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La Fe Triunfa Sobre Las Circunstancias (Salmo 3)

El Salmo 3 habla de la salvación, pues esta palabra se menciona en el 2, 7 y 8. Según el título, se basa en un contexto histórico concreto.

El hijo de David, Absalón, había rebelado en contra de su padre. Iba robando los corazones del pueblo de Israel, trantando amigablemente a todo mundo y diciendo que tenían razón en sus causas a todos los que venían al juicio (2a de Samuel 15:1-6). Absalón también contaba con la ayuda de Ahitofel, el consejero de David (2a de Samuel 15:12). En vista de esta rebelión David sale de Jerusalén, dejando a Sadoc, el sacerdote, y sus hijos y a un amigo, Husai, para servirle de espías y amigos en el concilio de Absalón.

Esto habrá sido un golpe muy fuerte para David. En primer lugar, el amaba mucho a Absalón (2a de Samuel 13:39, 14:1). Que su propio hijo estuviera en su contra no pudo ser fácil. Como dijo Shakespeare, por boca del rey Lear: “Cuanto más agudo que el diente de una serpiente es, tener una hija malagradecida”. También sentía la angustía de la traición de su amigo y consejero, Ahitofel. Sus sentimientos al ser traicionado por un amigo se pueden ver en el Salmo 55:12-14. Además de todo esto, aguanta el odio de algunos de sus ciudadanos (2a de Samuel 16:5-14), la tensión de su situación, y el agravio de las personas que decían que no había salvación para él en Dios (Salmo 3:2). Es una circunstancia de peligro, de angustia, de cansancio (2a de Samuel 16:14), de tristeza: hubiera sido muy fácil dudar. Pero este Salmo revela un estado de ánimo muy diferente a lo que podríamos esperar.

Junto con el título, los primeros dos versículos exponen su dificultad. David tiene muchas personas en su contra. Hay muchos que no solamente es que no lo apoyan, sino que le desean mal; muchos que quieren y trabajan para obtener su derrota. No se sabe si las personas del versículo 2 son enemigos, amigos débiles, o las dos cosas. Pero ciertamente no era una ayuda para David escuchar que la gente pensaba que Dios no lo ayudaría, que no obtendría libranza en esta circunstancia.

Pero la fe de David se opone a todo: surge triunfante sobre todas las circunstancias, y llega a la declaración que ocupa el resto del Salmo. Afirma que sí hay salvación para él en Dios. Se dirige a Jehová orando y expresa lo que Dios es para él: en esto explica algo de lo que significa tener a Dios cómo salvador.

Jehová es su escudo, v.3. Así cómo Dios había proclamado a Abraham (Génesis 15:1) que era su escudo, David tiene la misma confianza. Dios es quien nos defiende.

Jehová es su gloria, v.3. El es nuestra magnificencia, nuestro tesoro (Ester 1:4). Si tenemos a Dios tenemos la gloria que este mundo intenta sustituir con su fama y sus premios y su dinero y su prestigio.

Jehová es el que levanta su cabeza, v.3. Es decir, Dios es quien nos quita el oprobio y la afflicción (Génesis 40:13; 2a de Reyes 25:27). Su ayuda en cuanto a esto no viene de Joab o sus ejércitos: es Dios quien le quita los reproches de los demás y le saca de la angustia.

Jehová es quien lo oye, v.4. Dios recibó su petición y le contestó. Dios no es como los dioses de los pueblos, que aunque tienen orejas no oyen (Salmo 115:6) –Dios, aunque es invisible e incorporal (1a de Timoteo 1:17; Juan 4:24), aunque no tiene orejas como una estatua, sin embargo escucha (Salmo 65:2). Y ¡qué milagro, que el infinito y santo Dios reciba nuestras peticiones!

Jehová es quien lo sustenta, v.5. Así cómo las columnas de una casa lo apoyan (Jueces 16:29) nosotros somos apoyados por Dios. Sin él, caeríamos: en pecado, en depresión, en muerte. Pero tenemos la promesa, “El eterno Dios es tu refugio, y acá abajo los brazos eternos” (Deuteronomio 33:27). Es porque Dios le apoyaba que en estas circunstancias David podía descansar. Había paz en su corazón, suficiente para dejarle dormir, porque Dios es quien lo sustenta. No solamente eso: aunque él durmía, Dios no (Salmo 121:3,4). Y no le vino ningún daño, porque Dios lo sustentaba

Jehová es quien lo libra de temor, v.6. David tiene la confianza (manifestada en el versículo anterior) que no importan la cantidad de personas que estén en su contra: porque él tiene a Dios a su lado. Ha aprendido la lección que Eliseo intentó enseñar a su criado. Un ejército de Siria salió para prender a Eliseo, y el criado tuvo miedo. Pero Eliseo le dijo: “No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos” (2a de Reyes 6:11-19), pues alrededor acampaban los ejércitos de Jehová.

Jehová es su Dios, v.7. Esto es un punto importantísimo. Cuando Dios se compromete a ser nuestro Dios, eso es la fuente de todas las demás bendiciones. Los que no tienen a Jehová por Dios, no tienen su protección, su favor, su atención. Aquí David se confiesa un hijo del pacto hecho con Abraham (Génesis 17:7). Eso impone ciertas obligaciones (Génesis 17:9-14): pero también involucra que Dios se compromete con nosotros.

Jehová es quien derrota sus enemigos, v.7. David está en estas circunstancias por sus enemigos. Pero Jehová los derrota. Jehová usa medios: Joab y el ejército pelean. Pero la Bíblia no nos deja dudar que al final de cuentas fue Dios. Esto no solamente por su enseñanza que Dios siempre controla todo (Efesios 1:11), sino también por lo que dice específicamente del consejo de Husai. David había pedido a su amigo leal, Husai, que regresara a la ciudad y ofreciera sus servicios a Absalón, para hacer nulo el consejo de Ahitofel (2a de Samuel 15:30-34: es interesante notar que Husai viene a David, justo después de que él ha orado que Dios entorpeciera el consejo de Ahitofel). Husai cumple los deseos de David (2a de Samuel 16:16-19). Cuando Ahitofel da consejo bueno acerca de cómo vencer a David, Husai les convence que no es bueno, y las da un consejo que asegura la derrota de los revolucionarios (2a de Samuel 17:1-13). Y el comentario divino es: “Entonces Absalón y todos los de Israel dijeron: El consejo de Husai arquita es mejor que el consejo de Ahitofel. Porque Jehová había ordenado que el acertado consejo de Ahitofel se frustrara, para que Jehová hiciese venir el mal sobre Absalón (2a de Samuel 17:14).

Jehová es el único salvador, v.8. Lo dicho en el salmo colma en esto. Había quienes decían que para David, Jehová no era salvador. David comprueba que Dios sí era su salvador, y ahora confiesa, cómo Jonás (Jonás 2:9) que: la salvación es de Jehová. El es el único que tiene salvación. El es el único que puede salvar (Isaías 43:11; 45:22). Si nuestra salvación no viene de él, simplemente no es salvación. Pero el único que puede salvar, ha decidido salvar.

Si tenemos a Dios, no nos importa que más falta: con él, tenemos defensa, tenemos sustento, tenemos gloria, tenemos salvación. Dios es lo que vale la pena buscar.

Dado que nuestro Dios es así, es lógico compartir la actitud de David. Si Dios es cómo se manifiesta, fuerte, sabio, único, y a la vez, compasivo: ¿por qué temer? ¿por qué dudar? Y si nuestro Dios es así, es lógico orar, como lo hizo David,

Sobre tu pueblo sea tu bendición (Salmo 3:8).

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About me

  • Ruben
  • D.F., Mexico
  • Soy un cristiano, dedicado a la teología reformada, como la mejor expresión de la enseñanza de la Bíblia, y por lo tanto el sistema teológico que más glorifica a Dios. No soy yo quien aparece en la foto en mi perfil. Pero me gusta como se ve de todos modos.
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