestro bien. Aveces nuestros hermanos nos reprenden, y no saben lo que dicen. Debemos estar agradecidos, sin embargo, por su preocupación y su deseo de ayudar. La exhortación mútua es un medio que Dios usa en preservarnos para su reino celestial: es un don, y un beneficio. Segundo, que debemos contarlo un privilegio enorme poder servir de esta manera a nuestros hermanos. Cuando intentamos (y espero que intentamos con sabiduría y ternura) fortalecerlos en la fe con nuestras palabras y compañerismo, estamos en la posición de ser usados para preservar a una persona, con espíritu inmortal, para que entre en el gozo de su Señor y more en la casa de Dios por toda la eternidad. Es una gran responsabilidad, y a la vez un gozo inefable. Aprovechemos y disfrutemos de la oportunidad para confirmar y apoyar a nuestros hermanos en la que compartimos.

En vista de este peligro, y en vista de esta oportunidad, velemos por nosotros mismos, y velemos los unos por los otros, para que nuestra fe siga firme, y siga creciendo.

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About me

  • Ruben
  • D.F., Mexico
  • Soy un cristiano, dedicado a la teología reformada, como la mejor expresión de la enseñanza de la Bíblia, y por lo tanto el sistema teológico que más glorifica a Dios. No soy yo quien aparece en la foto en mi perfil. Pero me gusta como se ve de todos modos.
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