Cristo Triunfante Sobre Tentación
Para hacer esto vamos a tener que regresar al jardín de Edén, y la primera tentación. Hacemos esto porque hay dos hombres en la historia del mundo; hay dos Adanes, como Pablo nos explica en Romanos 5 y 1a de Corintios 15. Y la historia depende de esos dos hombres. Mi historia personal depende de ellos. Si yo estoy unido a Adán me espera la muerte; si yo estoy unido a Cristo, el postrer Adán, me espera la vida. Y hay elementos en el texto que sugieren que esta tentación de Cristo fue una tentación en su carácter de Mesías, del ungido, del segundo Adán.
La tentación ocurre después de que Cristo es aprobado por el Padre y ungido por el Espíritu en su bautismo. Lo próximo que sucede es que Cristo es llevado al desierto por el Espíritu, el Espíritu que vino sobre él para capacitarlo para su trabajo mesianico; y el Espíritu lo lleva al desierto precisamente para ser tentado por el diablo.
También se sugiere que las tentaciones de Cristo le vienen como nuestro Mesías, como nuestra cabeza, por el hecho de que almenos dos de las tentaciones se dirigen a expectativas mesianicas. El diablo lo lleva al pináculo del templo, y le dice que se eche de allí: los judíos pensaban que el Mesías se manifestaría de ese punto del templo. Las promesas de Dios al Mesías eran que heredaría toda la tierra; y el diablo le dice a Cristo que le dará todas las naciones, si Cristo le adora.
Además, podríamos considerar el hecho que Lucas pone la genealogía de Jesús entre su relato del bautismo y su relato de la tentación. En el bautismo Jesús es identificado cómo el Hijo de Dios. En su genealogía es identificado como hijo de Adán. Ahora Lucas ya había dejado claro que Cristo no es hijo de Adán así como lo son los demás: ya había narrado que Jesús nació de una virgen. Lucas también identifica a Adán como hijo de Dios (Lucas 3:38). Entonces hay dos hijos de Dios; Cristo y Adán. Pero a la vez que Cristo es Hijo de Dios es hijo de Adán, aunque hijo especial. No es el Hijo de Dios, obviamente, de la misma manera que lo fue Adán. Pero es interesante que Adán y Cristo no solamente comparten una naturaleza humana, también comparten que Dios hizo esa naturaleza humana de una manera especial. Creo que se está asumiendo la doctrina de los adanes.
Ahora el primer Adán fue tentado, y cayó. El postrer Adán fue tentado y no cayó. Cuando el hombre cayó, tuvo muchas ventajas: vivía en el paraíso, tenía suficiente para todas sus necesidades, y tuvo compañerismo. En la tentación de Jesús, él estaba solo, en un desierto, y ayunando por cuarenta días. Además, la tentación de Jesús fue muy prolongada. Apesar de la diferencia en las circunstancias, Eva y Adán cayeron, y Cristo triunfó.
El punto básico de la tentación, de las solicitaciones del diablo, tienen que ver con si escucharemos a la palabra de Dios o a las sugerencias del diablo. El diablo aprovecha de nuestra condición para que sus ideas parezcan razonables, y nosotros seamos llevados a olvidar, ignorar o torcer la palabra de Dios. Adán y Eva escucharon más al diablo que a Dios; y siempre que caemos, hacemos lo mismo. Damos más autoridad a nuestros deseos, a nuestros impulsos, a nuestra debilidad que a la palabra de Dios.
A lo mejor se acordarán que existieron tres elementos en la tentación de Eva. Ella vio que el árbol era bueno para comer; que era agradable a los ojos; y que era codiciable para alcanzar la sabiduría, y comió. Esto muchas veces se ha relacionado con lo que dice Juan acerca del mundo: Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo (1a de Juan 2:16). Y hay tres tentaciones principales que vienen a Cristo. Había sido tentado por todos los cuarenta días. Al final de ese tiempo, el diablo le trae las tres tentaciones que se nos relatan. No sabemos si son representativas de lo que el diablo había estado haciendo o si son las tentaciones especiales, máximas, que el pudo inventar. Pero son tentaciones significativas, porque se relatan detalladamente. Ahora la primera tuvo que ver con la comida; la segunda que relata Lucas (Mateo es quien nos da el orden cronológico de estas tentaciones) tuvo que ver con el deseo de lo agradable, y la tercera (según el orden de Lucas) con la vanagloria.
Cristo venció todo lo que el diablo lanzó: rehusó todo lo que ofreció. Se aferró a la palabra de Dios en vez de escuchar las solicitaciones del diablo. El triunfó.
Entonces puede ser una cabeza, un Adán, diferente. Del primer Adán nos viene la condenación y la corrupción, es decir, el pecado original. Pero del postrer Adán, de Cristo nos viene vida y victoria. Si hubiera caído, no tendríamos salvación o esperanza.
Actuó en este caso como nuestra cabeza, nuestro representante. Por su obediencia somos constituidos justos.
Entonces hay perdón para nosotros por todas las veces que hemos caído en tentación.
Y también hay poder: este hecho es un anuncio que es posible ser tentado, con todo tipo de desventaja, con toda la furia y paciencia y sutileza del diablo, y no pecar.
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