« Home | Hebreos 2, Novena Pregunta » | Hebreos 2, Octava Pregunta » | Hebreos 2, Séptima Pregunta » | Hebreos 2, Sexta Pregunta » | Hebreos 2, Quinta Pregunta » | Hebreos 2, Cuarta Pregunta » | Hebreos 2, Tercera Pregunta » | Hebreos 2, Segunda Pregunta » | Hebreos 2, Primera Pregunta » | Hebreos 2, Introducción »

Hebreos 2, Décima Pregunta

Esta pregunta se refiere a Hebreos 2:9, que dice: Pero vemos a aquel que fue hecho un poco inferior a los ángeles, es decir, a Jesús, coronado de gloria y honor a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios probara la muerte por todos.


De lo que yo encontré, este versículo se ha entendido de tres maneras.

1. Hay algunos que dicen que significa que Cristo fue hecho un poco inferior a los ángeles para que padeciera la muerte. Es decir, el texto enseña que la encarnación era necesario para que Cristo pudiera sufrir la muerte. Creo que esto es cierto, y posiblemente esté incluído en el Credo Niceno (en las palabras: Que por nosotros y por nuestra salvación bajó del cielo: por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen y se hizo hombre. Por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato: padeció y fue sepultado), pero parece que hay un consenso ámplio de opinión en contra de entender que esa es la enseñanza de este texto.

2. Hay algunos, y creo que son la mayoría, que dicen que el versículo enseña que es por causa del padecimiento de la muerte que Jesús fue coronado de gloria y honor. Como comentamos anteriormente, que eso es cierto se establece de Filipenses 2:5-11.

3. También hay algunos que sugieren que este texto significa que fue mediante la muerte que Cristo fue hecho un poco inferior a los ángeles. Acerca de eso podemos decir que es probable que el efecto de la maldición de Dios sobre los humanos desobedientes que incluía a la muerte los humilló: pero a la vez debemos recordar que desde su primera creación el hombre ha sido inferior a los ángeles. Adán, en la perfección de su primera creación, no igualaba a Lucero en su primera creación. Entonces este punto de vista me parece menos probable, aunque debemos de tomar lo bueno de esta interpretación, y comparando nuevamente Filipenses 2:8, entender que la muerte es una humillación, y que Cristo se humilló no solamente a morir, sino a morir una muerte agonizante y despreciable.

Por supuesto que no podemos usar este texto para apoyar cada uno de estos pensamientos. Pero a la vez podemos ver que la misma incertidumbre de la interpretación (pues yo admito que todavía no puedo decidirme entre éstas tres opciones) nos ha llevado a pensar en tres verdades preciosas.


Ahora bien, nada de esto responde a la pregunta que ahora nos corresponde, entonces avanzemos sin mayor demora.


¿Qué significa que Cristo gustó la muerte por la gracia de Dios?


El pensamiento de gustar la muerte por la gracia es algo extraño. Cuando pedimos que Dios demuestre su gracia hacia cierta persona, o sentimos que alguién está creciendo en la gracia de Dios, ¡no concluímos con gozo y esperanza que pronto van a gustar la muerte! Hay un texto que aunque comienza de una manera que parece aumentar la dificultad, cuando llega a su conclusión lo disuelve.

Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras (Tito 2:11-14).

La gracia de Dios que se ha manifestado trae salvación, nos enseña cómo debemos vivir, y nos da esperanza. Lo que esperamos es la manifestación de nuestro Dios (el salvador Jesucristo), quien se dio, se entregó a sí mismo, para redimir y purificarnos. Se ha identificado a “la gracia de Dios” en el v.11 precisamente como el Señor Jesucristo, quizás en parte porque se usa distintas formas de la palabra “manifestar” para hablar de la gracia y de Jesús. Y ciertamente, la gracia fue manifestada en la encarnación de Cristo Jesús (compare Juan 1:14), y no estaría mal llamarle la gracia de Dios en carne humana: y lo que aquí se dice de la gracia sin duda se efectuó por el Señor Jesucristo. Sería además satisfactorio en un sentido literario si la primera y la segunda venida de Cristo son llamadas manifestaciones, y que se use la frase “la gracia de Dios” para la primera es correcto teológicamente porque en ese entonces Cristo vino para salvar el mundo, no para condenar (Juan 3:17), pero cuando viene otra vez será con el propósito de completar la salvación de su pueblo, sí, pero también de destruir a sus enemigos (2a de Tesalonicenses 1:5-10). Si esta es verdaderamente la intención del texto, podemos ver que la gracia de Dios que nos salva (v.11) nos salva por medio del sacrificio de Cristo, pues por ese sacrificio fuimos redimidos (v.14). En ese sentido podemos entender a Hebreos 2:9. Cristo por la gracia de Dios gustó la muerte: es decir, porque Dios tuvo misericordia de nosotros, su Hijo murió en nuestro lugar. Que nosotros gustáramos la muerte (y la muerte eterna) es justicia: pero que alguien en nuestro lugar acepte la muerte como castigo, para que nosotros lo experimentemos como liberación, como algo sin aguijón (Filipenses 1:23; 2a de Corintios 5:1-4; 2a de Timoteo 4:6-8; 1a de Corintios 15:55-57), eso es verdaderamente gracia. Cristo gustó la muerte por la gracia de Dios, porque Cristo gustó la muerte en mi lugar, porque Dios soberanamente derramó su gracia sobre mí, sin algo en mí que lo moviera a esto, tuvo misericordia tal de mí, que cargó la culpa y el castigo por mis pecados sobre mi sustituto perfecto y santo. Si no fuera por la gracia de Dios no habría salvación (Efesios 2:5,8,9); sin la muerte de Cristo no habría salvación (Hebreos 9:11-28). Es por la gracia de Dios que Cristo vino, que Cristo murió por nuestros pecados. Cristo es la manifestación de la gracia de Dios.


Podemos entender de esto que la gracia de Dios actúa de una manera que a nosotros nos parece extraña. Es difícil calcular los efectos de la gracia por lo que vemos de sus operaciones. ¿Quién hubiera pensado que asesinar al hombre perfecto sería el principio de una nueva creación? ¿Quién pudiera entender antes de que se manifestará que la muerte de Cristo es expiación suficiente por el pecado de haberlo matado? Entonces, cobremos ánimo: cuando parece que todo va mal, recordemos que las obras de Dios son misteriosas. La gracia tiene efectos que nosotros no hubiéramos esperado. A lo mejor nos parece que Dios está enojado contra nosotros: pero ¿qué si todo lo que nos aflige es su gracia corriendo por el camino más cercano a resultados tan gloriosos que quedaremos atónitos de gozo y maravilla cuando se descubre el plan de Dios?


Es gracia inefable y misteriosa que logra la salvación por medio de la muerte del Hijo de Dios. Pero es quizás aún más misterioso que Dios el Padre estuvo dispuesto vertir su ira sobre su Hijo amado por nosotros. Es un misterio igualmente insondeable que el Hijo quizo morir para redimirnos a nosotros. ¿Qué ofrecemos a Dios? ¿Qué agregamos a su bienestar? Pero sin embargo, el Padre hiere al Hijo, el Hijo toma a sí nuestro castigo, todo de pura gracia. Cristo es así, que ama a los escogidos de Dios de tal manera que muere por ellos. La gracia es misteriosa: pero más que nada es misteriosa porque tiene la maravilla del amor de Dios para su pueblo pecaminoso.

Labels:

About me

  • Ruben
  • D.F., Mexico
  • Soy un cristiano, dedicado a la teología reformada, como la mejor expresión de la enseñanza de la Bíblia, y por lo tanto el sistema teológico que más glorifica a Dios. No soy yo quien aparece en la foto en mi perfil. Pero me gusta como se ve de todos modos.
My profile
Powered by Blogger
& Blogger Templates
Hosted by WebsiteMaven