El Pecado Y Las Relaciones Humanas
El pecado impactó al ser humano en cuanto a sus relaciones humanas –es decir, la sociedad sintió el efecto del pecado.
Esto es muy obvío del libro de Génesis. Cuando Dios vino a buscar a Adán, y le preguntó si había desobedecido, Adán responde echando la culpa a su mujer: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí (Génesis 3:12). El hombre se quiere más a sí mismo que a su esposa. Intenta transferir la atención de Dios a su mujer, sabiendo que esa atención en este momento no es del todo favorable.
Algunos intérpretes han tomado las palabras de Dios a la mujer: y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti (Génesis 3:16) como también indicando un desacuerdo en los matrimonios. Según algunos piensan, la mujer deseará enseñorearse de su marido. Si esta es la enseñanza de este versículo o no, es obvío en la experiencia que los matrimonios y parejas muchas veces luchan; que hay hombres y mujeres que no aceptan el papel que Dios ha diseñado para ellos, y que esto resulta en conflictos amargos, y aveces fatales.
Cuando nacen los primeros hijos en este mundo también hay conflictos. Abel ofrece un sacrificio en fe; Caín ofrece sacrificio sin fe. Cuando Dios recibió la ofrenda de Abel y no la de Caín, éste se enojó de tal manera que saliendo al campó mató a su propio hermano (Génesis 4:8).
Uno de los descendientes de Caín, Lamec, también era homicida, y aparantemente fue el primero en practicar la poligamía (algo que Cristo nos dice claramente no fue parte del orden creativo, Mateo 19:4-6).
Fuera de los libros de Dios de los cuales serán juzgados los hombres (Apocalipsis 20:12), no hay un record de todos los males sociales que se han cometido. Pero podemos tomar un dicho comprensivo, y entender su sentido cada cual de su propia experiencia: Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia (Génesis 6:11).
Todos los males sociales: prostitución, opresión, crimenes, violencia, pleitos familiares, guerras, fraudes, envidias y un sinnúmero de variaciones en estas temas tomaron su origen por la rebelión original del hombre en contra de Dios.
Una observación práctica: si la problema está en la rebelión contra Dios, entonces solamente la reconciliación puede eliminar estas problemas. La educación, la programación psicológica, medidas económicas, la política, o cualquiera cosa que no está basada en la obra redentiva de Cristo a final de cuentas fallará, Puede tener un impacto, obviamente; puede minimizar o alterar las síntomas; pero no puede curar la enfermedad. El evangelio es la única respuesta adecuada ante los males sociales que nos afligen.
Aceptemos, pues, la responsabilidad por estas cosas; es nuestro pecado que nos ha metido en esto. A recibamos la gracia de Dios, ofrecida para la salvación individual, y dirigida hacia el establecimiento de una sociedad perfecta –la iglesia cristiana en la plena comunión de los santos. Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericorida, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa (Filipenses 2:1,2).
Esto es muy obvío del libro de Génesis. Cuando Dios vino a buscar a Adán, y le preguntó si había desobedecido, Adán responde echando la culpa a su mujer: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí (Génesis 3:12). El hombre se quiere más a sí mismo que a su esposa. Intenta transferir la atención de Dios a su mujer, sabiendo que esa atención en este momento no es del todo favorable.
Algunos intérpretes han tomado las palabras de Dios a la mujer: y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti (Génesis 3:16) como también indicando un desacuerdo en los matrimonios. Según algunos piensan, la mujer deseará enseñorearse de su marido. Si esta es la enseñanza de este versículo o no, es obvío en la experiencia que los matrimonios y parejas muchas veces luchan; que hay hombres y mujeres que no aceptan el papel que Dios ha diseñado para ellos, y que esto resulta en conflictos amargos, y aveces fatales.
Cuando nacen los primeros hijos en este mundo también hay conflictos. Abel ofrece un sacrificio en fe; Caín ofrece sacrificio sin fe. Cuando Dios recibió la ofrenda de Abel y no la de Caín, éste se enojó de tal manera que saliendo al campó mató a su propio hermano (Génesis 4:8).
Uno de los descendientes de Caín, Lamec, también era homicida, y aparantemente fue el primero en practicar la poligamía (algo que Cristo nos dice claramente no fue parte del orden creativo, Mateo 19:4-6).
Fuera de los libros de Dios de los cuales serán juzgados los hombres (Apocalipsis 20:12), no hay un record de todos los males sociales que se han cometido. Pero podemos tomar un dicho comprensivo, y entender su sentido cada cual de su propia experiencia: Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia (Génesis 6:11).
Todos los males sociales: prostitución, opresión, crimenes, violencia, pleitos familiares, guerras, fraudes, envidias y un sinnúmero de variaciones en estas temas tomaron su origen por la rebelión original del hombre en contra de Dios.
Una observación práctica: si la problema está en la rebelión contra Dios, entonces solamente la reconciliación puede eliminar estas problemas. La educación, la programación psicológica, medidas económicas, la política, o cualquiera cosa que no está basada en la obra redentiva de Cristo a final de cuentas fallará, Puede tener un impacto, obviamente; puede minimizar o alterar las síntomas; pero no puede curar la enfermedad. El evangelio es la única respuesta adecuada ante los males sociales que nos afligen.
Aceptemos, pues, la responsabilidad por estas cosas; es nuestro pecado que nos ha metido en esto. A recibamos la gracia de Dios, ofrecida para la salvación individual, y dirigida hacia el establecimiento de una sociedad perfecta –la iglesia cristiana en la plena comunión de los santos. Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericorida, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa (Filipenses 2:1,2).
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