La Contradicción Universal; Honor y Horror
Génesis 3 habla de la caída del hombre. La serpiente, que en esta ocasión fue instrumento de Satanás, engañó a la mujer, de tal manera que ella desobedeció Dios y comió del fruto del arbol de la ciencia del bien y del mal. Ella da a su esposo, y aunque él no es engañado (1a de Timoteo 2:11-15), de todas maneras come y rebela contra Dios. Con este pecado la entera raza humana de ese entonces fue corrompida; ya huyen de Dios; ya llegan conflictos; ya la misma creación es maldita. Y todos los que descendemos de Adán y Eva por generación ordinaria somos herederos, partícipes, en su culpa y en su castigo.
Este evento tiene muchos aspectos. Esta vez quiero enfatizar ante nada que es la culpa del hombre. Aunque hablamos de esto como 'la caída del hombre' tenemos que entender que fue su culpa, no fue sin querer. En el v.13 de este capítulo la mujer dice que la serpiente la engañó. Esto es cierto, pues en 2a de Corintios 11:3 Pablo lo confirma. Pero ¿por qué fue engañada? Porque escuchó la serpiente. Si hubiera rehusado atender a cualquiera que representa mal los mandamientos de Dios, que hasta llega a contradecir su palabra, la mujer no hubiera sido engañada.
En el caso de Adán queda claro también. El no fue engañado, pero comió de todos modos. Sabía que lo que hacía era en contra de Dios; y nadie le obligó a actuar de esta manera. No tenía necesidad de hacerlo.
La caída del hombre, entonces, es una caída voluntaria; es rebelión; es pecado deliberado y escogido. El hombre no cayó por ser hombre, pues fue creado bueno. No hubo nada de nobleza o dignidad en lo que hizo; fue ingratitud, desobediencia y pura estupidez. La raza humana es culpada por este pecado porque la raza humana es culpable de este pecado. El juició de Dios ... es según verdad (Romanos 2:2). Es obvio que Dios considera que Adán y Eva y toda su posteridad descendida por generación ordinaria son culpables de esto, pues pronuncia contra ellos su maldición.
La caída del hombre (un hecho voluntario, libre, y profundamente inicuo) explica, entonces, la maldad que vemos; los sufrimientos, los defectos físicos y morales, todo el horror y la depravación que vemos. Pero es innegable que a la vez vemos algo de bueno; hay muchas bellezas en la creación todavía. Experimentamos placeres sencillas y buenas y sanas. Y esto se explica por la presencia todavía de remanentes de la creación original, y promesas de la creación nueva.
Entendamos, entonces, que nosotros arruinamos el mundo cuando nos rebelamos en contra de Dios; y entendamos también que Dios no dejó que fuera completamente arruinada, y que nos ha dado promesas y bosquejos visibles de su propósito de redimir la creación.
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