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Oseas 6:1-3, 1a Parte

Unas notas de una predicación que di recientemente basándome en Oseas 6:1-3. Intentaré poner la sustancia del sermón completo, pero en varias porciones. Entonces aquí está la primera.

En el final del capítulo cinco de Oseas, Dios ha declarado su intención de afligir y en cierto sentido abandonar a su pueblo, anunciando que en su angustia lo buscarán. Lo que sigue inmediatamente es que la gente se anima a regresar a Dios, basándose en tres argumentos. Deben regresar a Dios porque él es quien los ha afligido. Que Dios nos manda afflicciones, por supuesto, es la enseñanza de toda la Biblia. Job reconoce que Dios le dio, y que Dios le quitó (Job 1:21). Amós pregunta: "¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual Jehová no haya hecho?" (Amós 3:6). Cuando confesamos con Pablo (Efesios 1:11) que Dios hace todo conforme al designio de su voluntad, reconocemos que terremotos y huracanes, guerras y pestilencias vienen de su mano. Tenemos que reconocer que Dios nos aflige. ¿Pero eso cómo nos anima a buscarle? ¿No tendrá el efecto de alejarnos de Dios? No, porque significa que no hay remedio en otro lado. Si Dios es quien me aflige ¿quién más me puede aliviar? Así tenemos el dicho de Job 5:18: "Porque él es quien hace la llaga, y él la vendará; El hiere, y sus manos curan." El que hiere es el mismo que cura: nadie más lo puede hacer. Cuando reconocemos que él hizo la llaga, vemos también que él es el único quien la puede vendar. Como dice Deuteronomio 32:39: "Ved ahora que yo, yo soy, Y no hay dioses conmigo; Yo hago morir, y yo hago vivir; Yo hiero, y yo sano; Y no hay quien pueda librar de mi mano." Dios es el soberano, el omnipotente: cuando él aflige no hay ninguna otra cosa que puede traer consuelo. El es nuestra única esperanza; y así el hecho de que él nos aflige nos anima a buscarle.
Pero podemos agregar algo más. Dios ya les ha recordado que tiene un propósito en la afflicción. Es decir, no manda pruebas al azar o nada más porque sí. Lamentaciones 3:33 dice: "Porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres." No es por gusto que Dios nos aflige: es con un propósito, y un propósito de misericordia. Por eso dijo al final del capítulo cinco que "en su angustia me buscarán". El propósito de la afflicción es para que busquemos a Dios. Ahora esto puede resultar en dos maneras. Puede venir, como es el caso en Oseas, como corrección por el pecado. Cuando andamos mal, según Proverbios 3 y Hebreos 12, Dios nos corrige porque nos ama, aunque esa corrección es difícil y dolorosa. Pero también podemos ver que las afflicciones no siempre son corrección por el pecado. El hombre quien nació ciego en Juan 9, no nació ciego por su pecado o el pecado de sus padres. Cuando Saúl persiguió a David no era por las fallas de David. Y vemos con claridad suprema que las afflicciones no siempre son corrección por el pecado en el caso de Cristo. El tuvo mucha afflicción, pero nunca pecó. No había necesidad de corregirlo, pues no cometió ningún error. Pero sin embargo leemos en Hebreos 5:8 de Cristo que "aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia." Las aflicciones pueden ser corrección por el pecado, o pueden venir sin ese aspecto de disciplina: pero sea como sea, el propósito es igual: animarnos a buscar a Dios y entrenarnos en la obediencia. Pensemos en Pablo y Silas, azotados por predicar el evangelio (¡no era corrección por pecar!); en la cárcel alaban a Dios, como vemos en Hechos 16. O podemos tomar las palabras del Salmo 61:2: "Desde el cabo de la tierra clamaré a ti, cuando mi corazón desmayare. Llévame a la roca que es más alta que yo." ¿Cuándo clamamos a Dios? Cuando nuestros corazones desmayan. ¿Cuándo reconocemos nuestra necesidad de la roca más alta que nosotros? Cuando somos afligidos. ¿Cuándo buscamos a Dios? Cuando estamos en angustia.
¿Estás afligida? ¿Estás rodeada de presiones y angustias, con dificultades por fuera y temores por dentro? ¿Tú misma te pones mal, te sugestionas, te preocupas? Reconoce que esto viene de la mano de Dios: no hay en tí, no hay en mí, no hay en nada ni nadie apoyo y alivio verdadero: solamente Dios nos puede soportar en la prueba y librarnos de la angustia. El es tú única esperanza: búscalo inmediatamente y constantemente. Pero vé también que Dios tiene un propósito bueno, un propósito para tu bien, en traer esta afflicción. Sea para corregirte por el pecado, sea para animarte a seguir constante, estas afflicciones no son para tu destrucción, sino para acercarte al Dios grande y terrible, Dios de gracia y de justicia, el Señor de los ejércitos y el Verbo encarnado.

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  • Ruben
  • D.F., Mexico
  • Soy un cristiano, dedicado a la teología reformada, como la mejor expresión de la enseñanza de la Bíblia, y por lo tanto el sistema teológico que más glorifica a Dios. No soy yo quien aparece en la foto en mi perfil. Pero me gusta como se ve de todos modos.
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