La Libertad de Dios
Pablo procede para darnos también la razón por el cual Dios usa su libertad (que no tenemos derecho de negar u odiar) en la manera que lo he hecho. Es para su gloria. ¿Y qué, si Dios, quieriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucció, y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria. Dios quizo manifestar su carácter en su plenitud; tiene la libertad de hacerlo, y es bueno que lo haga. El salmista quiere una cosa: contemplar la hermosura de Jehová (Salmo 27:4). Moises pide: Te ruego que me muestres tu gloria (Exodo 33:18). Disfrutamos de la manifestación de la gloria de Dios; no tenemos derecho de quejarnos con la libertad de Dios; y no tenemos la estatura ontologica para altercar con Dios. En arrepentimiento por nuestras presuposiciones pecaminosas, adoremos al Dios absoluto, tomando alegremente nuestro papel como los contingentes vasos de barro que ven y manifiestan la gloria de Dios. Como dice la Confesión de Fe de Westminster, 2.2 Dios posee en sí mismo y por si mismo toda vida, gloria, bondad y bienaventuranza; es suficiente en todo, en sí mismo y respecto a si mismo, no teniendo necesidad de ninguna de las criaturas que El ha hecho, ni derivando ninguna gloria de ellas, sino que solamente manifiesta su propia gloria en ellas, por ellas, hacia ellas y sobre ellas. Él es la única fuente de todo ser, de quien, por quien y para quien son todas las cosas, teniendo sobre ellas el más soberano dominio, y, haciendo por ellas, para ellas y sobre ellas toda su voluntad. Todas las cosas están abiertas y manifiestas delante de su vista; su conocimiento es infinito, infalible e independiente de toda criatura, de modo que para El no hay ninguna cosa contingente o incierta. Es santísimo en todos sus consejos, en todas sus obras y en todos sus mandatos. A Él son debidos todo culto, adoración, servicio y obediencia que tenga a bien exigir de los ángeles, de los hombres y de toda criatura.
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