Sunday, December 31, 2006

El Cristo Ascendido

Cuando Cristo resucitó de entre los muertos pasó unos cuarenta días conviviendo con los discípulos, enseñándoles y dándoles la oportunidad de comprobar que él verdaderamente había resucitado de entre los muertos. Al final de ese tiempo, dejó la tierra y ascendió al cielo, hasta el tiempo de restitución de todas las cosas. El les había preparado para este evento, diciendelos que era necesario, para que mandara al Espíritu.
El momento de ascender se menciona poco en el nuevo testamento, pero el resultado se presenta con mucha frecuencia. Es decir, después de la ascensión los apóstoles y creyentes siempre pensaban en Cristo como el Cristo ascendido, exaltado, el Cristo que está en el cielo. Cristo está a la diestra del Padre. Cuando ascendió entró al cielo, como comprueban: Marcos 16:19; Lucas 24:51; Hechos 7:55,56 ¿Qué significa este hecho? ¿Qué hace Cristo en el cielo?

I. La Ascensión Significa
A. Que Cristo tiene toda autoridad, Efesios 1:20-22, 1a de Pedro 3:22
No hay poder que nos pueda afligir o perjudicar: Cristo es exaltado sobre todos ellos. Es Rey meditorial del universo: y también es la cabeza de la iglesia. Eso sí indica que nos rige, pero también que provee por nosotros.
B. Que en él somos aceptos en el cielo, Efesios 2:6
Habiendo sido hechos aceptos en el Amado (Efesios 1:6), habiendo sido unidos a él en su muerte y resurrección, también estamos con él en los lugares celestiales.
C. Que podemos acercarnos con confianza, Hebreos 4:14-16
Recuerden que Cristo ha sido dado toda autoridad: nos acercamos a su trono –el que está sentado en el trono meditorial del universo es uno que comparte nuestra naturaleza y se compadece de nosotros.
D. Que todavía esperamos la consumación, Hechos 3:19-21
Cristo está, por decirlo así, escondido en el cielo. Pero el cielo lo recibe hasta el tiempo de restauración de todas las cosas: en algún momento el vendrá otra vez. Es decir, aunque tenemos privilegios enormes que aún así exceden nuestra comprensión, sin embargo Dios tiene mucho más todavía reservado para nosotros.
E. Que nuestros pecados han sido expiados, Hebreos 1:3, Hebreos 10:11-14
Cristo se sentó a la diestra de Dios. ¿Por qué? Porque él solo ya ha efectuado la purificación de nuestros pecados: el único sacrificio necesario ya se ha ofrecido. No es necesario agregar algo más a ese sacrificio.

II. En el Cielo Cristo Ve por Nosotros
A. Ora por nosotros, Romanos 8:34
Cristo oró por Pedro, y aunque Pedro fue sacudido, se volvió (Lucas 22:31-34). En Juan 17:20 vemos que Cristo ora por todos nosotros. ¿Si él está orando por mí (y si creo en él no hay duda de que ora por mí) qué maldad me puede pasar?
B. Da dones a la iglesia para perfeccionarla, Efesios 4:7-16
Cristo subió para llenar todas las cosas. Y él dió a la iglesia distintos oficios: todos con el fin de perfeccionar a los santos: y esto es un proceso que continuará hasta que lleguemos a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
Es decir, Cristo cuida por nosotros: nos tiene en su corazón y en su mente: y exaltado hasta lo sumo, nos rige a nosotros y a todas las cosas para nuestro bien y su gloria.

Wednesday, December 27, 2006

Que no me vea Dios

En Amós 6:9,10 hay un texto medio difícil de comprender. Dice: Y acontecerá que si diez hombres quedaren en una casa, morirán. Y un pariente tomará a cada uno, y lo quemará para sacar los huesos de casa; y dirá al que estará en los runoc de la casa: ¿Hay aún alguno contigo? Y dira: No. Y dirá aquél: Calla, porque no podemos mencionar el nombre de Jehová.
Amós está anunciando el juicio divino contra el pueblo de Israel. Habra una mortandad muy grande. Y el pensamiento del versículo 10 parece ser que el pariente que viene para quemar los cuerpos (otra indicación que hay muchos, porque solían enterrar a los muertos) encuentra que de toda la casa sobrevivió uno: y a éste le prohibe mencionar el nombre de Jehová, para que no caiga el juicio sobre él también. Es decir, temen atraer el atención de Jehová hacia ellos. Esto es un contraste bastante grande con la actitud de los Salmos, donde a cada rato piden la atención de Jehová: por ejemplo, en el Salmo 13 David se queja de que Jehová no le presta atención (comparen también Daniel 9). Pero aquí es todo lo contrario. Las dos actitudes se pueden entender: si pensamos que Jehová actuará a nuestro favor si solamente nos escuchara, pues entonces vamos a querer que se fije en nosotros. Pero si pensamos que al darse cuenta de nosotros nos castigará, pues más vale no hacer nada para atraer su atención. En el contexto de Amós, cuando vienen los tiempos profetizados, será muy claro que Dios está visitando en justicia —mejor, entonces, evitar que se de cuenta de nosotros. (Ahora, no hay cosa que Dios no sabe, entonces intentar escondernos de él no funciona: Salmo 139 y Amós 9:1-4).
La diferencia en estas actitudes es como pensamos en Dios, como concebimos nuestra relación con él. Ahora esa concepción puede ser errónea. Habían quienes deseaban el día de Jehová, no entendiendo que ellos serían destruidos (Amós 5:18-20: compare Mateo 7:22,23). Es posible querer que Jehová nos atienda porque no entendemos que su juicio nos alcanzará y nos destruirá. Esta es la actitud de la persona que se engaña: que piensa tener una buena relación con Dios cuando no es cierto. También, aveces, funciona al revez y tenemos mucho miedo que no deberíamos de temer: estamos bien con Dios, pero nos es difícil creerlo.
Tenemos causa de miedo: hemos ofendido a Dios. Atrayendo su atención sería para destruirnos. Pero paradojicamente, hay una manera de atraer su atención que no resulta en condenación: por medio de Jesucristo. Por medio de él tenemos paz para con Dios (Romanos 5:1). La diferencia entre recibir misericordia o juicio de Dios es si creemos o no en el Hijo (Juan 3:36). Cualquiera otra confianza es ilusoria.

Sunday, December 24, 2006

Amos 1:1-2:6 --El Dios de Justicia Inflexible

Amós profetizó en los 25 o 26 años que Jeroboam el Segundo de Israel y Uzías de Judá reinaron al mismo tiempo. Era un tiempo de prosperidad, pues Jeroboam II había restaurado al territorio de Israel y no tenían enemigos fuertes o significantes. Pero no era una prosperidad piadoso, que resulta en grandes obras a favor de los pobres y oprimidos. De hecho, era todo lo contrario: los ricos abusaban de los pobres con desdén y crueldad. Pero el juicio se acercaba. Amós comienza con juicios sobre ocho naciones.

I. Dios protege a su pueblo –pues castiga a los que le oprimen: condena a las naciones que les maltratan
A. Castiga a Siria (Damasco) por trillar a Galaad (una parte de Israel) con trillos de hierro. Hicieron pasar trillos sobre los inhabitantes de Israel, matándolos de esa manera (2a de Reyes 8:12; 2a de Reyes 10:32,33; 2a de Reyes 13:7; Proverbios 20:26; Isaías 28:28; 2a de Samuel 12:31; 1a de Crónicas 20:3;
B. Castiga a Filistea (Gaza, Asdod, Ascalón, Ecrón) y Fenicia (Tiro y Sidón) por entregar todo un pueblo a Edom (1a de Crónicas 21:16). Por su posición entre otras condenaciones por maltratar al pueblo de Dios, y por la similaridad entre la condenación de Filistea y la de Tiro, quienes se olvidaron de su pacto de hermanos, que parece ser una referencia a la amistad entre Tiro e Israel en los días de David y Salomón (1a de Reyes 5:12), esto ha de referirse a algo que hicieron contra Israel.
C. Castiga a Edom (Temán, Bosra) por perseguir a su hermano a espada, violar el afecto natural, robar siempre, y guardar perpetuamente el rencor (Deuteronomio 23:7). En los tiempos de Saúl (1a de Samuel 14:47), David (Salmo 60), Josafat (2a de Crónicas 20:10,11) y Azarías (Uzías –2a de Crónicas 28:17) hubo guerra entre el pueblo de Dios y Edom. Abdías también los condena por su opresión de Jacob (Abdías 10-14).
D. Castiga a Amón (Rabá) porque abrieron a mujeres encintas de Galaad para aumentar sus tierras.
Es peligroso meterse con el pueblo de Dios. Dios ve por nosotros, y trae venganza horrible sobre los que nos perjudican.

II. Dios mantiene la justicia para todos.
Dios no solamente actúa a favor de su pueblo: él castiga a todos los que hacen injusticia y maldad. En el caso de Moab (Queriot) serán castigados porque quemaron los huesos del rey de Edom hasta calcinarlos. Su odio se extendió después de la muerte: no respetaron a los muertos. Pero el rey de Edom no era parte del pueblo escogido. Dios corrige la injusticia; el castiga a los opresores de musulmanes y de mormones, no solamente los opresores de los cristianos.

III. Dios castiga a su pueblo.
Judá es corregida por menospreciar la ley de Jehová. No es necesario hacer cosas que veamos como extremadamente malas: al ignorar y desobedecer la santa palabra que Dios nos ha dado entramos en condenación.

IV. Dios nos castiga a nosotros.
Hasta el momento, hubiera sido fácil que todo Israelita dijera, “Amén” a la predicación de Amós. Si suponemos un mapa Amós ha clavado dardos todo alrededor de Israel. Y con cada uno de ellos los israelitas pueden decir, “Que bueno”. Pero ahora Amós saca su dardo más largo y lo clava justo en el corazón de Israel (con los otros ennumeró por lo mucho dos pecados: aquí menciona mucho más). Desde el comienzo se ha estado acercando a esto: establece que Dios mantiene justicia para su pueblo. Con eso todo mundo puede estar de acuerdo. Procede a decir que Dios mantiene justicia para todo mundo. Avanza para decir que Dios mantiene justicia, aún cuando eso significa castigar a una parte de su pueblo escogido: y ya lo aplica a su misma audiencia: Dios les castigará. Israel será castigado porque valoran más su dinero que sus hermanos; son crueles, fornicarios e idólatras.

No vayamos a pensar que con Dios hay acepción de personas. No nos engañemos pensando que por tener alguna conexión con el pueblo de Dios podemos practicar la maldad y permanecer impunes. Dios es el Dios de justicia inflexible: él ve, y él castigará. No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará (Gálatas 6:7).

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Thursday, December 21, 2006

El Día de Pentecostés

El día de Pentecostés hubo un gran cambio, un gran avanze en la historia de la salvación. Uno de mis teólogos favoritos (B.B. Warfield) señala el carácter del cambio notando que algunos textos quizás se refieran a los dones especificamente milagrosos que caracterizaban a los apóstoles y las iglesias que ellos fundaron. Otras se refieren a la misión global del Espíritu, prometido, por cierto, en el Antiguo Testamento, pero solamento para ser realizada en este entonces. Pero hay todavía una idea más fundamental para tomar en cuenta. Esta es la idea de la naturaleza preparatoria de la economía del Antiguo Testamento.
La antigua economía era preparatoria y tiene que ser estrictamente concebida como tal. Las bendiciones espirituales que le llegaron eran por anticipación. Eran muchas distintas. El Espíritu obraba en la providencia no menos universalmente que ahora. Todo lo bueno que había en el mundo en ese entonces tanto como ahora, era debido a su influencia. Toda la esperanza de la iglesia de Dios en ese entonces tanto como ahora dependía de él. Cada gracia de la vida piadosa en ese entonces tanto como ahora era un fruto de su obrar. Pero la meta de la economía entera era solamente preparar para el derramamiento del Espíritu sobre toda carne.

Es decir que el Espíritu no empezó a trabajar el día de Pentecostes. En la creación (Génesis 1:2), en capacitar a personas para servir a Dios (Exodo 31:3), en el mundo (Génesis 6:3), en los profetas (1a de Pedro 1:11; 2a de Pedro 1:21; Ezequiel 2:2; 2a de Crónicas 15:1,2) en los creyentes (Salmo 143:10; Salmo 51:10-14; Lucas 1:15,41,67) él siempre ha actuado. Además fue activo en la vida de Cristo (Mateo 1:18, Juan 1:32, Lucas 4:1,18-21). Queda establecido que su trabajo no comienza en este día. Pero en este día se acaban los tiempos de preparación:
La semilla de mostaza había sida preservada durante todos los siglos solamente por el cuidado del Espíritu. Ahora es plantada, y es por su operación que está creciendo en un árbol grande que sombra toda la tiera, y a las ramas del cual todos los pájaros del cielo vienen por refugio. No es que su trabajo es más real en la nueva economía que en la antigua. No es solamente que es más universal. Es que se dirige hacia un fin distinto—que ya no es meramente preservar una semilla hasta el día de plantar, pero para perfeccionar el fruto y cosechar la siega. (...) En una palabra, ese era un día cuando el Espíritu refrenaba su poder. ¡Ahora el gran día del Espíritu ha llegado!


Y podemos notar en forma bosquejada dos puntos distintos e importantes acerca de los eventos de este día.

I. El Cristo ascendido envía el Espíritu, Hechos 2:32,33
¿A quién más daría testimonio el Espíritu? ¿Quién más lo podría enviar? Y el Cristo ascendido envía al Espíritu Santo,
A. En cumplimiento de su promesa, Hechos 1:8, Juan 14:15-17; Juan 15:26,27; Juan 16:13-15
B. En cumplimiento del Antiguo Testamento, Hechos 2:16-21; Joel 2:28-32
C. Para que los discípulos fueran testigos suyos, Hechos 2:32; Juan 15:26,27; Hechos 5:30-32
1. El Espíritu les enseña acerca de Cristo, Juan 14:26; Juan 15:26,27; Juan 16:12-15
Este orden es importante: Cristo dice de gracia recibisteis, dad de gracia (Mateo 10:8). Tenemos que recibir para tener qué compartir. Esta verdad fue ilustrada en la alimentación de los cinco mil: Cristo tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud (Mateo 14:19). Si Cristo no nos da primero no tenemos nosotros nada para compartir.
2. El Espíritu les llena para que hablen con denuedo, Hechos 2:4,14-39; Hechos 4:8-13; Hechos 4:31; Hechos 13:9-11.

II. Por la venida del Espíritu el evangelio es extendido, Hechos 2:4,41; Hechos 10:19,20,34-48, 11:12-18.
Aquí cabe mencionar un poquito acerca de las lenguas. Es muy obvío en Hechos 2 que los discípulos estaban hablando en idiomas humanas, que ellos no habían aprendido ni hablado antes (Hechos 2:4-11): muchos han notado que en esto hay algo que elimina el efecto de la maldición de Dios que impuso en la humanidad en la torre de Babel. Allí Dios confundió las idiomas y los pueblos fueron divididos, unos de otros (Génesis 11:5-9). Pero ahora Dios da un don milagroso que practicamente elimina ese mal efecto, porque ya los discípulos están hablando en todas las idiomas representadas en Jerusalén. Y por medio del evangelio, en Cristo, no hay griego ni judío, circuncisión ni incurcincisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos (Colosenses 3:11). La maldición de Dios sobre el pecado del hombre se quita, se repela por medio del evangelio. Así los maldecidos con muerte heredan vida eterna, los hijos de ira son adoptados en su familia, los esclavos del diablo reciben la gloriosa libertad de los hijos de Dios.

Saturday, December 16, 2006

Una Oración de Un Himno

Tú de los fieles eternal Cabeza,

De tierra y cielos divinal Señor,

Sobre tus siervos abre con largueza

Raudales puros de tu inmenso amor.

Sunday, December 10, 2006

¿La Misericordia Aumenta la Condenación?

Dije anteriormente que entre mayores son los privilegios que rechazamos o abusamos más terrible es el castigo –un castigo inescapable, inevitable. Pero esto podría parecer contradictorio a lo que dije en el sermón de Nehemías 9 acerca de la gracia de Dios, donde noté de Efesios 3 que la gracia es una promesa de mayor gracia –que misericordia es amontonada sobre misericordia. Si eso es cierto, ¿cómo es posible que abusar misericordia trae mayor condenación? ¿Hay alguna manera de creer las dos cosas? Podemos responder sencillamente: la misericordia es guarantía de mayor misericordia cuando perseveramos en ella: para decirlo de otra forma, la gracia garantiza más gracia, cuando me hace santo. La gracia de Dios nos enseña a vivir sobria justa y piadosamente (Tito 2:11,12): cuando, por la gracia, esa lección penetra en mi alma, es una garantía de gracia sobre gracia, que seguiré creciendo en la gracia. Cuando la misericordia me hace suelto y descuidado, entonces los privilegios y dones que he recibido por la misericordia de Dios aumentan mi culpabilidad.

Saturday, December 09, 2006

Amos 2:6-3:15 -¿Cómo Escaparemos Nosotros?

En el capítulo 3 de su libro, el profeta Amos continúa manifestando los pecados de Israel y el castigo de Dios que se venía acercando a ellos. Pero a la vez defiende su autoridad para hablar, y su mensaje. Siendo los Israelitas como eran, es muy probable que no recibieron humildemente las palabras de Amós. Cuando denuncia a las otras naciones, sobre todo cuando lo hace por sus ofensas en contra de Israel, eso no es tan difícil de recibir. Pero cuando empieza a exponerles a ellos mismos su maldad y la ira de Dios en su contra, pues eso puede provocar una reacción negativa. Y así lo encontramos en los primeros 8 versículos del capítulo 3, dándonos la clave para entender la condenación de Israel, y justificando su ministerio profético. En los vv. 3-8 hay una serie de preguntas. Al fondo estas preguntas expresan la misma verdad: las cosas no ocurren al azar, nadamás porque sí. Dos personas no caminan juntos si no van en la misma dirección –si no están de acuerdo. Un león no ruge si no tiene presa. Para que el ave sea atrapado es necesario que haya lazo. El hablar de Amós no es sin causa: Dios le ha manifestado su voluntad. Si habla Jehová el Señor, ¿quién no profetizará? La autoridad de Amós viene de Dios. Así como uno no va a escuchar el rugido de un león sin temer, Amós no va a escuchar la voz de Dios sin hablar (Salmo 116:10; 2a de Corintios 4:13; 1a de Corintios 9:16,17). Pero su hablar es muy brusco, muy rudo. ¿Por qué tiene que decir cosas tan feas? Bueno, porque Dios se los ha revelado (Amós 3:7) El mensaje que Dios le ha dado es como el rugido de un león (Amós 1:2): debería provocar espanto. Jehová es quien trae el mal (Amós 3:6): el trompeta causa alboroto, porque da aviso de peligro. El profeta dice cosas duras, como que Jehová causa calamidad. Ahora, hay discusión acerca del significado exacto de las preguntas de los vv.4,5. Aunque comentaristas muchas veces dicen las mismas cosas, las sacan de preguntas distintas. Pero del contexto podemos almenos averiguar estas verdades: 1. El castigo de Dios viene por el pecado de su pueblo; 2. Este castigo es inescapable. Ahora, Israel no ha estado caminando con Dios: no pueden, pues no están de acuerdo con él. El manda profetas y ellos dicen No profeticéis (Amós 2:12). Entonces Dios los castigará. Al anunciar su castigo Dios les recuerda su mucha misericordia para con ellos, y manifiesta que hay una conexión entre el castigo y la misericordia. A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra; por tanto, es castigaré por todas vuestras maldades. Es algo sorprendente –¿Dios los va a castigar precisamente porque solamente a ellos les conoció? El hecho que les conoció es una referencia al hecho que los escogió y entró en pacto con ellos: tuvo una relación con ellos que no tenía con cualquiera otra nación. Pero no por esa relación dejará pasar sus maldades: no, todo lo contrario. Por tanto, os castigaré. Eso nos trae a una doctrina confirmada en otras partes de la Escritura:

I. Privilegios traen responsabilidad: y el abuso o rechazo de esos privilegios trae mayor condenación. Amós 3:2; Amós 2:9-13; Lucas 12:47,48; 2a de Pedro 2:20; Hebreos 2:1-3; Hebreos 4:1,11; Hebreos 6:4-8; Hebreos 10:26-31; Hebreos 12:15-17.

Los Israelitas habían recibido grandes privilegios: Dios los libró, los aguantó, los dirigió, los dio victoria, los dio hombres que podían manifestarles su voluntad, les dio ejemplos de santidad –habían recibido misericordias únicas, exclusivas, que no se habían dado a otras personas –pero abusaron y rechazaron estos privilegios: y entonces serán castigados.

Este hecho sugiere que

II. El terrible castigo de Dios corresponde al terrible pecado de su pueblo.

A. El pecado del pueblo es terrible: Amós 2:6-8; Amós 2:12; Amós 3:9,10; Amós 3:14. De hecho, hasta se puede invitar a los filisteos y egipcios a venir para observar la crueldad y violencia de Samaria. La nación que debería de ser ejemplar de tratar a los hombres como creados en la imagen de Dios, es más bien un ejemplo de maldad.

B. El castigo de Dios es terrible: Amós 2:6; Amós 2:13-16; Amós 3:11-15. Levítico 26 establece que entre más se endurece al pueblo, mientras los castigos no provocan un cambio, más Dios va aumentando sus sufrimientos. Y si con estas cosas no fuereis corregidos, sino que anduviereis comingo en oposición, yo también procederé en contra de vosotros y os heriré aún siete veces por vuestros pecados (Levítico 26:23,24). Dios tendrá un castigo adecuado para nuestros pecados. Pero aún en la ira Dios se acuerda de misericordia. Serán pocos los que escapan –como cuando un pastor quiere rescatar un borrego del león, y logra obtener nadamás la punta de una oreja y dos piernas –es poco. Pero Dios tiene misericordia para que la destrucción no sea completa.

El castigo no sería tan terrible si se pudiera evitar. Pero

III. No hay manera de escaparse de la ira de Dios, Amós 2:13-16; Amós 3:14,15 (compare Jeremías 7:1-15; Salmo 52:5-7 y Proverbios 18:11); Isaías 28:14-19; 1a de Tesalonicenses 5:2,3. No hay refugio de la ira de Dios. Aveces nos refugiamos en la religión –eso no sirve. Dios castigará los altares de Bet-el. Hay quienes se refugian en su riqueza –ese también es refugio de mentiras. La verdad sencilla es que al provocar al Señor a ira ya la regamos.

Entre mayores son los privilegios que rechazamos o abusamos más terrible es el castigo –un castigo inescapable, inevitable.

¿Cómo te han afectado estas palabras? ¿Te ha entrado miedo por los anuncios del castigo de los apóstatas? Espero que te ha motivado a buscar la santidad sin vacilar, a perseverar constante en la oración que Dios no te meta en tentación, sino que te libre del mal. Pero si te ha entrado miedo, si a lo mejor estás desesperando, pensando que no hay esperanza o salvación para ti. Escucha todavía la palabra de Dios: miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra (Isaías 66:2). Si el pensamiento que Dios te ha exaltado tanto que si caes será muy grande tu ruina no te afecta, no te motiva a ser humilde y cuidadoso, temo que los avisos y denuncias de la palabra de Dios se aplican a ti. El que piensa estar firme, mire que no caiga (1a de Corintios 10:12). El confiado y seguro y soberbio es el que está en más peligro de caer. Pero si tú sabes que si Dios no te sostiene caerás; si tú sabes que no hay esperanza para ti más que la misericordia de Dios; si tu temblaste ante su palabra, Dios te mirará, y por Jesucristo tendrá misericordia de ti y terminará la buena obra que él ha comenzado.

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Wednesday, December 06, 2006

Por Amor de Tu Nombre

Ezequiel 20:1-44

Lo que ocasionó la revelación de este discurso es que los ancianos de Israel vinieron a Ezequiel para preguntar de Jehová (v.1); parece ser que lo que querían saber era si podían participar en adoración idólatra (v.32): bueno, ¿por qué vamos a preguntar a Dios si podemos pecar, si le podemos desobedecer? Pero lo extraño es que de cierta forma Dios sí les da permiso. Y a vosotrs, oh casa de Israel, así ha dicho Jehová el Señor: Andad cada uno tras sus ídolos, y servidles, si que es a mí no me obedecéis; pero no profanéis más mi santo nombre con vuestras ofrendas y con vuestros ídolos. En cierta forma Dios les da permiso de ser como las naciones, de servir palo y piedra (v.32). Pero exige que no profanen su santo nombre. Esto versículo nos manifiesta que la hipocresia es peor que la rebeldía –no porque ser rebelde no es malo (pues obviamente lo es), sino porque al ser hipócrita he compuesto mi pecado –soy rebelde y mentiroso, en vez de simplemente rebelde. Vale la pena notar que invocar el nombre de Dios y ser idólatra es una manera de profanar el nombre de Dios: es tomar su nombre en vano (Exodo 20:7; Proverbios 30:8,9). Aunque Dios odia la rebeldía, es mejor que la hipocresía porque la persona rebelde no invoca el nombre: no profana su nombre. Y el nombre de Dios es un tema principal de este capítulo –es un tema importante para Dios.

Esta verdad encuentra su expresión en este capítulo en el hecho de que Dios aguanta y perdona y restaura (v.17) a los judíos, no por lo que son ellos o lo que hayan hecho (v.44), sino por quien él es (vv.9,14,22,41,44), para que las naciones no agarren ideas erróneas y blasfemas acerca de él (comparemos Ezequiel 36:18-28). Cuando Dios actúa por amor de su nombre, actúa para que la revelación que él ha dado de sí mismo no sea falsificado: Dios se manifiesta honestamente, entonces él actúa para preservar la integridad de su auto revelación. Su nombre es su revelación: tiene que ver con su fama, con como se ha dado a conocer. El se ha dado a conocer (dentro de la teología ectípica, por supuesto) según lo que es. No nos ha mentido al permitirnos conocer su nombre: pero su nombre puede ser profanado, sobre todo cuando su pueblo difunde ideas erróneas acerca de él por su forma de ser. Pero Dios actúa para corregir impresiones incorrectas: Dios se manifiesta nuevamente para que no haya mancha en su carácter: y ese actuar no depende de los seres humanos: lo hace por amor de su propio nombre. Y como su nombre es la cierta manifestación de su ser, lo hace porque él es así.

Es decir, estamos confirmando algo que hemos visto anteriormente: la verdad de Romanos 9:16: Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Lo vimos también en cuanto a la oración con Daniel: porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias. Daniel pide que Dios actúe por amor de ti mismo, Dios mío (Daniel 9:18,19). Dios declara lo mismo por medio de Oseas, diciendo: Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia (Oseas 14:9). Dios no nos ama por lo que somos o hacemos: nos ama de pura gracia, es decir, porque él es así. ¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia (Miqueas 7:18). Dios perdona porque él es el Dios perdonador: no porque nosotros ganamos el perdón. Dios inspira oraciones como ésta: Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre; y líbranos, y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre (Salmo 79:9). Lo que imploramos ante Dios no es algo en nosotros, sino la gloria de su nombre y su amor para su nombre. Encontramos lo mismo en el Salmo 109:21: Y tú, Jehová, Señor mío, favoréceme por amor de tu nombre; líbrame porque tu misericordia es buena. Y ¿cual es la respuesta divina a este tipo de peticiones? Por amor de tu nombre, oh Jehová, perdonarás también mi pecado, que es grande (Salmo 25:11). ¿Por qué es que Dios perdonará mi pecado grande? Por amor de su nombre: no por lo que soy, sino por lo que es él. Hablando de los hijos de Israel que se rebelaron en el mar rojo, dice: Pero él los salvó por amor de su nombre, para hacer notorio su poder (Salmo 106:8). Isaías 43:25: Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. Nuestra esperanza está basada en el carácter de Dios: en lo que él ha manifestado de cómo es.

Ahora esto no es meramente para el perdón de pecados, es también un motivo hacia la santidad: No os apartéis en pos de vanidades que no aprovechan ni libran, porque son vanidades. Pues Jehová no desamparará a su pueblo, por su grande nombre; porque Jehová ha querido haceros pueblo suyo (1a de Samuel 12:22). Pero también en cuanto a la vida cristiana tenemos la aseguranza: no es por lo que somos nosotros, sino por amor de su nombre, que Dios nos santifica. Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre (Salmo 23:3). Encontramos lo mismo en Salmo 31:3 Porque tú eres mi roca y mi castillo; por tu nombre me guiarás y me encaminarás.

En toda la vida cristiana desde su comienzo hasta su consumación, dependemos de la gracia de Dios y nuestra esperanza está basada en su fidelidad. El fundamento firme es el amor de Jehová para su propio nombre.

Sunday, December 03, 2006

Evaluando Ofensas Desde La Perspective Divina

Noté anteriormente que Dios impone el mismo castigo por despreciar su palabra que por matar a mujeres embarazadas. Es posible que eso nos parezca absurdo. Pero eso nos impone un reto. El reto es de evaluar las ofensas según Dios, y no según nuestra cultura o nuestros sentimientos. Si pensamos que un castigo que Dios impuso es demasiado severo, en vez de quejarnos con Dios sería mejor volver a analizar la seriedad que damos a esa ofensa. Si Dios impone un castigo que a nosotros nos parece excesivo, la solución no es que Dios se equivocó (aparte de ser absurdo, tal razonamiento tiene consecuencias muy extensas y dañinas para toda la moraleja). Más bien la solución es que nosotros hemos sido endurecidos para que nuestras conciencias no entienden todo el horror de ese pecado. Dios castiga justamente: si su castigo se me hace exagerado es porque yo no aprecio la maldad de la ofensa.

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Saturday, December 02, 2006

Despreciar La Ley Es Una Ofensa Grave

El profeta Amós condena los pecados de los pueblos alrededor de Israel, y anuncia el castigo de Dios sobre ellos. En Amos 1:13,14 anuncia que los hijos de Amón serán castigados con fuego destructor y cautiverio. ¿Qué habían hecho? Porque para ensanchar sus tierras abrieron a las mujeres de Galaad que estaban encintas. Todos podemos entender que este es un crimen terrible. Por deseo de ampliar sus territorios cometieron una matanza horrenda: su odio hasta alcanzaba a los que no habían nacido (vale la pena notar que aunque sentimos que esto es una ofensa enorme, muchas veces somos indeferentes ante la realidad que muchos doctores, con el acuerdo de las mismas madres, matan a los que todavía no nacen: a lo mejor las leyes lo aprueban: pero el Dios que vengó las mujeres encintas de Galaad vengará también a los fetos deliberadamente abortados).

Pero Amós no se contenta con exponer los pecados de los otros pueblos. También anuncia el juicio de Dios contra su propio pueblo, contra Judá. Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Judá, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque menospreciaron la ley de Jehová, y no guardaron sus ordenanzas, y les hicieron errar sus mentiras, en pos de las cuales anduvieron sus padres. Prenderé, por tanto, fuego en Judá, el cual consumirá los palacios de Jerusalén (Amos 2:4,5). El pecado de Judá no era el mismo que de los hijos de Amón. Estos en crueldad y avaricia mataron víctimas inocentes: los judíos menospreciaron, desobedecieron, los reglamentos que Dios les había dado. Pero el castigo que se anuncia es igual. De los hijos de Amón: Encenderé fuego en el muro de Rabá, y consumirá sus palacios con estruendo en el día de la batalla, con tempestad en día tempestuoso; y su rey irá en cautiverio, él y todos sus príncipes, dice Jehová (Amos 1:14,15). De Judá: Prenderé, por tanto, fuego en Judá el cual consumirá los palacios de Jerusalén (Amos 2:5). Tienen en común castigo con fuego. Además podemos agregar, por ejemplo de Jeremías 13:19, que Judá sería llevada cautiva.

Es decir, el castigo por abrir mujeres encinta y el castigo por menospreciar la ley de Dios, son el mismo. No pensemos que ignorar los mandamientos de Dios es algo leve, algo que no importa. Dios determina lo que está bien y lo que está mal. A final de cuentas, tanto despreciar su palabra como matar a mujeres embarazadas va en contra de su santa voluntad.

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  • Ruben
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  • Soy un cristiano, dedicado a la teología reformada, como la mejor expresión de la enseñanza de la Bíblia, y por lo tanto el sistema teológico que más glorifica a Dios. No soy yo quien aparece en la foto en mi perfil. Pero me gusta como se ve de todos modos.
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