El Espíritu de Fe
Aveces se alza la pregunta si el Espíritu Santo era activo en el antiguo testamento como en el nuevo. Hay personas que niegan que él operó en la gente en ese entonces, aunque admiten que operaba sobre la gente (es decir su influencia era ocasional y por decirlo así externo, en vez de constante e interno). Hay que reconocer que sí hay diferencias, y que en cuanto a amplitud de acción el Espíritu Santo hace mucho más en estos postreros días que en los tiempos antiguos. Pero sin embargo es innegable que operaba en el antiguo testamento en esencialmente las mismas funciones que tiene ahora. 1a de Pedro 1:11 nos recuerda que el Espíritu de Cristo estaba en (no solamente sobre) los profetas. Casi lo mismo nos recuerda el Salmo 51. Pero si alguien está dispuesto cavilar o insistir que eso se aplicaba a los profetas, pero no a cualquier creyente cotidiano, hay un texto que demuestra con suma claridad que limitar la actividad del Espíritu en el antiguo testamento es un error. El gran teólogo estadounidense (en mi opinión el teólogo estadounidense más importante y valioso) B.B. Warfield comparte unos pensamientos de este texto, que quiero pedir prestado.
En 2a de Corintios 4:13 Pablo escribe: Pero teniendo el mismo Espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos.
Las palabras Creí, por la cual hablé, Pablo los toma del Salmo 116:10. Osea que se refiere a este salmista como un ejemplo de fe. Lo mismo se hace siempre en el nuevo testamento, los apóstoles miran hacia Abraham, sobre todo, pero también (como se ve muy claramente en Hebreos 11) a los héroes del antiguo testamento como el ejemplo, el modelo de la fe. No los menosprecian: al contrario, lo que quieren es alcanzar al mismo nivel.
Pero aquí Pablo hace algo todavía más significante para la pregunta de la actividad del Espíritu Santo en el antiguo testamento. Dice que él tiene el mismo Espíritu de fe que el salmista citado. Fue el mismo Espíritu quien inspiró la fe en el antiguo testamento quien ahora lo inspira en Pablo, o en cada creyente cotidiano.
Warfield nos incita a agregar todavía un paso más. Si el Espíritu es llamado el Espíritu de fe es porque de alguna manera la fe es algo distintivo. El ser humano tiene una columba vertebral en común con muchos otros organismos: por eso no podemos usar la columna vertebral para distinguir entre el ser humano y un leopardo. No es la columna vertebral que los distingue. Entonces cuando el Espíritu es distinguido como el Espíritu de fe, es decir, como el Espíritu quien inspira la fe, cuya obra es crear la fe, esto tiene que ser algo distintivo para él.
Y eso significa que siempre que hay fe, el Espíritu ha sido el autor. En el antiguo testamento, tanto como en el nuevo, los hombres estaban muertos en pecados y delicias, incapaces de recibir las cosas de Dios: en el antiguo testamento, tanto como en el nuevo, entonces era necesaria la actividad del Espíritu Santo para que creyetan la verdad. Cuando vemos entonces que del antiguo testamento se toman ejemplos de una fe fuerte que nos puede servir como modelo, es un argumento incontestable que el Espíritu Santo actuaba en una manera podera para inspirar esa fe en nuestros padres en los caminos de Dios. Desde el anuncio de la primera promesa de Dios, hasta el final del mundo en juicio y resurrección, siempre que el ser humano confía en Dios con una fe verdadera, es porque el Espíritu Santo, el Espíritu de fe, ha puesto eso en su corazón.
En 2a de Corintios 4:13 Pablo escribe: Pero teniendo el mismo Espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos.
Las palabras Creí, por la cual hablé, Pablo los toma del Salmo 116:10. Osea que se refiere a este salmista como un ejemplo de fe. Lo mismo se hace siempre en el nuevo testamento, los apóstoles miran hacia Abraham, sobre todo, pero también (como se ve muy claramente en Hebreos 11) a los héroes del antiguo testamento como el ejemplo, el modelo de la fe. No los menosprecian: al contrario, lo que quieren es alcanzar al mismo nivel.
Pero aquí Pablo hace algo todavía más significante para la pregunta de la actividad del Espíritu Santo en el antiguo testamento. Dice que él tiene el mismo Espíritu de fe que el salmista citado. Fue el mismo Espíritu quien inspiró la fe en el antiguo testamento quien ahora lo inspira en Pablo, o en cada creyente cotidiano.
Warfield nos incita a agregar todavía un paso más. Si el Espíritu es llamado el Espíritu de fe es porque de alguna manera la fe es algo distintivo. El ser humano tiene una columba vertebral en común con muchos otros organismos: por eso no podemos usar la columna vertebral para distinguir entre el ser humano y un leopardo. No es la columna vertebral que los distingue. Entonces cuando el Espíritu es distinguido como el Espíritu de fe, es decir, como el Espíritu quien inspira la fe, cuya obra es crear la fe, esto tiene que ser algo distintivo para él.
Y eso significa que siempre que hay fe, el Espíritu ha sido el autor. En el antiguo testamento, tanto como en el nuevo, los hombres estaban muertos en pecados y delicias, incapaces de recibir las cosas de Dios: en el antiguo testamento, tanto como en el nuevo, entonces era necesaria la actividad del Espíritu Santo para que creyetan la verdad. Cuando vemos entonces que del antiguo testamento se toman ejemplos de una fe fuerte que nos puede servir como modelo, es un argumento incontestable que el Espíritu Santo actuaba en una manera podera para inspirar esa fe en nuestros padres en los caminos de Dios. Desde el anuncio de la primera promesa de Dios, hasta el final del mundo en juicio y resurrección, siempre que el ser humano confía en Dios con una fe verdadera, es porque el Espíritu Santo, el Espíritu de fe, ha puesto eso en su corazón.
Labels: Antiguo Testamento, Espíritu Santo, Fe
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